
El hantavirus es una enfermedad viral grave, que se transmite a los humanos a través del contacto con roedores infectados, específicamente con su orina, heces y saliva. Aunque no causa afección en los animales portadores, funcionan como reservorios y facilitan la propagación del virus.
En su forma más severa, puede causar el síndrome pulmonar por hantavirus (SCPH), una infección respiratoria grave que puede llevar a insuficiencia respiratoria aguda, con una tasa de mortalidad que varía entre el 30% y el 50%, dependiendo de la cepa y la rapidez del diagnóstico y tratamiento, según los expertos de Mayo Clinic.
Recientemente, un nuevo hallazgo publicado en la revista Ecosphere amplió la comprensión sobre los animales reservorios del virus. Los investigadores identificaron nuevas especies de roedores, además de las ya conocidas, que actúan como vectores de transmisión en distintas partes de los Estados Unidos.
El descubrimiento subraya la importancia de continuar con las investigaciones sobre las características hantavirus, por su alta tasa de mortalidad y debido a que está presente en diversas regiones del continente americano, incluida la Argentina, y se encuentra asociado a roedores específicos de cada área.

Las nuevas especies de roedores transmisores
El hantavirus ha sido tradicionalmente asociado con roedores como el ratón ciervo (Peromyscus maniculatus). Sin embargo, un reciente estudio identificó seis nuevas especies de roedores como hospedadores del virus en Norteamérica, lo que amplía significativamente el conocimiento sobre su circulación en la fauna silvestre.
La investigación se basó en datos del programa NEON (National Ecological Observatory Network), una iniciativa de la Fundación Nacional de Ciencia de Estados Unidos que recopila y pone a disposición datos ecológicos a largo plazo sobre la biodiversidad, el clima y los ecosistemas a través de una red de sitios de monitoreo en todo el país.
Los investigadores analizaron más de 14.000 muestras de sangre de 49 especies de roedores recolectadas entre 2014 y 2019 en 45 sitios de los Estados Unidos. Los hallazgos revelaron que, además de los roedores ya conocidos como los principales reservorios del hantavirus, otras especies también portan el patógeno, algunas de las cuales habitan en áreas donde los tradicionales hospedadores están ausentes.

Entre estas nuevas especies identificadas figuran Peromyscus keeni, Peromyscus gossypinus, Peromyscus polionotus, Myodes gapperi, Podomys floridanus, y Napaeozapus insignis.
El descubrimiento es crucial porque sugiere que el hantavirus podría estar circulando en áreas que antes no se consideraban de riesgo. Como señaló Paanwaris Paansri, estudiante de doctorado del Departamento de Conservación de Pesca y Vida Silvestre y coautor del estudio, “esto amplía nuestra comprensión de la biología básica del virus y demuestra que es más adaptable de lo que se creía”.
Esto podría tener un impacto directo en las estrategias de vigilancia y evaluación de riesgos, lo que permitiría prever brotes en zonas no tradicionales. Además de identificar nuevos hospedadores, el análisis subraya cómo las condiciones climáticas afectadas por el cambio climático, como inviernos más cálidos y mayor precipitación, pueden influir en la prevalencia del hantavirus al incrementar las poblaciones de roedores y, por ende, el riesgo de transmisión a los humanos.
La presencia del hantavirus en Latinoamérica

En Latinoamérica, el hantavirus presenta un panorama complejo, ya que distintas especies funcionan como reservorios según la región. Las cepas de en América Latina han sido vinculadas a roedores que viven especialmente en áreas rurales y periféricas de grandes ciudades.
Entre los más conocidos en la región están el Oligoryzomys flavescens (colilargo chico) y el Calomys callosus (laucha grande), que son los principales vectores del virus en países como Argentina, Bolivia, Paraguay y Brasil.
El hallazgo más reciente que involucró al hantavirus en Latinoamérica ocurrió en Paraguay, donde se identificó el genotipo Alto Paraguay, transmitido por el roedor Holochilus chacarius. Según información de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo de Argentina, esta cepa había sido previamente detectada solo en roedores del país sudamericano, pero ahora se demostró que también puede infectar a las personas.

