En las carreteras del Reino Unido, y en muchas otras partes del mundo, el deslumbramiento causado por los faros de los vehículos se convirtió en un problema creciente. Los faros LED superbrillantes, cuyo uso se extendió en los últimos años, elevaron significativamente la intensidad de la iluminación en comparación con las bombillas halógenas tradicionales. Aunque su tecnología mejora la visibilidad para quienes los utilizan, también está generando preocupaciones por su impacto en la seguridad vial.
Una encuesta del Royal Automobile Club (RAC) a 2.000 conductores reveló que el 90% considera que algunas luces son demasiado brillantes, y tres cuartas partes informan haber sido deslumbrados con regularidad. Este fenómeno, que afecta tanto a zonas urbanas como rurales, ha puesto en el foco de atención las implicaciones del diseño y la potencia de los faros LED en las carreteras modernas.
La “carrera armamentista” de los faros
Los diodos emisores de luz (LED) transformaron la industria automovilística con su capacidad para producir una iluminación más potente y eficiente. Mientras los faros halógenos emiten aproximadamente 1.000 lúmenes, algunos modelos LED alcanzan hasta 6.000 lúmenes, según estimaciones de activistas como John Lincoln, del grupo LightAware. Este aumento de brillo, aunque mejora la visibilidad para los conductores que los utilizan, puede causar deslumbramiento para quienes conducen en sentido contrario.
Además, se detectó un auge en el mercado de actualizaciones ilegales de luces LED en vehículos más antiguos, lo que agrava la situación. Estas modificaciones, muchas veces no certificadas, violan el Código de Circulación, que prohíbe que los faros despunten de manera que deslumbren a otros usuarios de la vía.
Sin embargo, plataformas como Amazon publicitan bombillas LED con potencias extremas de hasta 35.000 lúmenes, lo que pone en peligro la seguridad de las carreteras.
Factores adicionales que intensifican el problema
El brillo no es el único aspecto que contribuye al problema. Los faros LED emiten una luz blanca con una alta temperatura de color, similar a la luz del día, lo que, según el asesor clínico Paramdeep Bilkhu afirmó a The Times que, “es más probable que deslumbre a los conductores que vienen en dirección contraria”. Este efecto se agrava en vehículos más grandes, como los SUV, cuyos faros se sitúan a mayor altura y apuntan directamente a los ojos de otros conductores.
La situación empeora durante la noche, cuando las células de la retina están adaptadas a la oscuridad. La exposición a una luz intensa en estas condiciones puede cegar temporalmente a los conductores durante varios segundos. Según encuestas, este efecto podría durar hasta seis segundos, lo que equivale a recorrer 165 metros a una velocidad de 96 km/h.
Impacto en la seguridad vial
El Departamento de Transporte del Reino Unido estima que el deslumbramiento de los faros contribuye al menos a 280 colisiones al año. Sin embargo, activistas como Lincoln creen que esta cifra subestima el alcance real del problema. El efecto es particularmente severo en zonas rurales sin alumbrado público y para conductores mayores debido al envejecimiento del cristalino, son más sensibles al brillo excesivo.
Además, el diseño moderno de los faros también influye en los riesgos. Los sistemas de LED tienden a utilizar reflectores y lentes para concentrar la luz en haces más estrechos, lo que aumenta el impacto cuando estos apuntan directamente a otros usuarios de la carretera. Una mala alineación o un desnivel en el terreno puede intensificar este problema.
¿Regulaciones insuficientes?
Aunque los fabricantes de automóviles aseguran cumplir con las normas internacionales, los activistas señalan que estas regulaciones no están adaptadas a la realidad actual de las carreteras. El gobierno británico encargó al Laboratorio de Investigación de Transporte (TRL) un estudio sobre los efectos de los faros brillantes, cuyos primeros resultados se esperan en abril. Sin embargo, según expertos, será necesario un esfuerzo adicional para establecer regulaciones efectivas.
Con el creciente descontento público y el aumento en la potencia de los faros, el debate sobre el equilibrio entre visibilidad y seguridad en las carreteras continúa siendo un desafío urgente para legisladores y fabricantes.