
¿Quién no experimentó alguna vez que una preocupación, un sobresalto o un pensamiento intenso nos despierta de golpe en medio de la noche, y después se hace imposible volver a dormir? Ahora, la Universidad de Tsukuba en Japón reveló por qué las emociones intensas como el miedo o la ansiedad pueden cortarnos el sueño de forma tan abrupta.
Según una investigación publicada en The Journal of Neuroscience, existe un “interruptor” específico en el cerebro que se activa con el estrés emocional y nos saca "de golpe" del sueño profundo. Entender este mecanismo abre el camino para nuevos tratamientos contra el insomnio provocado por preocupaciones o problemas emocionales.
El “interruptor” emocional del sueño:
El equipo dirigido por Zhongwen Zhang y Takeshi Sakurai descubrió que el cerebro tiene un circuito muy concreto—una especie de cableado interno—formado por dos regiones llamadas BNST (núcleo de la estría terminal) y DpMe (núcleo mesencefálico profundo). Para explicar este concepto, imagina el sistema eléctrico de una casa, donde ciertos circuitos solo se activan ante una emergencia, como una alarma de incendio.

En el cerebro, cuando sentimos miedo intenso o ansiedad, unas células llamadas neuronas GABAérgicas en el BNST envían rápidamente una señal a otras células en el DpMe—llamadas neuronas glutamatérgicas—y esto rompe el sueño al instante. Es parecida a la reacción de alarma cuando escuchamos un ruido inesperado en la noche y saltamos de la cama sin pensarlo.
Este descubrimiento es fundamental porque muchas personas que padecen insomnio, ansiedad o depresión experimentan un sueño frágil y se despiertan fácilmente ante emociones negativas. Si aprendemos a “ajustar” este circuito, como si fuera el volumen de una alarma, se podría ayudar a que quienes sufren estrés o miedo puedan dormir sin esos despertares bruscos.
Cómo funciona el circuito BNST–DpMe
En sus experimentos, los científicos usaron ratones y manipularon este “cableado” cerebral con una técnica llamada optogenética, que permite encender y apagar regiones del cerebro con luz. Cuando estimulaban el BNST durante el sueño, los ratones se despertaban de inmediato y el DpMe se activaba con fuerza.

Además, al someterlos a un estímulo incómodo—por ejemplo, un soplo de aire—el resultado era el mismo: el circuito saltaba y el sueño se interrumpía al instante. Es decir, funciona como un sistema ultrasensible que detecta cualquier señal de peligro y “desconecta” el sueño para prepararnos para reaccionar.
Para demostrar cuán importante es este “interruptor”, eliminaron precisamente las neuronas glutamatérgicas del DpMe. A partir de ahí, incluso tras un susto, los ratones tardaban mucho más en despertar y no podían mantenerse activos. Así se comprobó que este circuito es esencial para que una emoción intensa logre despertarnos de un sueño profundo.
Qué ocurre en el cerebro emocional
El BNST forma parte del sistema límbico, que es la zona del cerebro encargada de gestionar las emociones. Funciona como una central de despacho que, al detectar una señal de miedo o alerta durante el sueño, transmite ese aviso al DpMe, la región encargada de pasar del sueño a la vigilia.

El camino de la señal no es directo: pasa por una red de “interneuronas”, que ayudan a que el mensaje supere la resistencia natural de nuestro cuerpo a despertar, algo así como forzar una puerta cerrada en caso de emergencia.
En otras palabras, es gracias a este circuito que, aunque estemos muy dormidos, podemos pasar abruptamente a estar completamente despiertos si el cerebro interpreta que hay un peligro real.
Implicaciones: una nueva meta terapéutica
Según la Universidad de Tsukuba, este circuito representa una oportunidad para tratar el insomnio derivado del estrés y los problemas emocionales. Personas con ansiedad, depresión o estrés postraumático suelen experimentar un sueño fragmentado porque su “alarma” cerebral está demasiado sensible.

The Journal of Neuroscience añade que, si aprendemos a regular este sistema, podríamos evitar esos despertares recurrentes y mejorar significativamente el descanso y la calidad de vida.
El BNST, perteneciente a la llamada “amígdala extendida”, interactúa no solo con el DpMe sino también con otras regiones cerebrales que regulan el estado de alerta, como el hipotálamo lateral y el locus cerúleo. Juntos, forman una red que decide si dormimos o si debemos estar listos para enfrentar un peligro.
El avance conseguido por la Universidad de Tsukuba y publicado en The Journal of Neuroscience ubica al circuito BNST–DpMe como una posible “llave maestra” para recuperar el sueño profundo en personas que viven bajo presión emocional y sufren de insomnio sin saber por qué.
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