Esto fue confirmado tras identificar un caso humano en la Argentina, lo que pone de manifiesto la posible expansión de este virus a nuevas regiones, que requiere un monitoreo exhaustivo.
A pesar de que los casos de hantavirus en la región disminuyeron en algunos países en los últimos años, la situación sigue siendo alarmante en zonas rurales, donde la densidad de roedores es mayor. En países como Brasil, Argentina y Chile, los brotes siguen siendo un desafío para las autoridades sanitarias, especialmente durante los periodos de aumento en la población de estos animales debido a factores climáticos y agrícolas.
La situación del hantavirus en la Argentina
En Argentina, el hantavirus sigue siendo una de las enfermedades zoonóticas más preocupantes. A lo largo de las últimas décadas, se identificaron varias especies de roedores que actúan como reservorios del virus, siendo las más prominentes el O. flavescens, el C. callosus y el H. chacarius ya mencionados.

El síndrome pulmonar por hantavirus (SCPH) en Argentina presentó un comportamiento errático, con brotes que afectan principalmente a las zonas rurales de las provincias del norte y sur del país.
Durante el mes de marzo de 2025, se reportaron dos episodios clínicos recientes que reactivaron la alarma pública. En Bariloche, una mujer de 39 años, oriunda de Buenos Aires y residente en la ciudad, falleció tras contagiarse hantavirus. Había ingresado el viernes 7 al sanatorio San Carlos con síntomas graves y murió el domingo 9 por un shock refractario, una condición crítica donde el organismo no responde a los tratamientos para estabilizar la presión arterial.
El diagnóstico fue confirmado por PCR. Como medida preventiva, 24 contactos estrechos fueron aislados por 45 días, según confirmó el director del Hospital Ramón Carrillo, Víctor Parodi.
Dos días después, en Salta, un hombre fue hospitalizado en Joaquín V. González tras presentar síntomas compatibles con la enfermedad, presuntamente adquirida mientras pescaba en El Tunal.

“Según se informó en la actualización periódica de eventos del Boletín Epidemiológico Nacional N° 744, de la semana epidemiológica 7, entre la semana epidemiológica 1 del año 2019 y la semana epidemiológica 5 del 2025 se notificaron 9.836 casos sospechosos de hantavirus, de los cuales se confirmaron 467. En este periodo se registraron 69 casos fallecidos”, expresaron desde el Ministerio de Salud de la Nación.
Las provincias que notificaron casos autóctonos incluyen Salta, Jujuy, Tucumán, Misiones, Chaco, Formosa, Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos, Neuquén, Río Negro y Chubut.
En cuanto a la prevención, las autoridades de salud enfatizaron la importancia de mantener medidas de control de roedores en áreas agrícolas y rurales. La limpieza adecuada de viviendas y el manejo de los desechos de estos animales, como la orina y las heces, son fundamentales para reducir el riesgo de infección.
Además, la preparación de personal de salud y trabajadores rurales que estén expuestos al hantavirus sigue siendo una prioridad. Se recomienda el uso de mascarillas, guantes y ropa de protección al trabajar en lugares potencialmente contaminados, como galpones y cobertizos.
Síntomas y Prevención

Según las descripciones clínicas difundidas por MedlinePlus, el portal de información médica pública de los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos (NIH), y Mayo Clinic, la infección por hantavirus suele comenzar con síntomas similares a los de una gripe fuerte: fiebre elevada, mialgias (dolor muscular) y escalofríos.
A esto pueden sumarse náuseas, cefalea (dolor de cabeza), dolor abdominal y vómitos. En algunos casos, el cuadro evoluciona rápidamente hacia una fase crítica con dificultad respiratoria severa, tos seca y sensación de malestar general, lo cual puede derivar en un compromiso pulmonar grave en el transcurso de 24 a 48 horas.
En cuanto a la prevención, ambas instituciones coinciden en que se deben evitar todas las formas de contacto con orina, heces y saliva de roedores, así como con el polvo que pueda estar contaminado. Se recomienda ventilar los espacios cerrados antes de limpiarlos, no barrer excrementos secos y realizar la desinfección con soluciones a base de hipoclorito de sodio al 10%.
También se aconseja el uso de guantes y mascarillas, especialmente en entornos donde se manipulen objetos o materiales que puedan haber estado expuestos a roedores. Durante actividades como acampar o al realizar trabajos en zonas rurales, es clave tomar precauciones adicionales para reducir el riesgo de inhalar partículas virales.
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