
El Parkinson, la enfermedad neurodegenerativa de más rápido crecimiento en el mundo, sigue siendo un desafío significativo para la medicina moderna. En el Reino Unido, aproximadamente 153.000 personas sufren de esta enfermedad, que afecta tanto a la función motora como cognitiva.
A pesar de los esfuerzos para mejorar la calidad de vida de los pacientes, no existe una cura definitiva. Sin embargo, recientes descubrimientos podrían cambiar el panorama de la investigación sobre el Parkinson, al arrojar nueva luz sobre la proteína PINK1, asociada con el desarrollo de la enfermedad, informó The Independent.
La clave está en la proteína PINK1
Durante más de 30 años, los científicos sabían que la proteína PINK1 juega un papel fundamental en el desarrollo de la enfermedad de Parkinson, particularmente en aquellos casos de inicio temprano, antes de los 50 años. La proteína, que se encuentra dentro de las células, está vinculada a la mitocondria, la central de energía de la célula.
En condiciones normales, PINK1 ayuda a eliminar las mitocondrias dañadas a través de un proceso denominado mitofagia, lo que evita la acumulación de toxinas dentro de las células. Sin embargo, cuando la proteína PINK1 presenta mutaciones, este proceso se ve alterado, lo que conduce a la acumulación de toxinas y, finalmente, a la muerte celular.
Hasta ahora, los investigadores no habían logrado visualizar cómo PINK1 interactúa con la mitocondria ni comprender completamente su mecanismo de acción. Este misterio fue resuelto recientemente por un equipo de científicos del Walter and Eliza Hall Institute en Australia, quienes, después de décadas de investigación, lograron descubrir la estructura de la proteína y cómo se adhiere a las mitocondrias dañadas, impidiendo que funcionen correctamente.
La estructura de PINK1: un descubrimiento sin precedentes

Los hallazgos, publicados en la prestigiosa revista Science, marcan un hito en la comprensión de la enfermedad de Parkinson. Por primera vez, los científicos pudieron observar la estructura de PINK1, y cómo se adhiere a las mitocondrias defectuosas. Este avance permite entender mejor cómo la proteína es capaz de detectar las mitocondrias dañadas y activarse para dirigirlas hacia su eliminación, un proceso vital para el mantenimiento de la salud celular.
El profesor David Komander, quien lideró el estudio, calificó este descubrimiento como “un hito significativo” para la investigación sobre el Parkinson.
“Es increíble ver finalmente cómo PINK1 se une a las mitocondrias. Esta estructura revela muchas formas en las que podríamos modificar PINK1 para cambiar su funcionamiento, lo que podría ser transformador para las personas que sufren de Parkinson”, comentó el experto.
Implicaciones para nuevos tratamientos
El hallazgo sobre la estructura de PINK1 abre nuevas posibilidades para el desarrollo de tratamientos farmacológicos dirigidos a modificar la proteína. Aunque la investigación sobre el Parkinson y otros trastornos neurodegenerativos fue vasta, el hecho de que PINK1 no se había podido visualizar anteriormente había sido un obstáculo para el diseño de terapias efectivas.
Ahora que los científicos pueden ver cómo se comporta la proteína en el contexto de la enfermedad, las posibilidades de diseñar medicamentos que puedan ralentizar o incluso detener el avance de la enfermedad son más prometedoras que nunca.
Los investigadores también creen que este descubrimiento podría tener un impacto más allá del Parkinson. PINK1 está involucrada en otros procesos celulares esenciales, por lo que entender su funcionamiento podría conducir a terapias más eficaces para diversas enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer y la esclerosis lateral amiotrófica (ELA).
Perspectivas futuras
El equipo de investigadores australianos está enfocado en comprender cómo modificar PINK1, y en desarrollar fármacos que puedan prevenir la acumulación de toxinas en las células cerebrales y, por ende, frenar el daño neuronal. Con el apoyo de expertos internacionales, la esperanza es que estos avances permitan un tratamiento más eficaz para las personas que viven con Parkinson y otras condiciones relacionadas con el envejecimiento celular.
La neurocientífica Becky Jones, de Parkinson’s UK, expresó su entusiasmo por el descubrimiento: “Este tipo de investigación es crucial para comprender cómo los cambios en PINK1 afectan a las células cerebrales productoras de dopamina en las personas con Parkinson. Con esta nueva información, tenemos la oportunidad de desbloquear futuras vías para el diseño de medicamentos y el desarrollo de tratamientos que podrían frenar, o incluso detener, la progresión de la enfermedad”.
El impacto de la investigación en el futuro del Parkinson

El estudio sobre PINK1 marcó una diferencia significativa en la investigación científica del Parkinson. Este avance representa un paso fundamental en la comprensión de los mecanismos biológicos de la enfermedad, y un impulso para las investigaciones que buscan desarrollar tratamientos más efectivos.
A medida que los científicos sigan explorando cómo manipular PINK1 y otras proteínas relacionadas con el daño mitocondrial, las esperanzas de encontrar una cura para el Parkinson siguen creciendo.
A pesar de los obstáculos y desafíos que aún existen en el camino hacia un tratamiento definitivo, este descubrimiento destaca la importancia de la investigación científica en la lucha contra las enfermedades neurodegenerativas.
Con el tiempo, estos avances podrían transformar la vida de millones de personas que actualmente viven con la enfermedad de Parkinson, brindando esperanza a los pacientes y sus familias en un futuro cercano.
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