
La brecha de esperanza de vida entre hombres y mujeres sigue siendo una constante a nivel mundial, y la ciencia aún intenta descifrar todas sus causas. En la mayoría de los países, ellas viven varios años más que ellos, una diferencia que persiste incluso con los avances en salud y calidad de vida.
En Estados Unidos, por ejemplo, las mujeres superan a los hombres en 5,3 años de promedio, según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) citados por Men’s Fitness.
La expectativa femenina alcanza los 81,1 años, frente a los 75,8 años masculinos. Una brecha que, más allá de las cifras, refleja diferencias biológicas, sociales y de comportamiento que siguen marcando el rumbo de la longevidad humana.
Un reciente estudio del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, realizado en Alemania, examinó 528 especies de mamíferos y determinó que, en el 72% de los casos, las hembras viven un 13% más que los machos.
Este patrón también se observa en los chimpancés, parientes cercanos del ser humano, lo que indica que la brecha de longevidad es un fenómeno biológico ampliamente extendido.
Factores que explican la brecha de longevidad

El informe citado por Men’s Fitness destaca la influencia de factores genéticos, la distribución de roles de cuidado entre los sexos y, especialmente, los hábitos de riesgo asociados a la reproducción y la competencia por pareja.
Ejemplos como los ciervos machos, que compiten de forma agresiva y sufren heridas durante la temporada de apareamiento, ilustran cómo ciertos comportamientos evolutivos pueden afectar negativamente la longevidad.
En los seres humanos, esta tendencia se refuerza por una mayor participación masculina en actividades peligrosas, como el consumo excesivo de alcohol y tabaco, lo que incrementa las tasas de mortalidad por drogas, suicidio, alcoholismo y homicidio en comparación con las mujeres.
En ese sentido, el tabaquismo aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares y cáncer, dos de las principales causas de muerte masculina.

La inclinación de los hombres a descuidar la protección solar y evitar exámenes médicos oportunos contribuye a la detección tardía de enfermedades como el cáncer de piel.
Por otro lado, las mujeres suelen participar más activamente en controles preventivos y adoptar mayores medidas de autocuidado, lo que repercute directamente en una mayor expectativa y calidad de vida femenina.
Hábitos femeninos que pueden mejorar la salud de los hombres

El estudio del Instituto Max Planck, citado por Men’s Fitness, identifica una serie de rutinas que los hombres pueden incorporar para prolongar y proteger su salud. Se recomienda:
- Participar activamente en el cuidado de los hijos.
- Aplicar protector solar durante la exposición al sol.
- Consultar al médico tanto para revisiones anuales como ante cualquier síntoma.
- Realizarse pruebas preventivas recomendadas, como colonoscopias.
- Reducir los comportamientos de riesgo y evitar el tabaco, así como consumir alcohol con moderación.
La integración de estas medidas influye de manera positiva, no solo porque contribuye a reducir la brecha de esperanza de vida, sino porque previene enfermedades graves y mejora el bienestar físico y mental.
Cambios clave para una mayor longevidad masculina

Men’s Fitness enfatiza que sumar una alimentación equilibrada, actividad física constante, descanso adecuado y el control de los factores de riesgo —como peso, colesterol, glucosa y presión arterial— ayuda a reducir la incidencia de enfermedades cardiovasculares y cáncer.
También se destaca la importancia de fortalecer los entornos de apoyo emocional, gestionar el estrés y acceder a información médica confiable para construir estrategias de vida más sanas y sostenibles.
Las investigaciones sugieren que incluso pequeños cambios sostenidos pueden transformar la trayectoria de la salud masculina y facilitar un envejecimiento más saludable y satisfactorio.

El autocuidado y la prevención deben ser considerados inversiones a largo plazo, capaces de revertir tendencias biológicas y sociales arraigadas. Adoptar hábitos de vida más saludables no solo impacta en la calidad de vida de los propios hombres, sino que también favorece la de sus hijos y familias, al fortalecer la presencia y el ejemplo de los padres y figuras masculinas.
La transformación de las rutinas personales beneficia tanto al individuo como a su entorno cercano, reforzando vínculos, mejorando la convivencia diaria y estableciendo ejemplos perdurables para las generaciones venideras.
Sumar años a la vida equivale también a sumar vida a los años y a la comunidad. De este modo, los hombres tienen en sus manos herramientas concretas para cerrar la brecha de longevidad y construir un futuro más equilibrado y saludable.
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