
Los probióticos son una herramienta terapéutica integral para abordar patologías como el acné, la rosácea y la dermatitis atópica, según destacaron tres referentes de la ciencia y la dermatología en el marco del BAAS 2025, el congreso de medicina estética más importante del mundo hispanohablante.
En la ponencia titulada “Probióticos: del mito a la evidencia”, los especialistas coincidieron en que la salud de la piel no puede entenderse sin contemplar su vínculo con el intestino y el sistema inmunológico.
Durante tres días —del 24 al 26 de abril— cerca de 6.000 asistentes colmaron el Centro de Convenciones Buenos Aires, en Recoleta. Allí, profesionales locales e internacionales debatieron las tendencias y el futuro de la medicina estética. Entre ellos, la charla sobre probióticos ofreció una visión transformadora que dejó claro que esta estrategia llegó para quedarse.
Qué son los probióticos y por qué van más allá de lo superficial

“El acné ya no se entiende como un problema solo de poros obstruidos o exceso de sebo. Es una condición inflamatoria compleja donde el desequilibrio del microbioma cutáneo y la disfunción de la barrera de la piel juegan un papel central”, afirmó consultado por Infobae el dermatólogo Sergio Lacossegliaz (MN 132.166).
Frente a este panorama, el uso de probióticos —que son microorganismos vivos que aportan beneficios a la salud— aparece como una intervención integral.
“Su uso indicado tanto de manera tópica como vía oral permite trabajar no solo sobre los síntomas visibles del acné, sino también sobre los desequilibrios internos que perpetúan la inflamación. Son una herramienta terapéutica para restaurar la salud y la función de la piel de manera más sostenible”, explicó el especialista.
Del intestino a la piel: la inflamación como hilo conductor

El vínculo entre la piel y el sistema digestivo no es nuevo, pero cobró especial relevancia en los últimos años. “La inflamación originada o acentuada en el intestino puede manifestarse en un sitio más distante como la piel y así contribuir a exacerbar enfermedades como la dermatitis atópica, la rosácea y el acné”, explicó a su turno el biólogo Gabriel Vinderola, investigador del Conicet.
Vinderola subrayó que, en estos casos, los probióticos orales cumplen funciones clave: “Tienen la capacidad de reforzar la barrera epitelial intestinal, disminuir la inflamación sistémica que llega a la piel y así contribuir al manejo global de estas afecciones”.
Salud intestinal, estrés y estilo de vida

La relación entre microbiota, sistema inmune y salud cutánea también fue abordada en el BAAS por la médica especialista en dermatología clínica y estética Andrea Rey (MN 139.411), quien remarcó la importancia de considerar factores como el estrés y la alimentación. “El estrés crónico, mediado principalmente por el cortisol, contribuye a un entorno proinflamatorio que puede agravar diversas enfermedades dermatológicas y acelerar procesos de envejecimiento cutáneo”, explicó.
Rey citó evidencia clínica que demuestra que prácticas como la meditación, el yoga y la actividad física regular pueden reducir los niveles de cortisol de forma significativa —en algunos estudios, incluso desde las primeras 48 horas—. “Esta disminución sostenida se traduce en una menor activación de la respuesta inflamatoria y una mejor modulación de los procesos que regulan la homeostasis de la piel”, detalló.
La alimentación también juega un papel fundamental. “Dietas altas en alimentos ultraprocesados, azúcares y grasas saturadas favorecen procesos inflamatorios. En cambio, una dieta rica en frutas, verduras, fibras y alimentos fermentados mejora la microbiota intestinal y se traduce en una piel más saludable”, destacó Lacossegliaz.
Qué hacen los probióticos y por qué no todos son iguales

Según los especialistas consultados, los beneficios de los probióticos en la piel incluyen:
- Restaurar el equilibrio microbiano
- Reducir bacterias patógenas como Cutibacterium acnes
- Modular la respuesta inmune
- Fortalecer la barrera cutánea
- Prevenir recurrencias de brotes
Pero advirtieron que no se trata de una solución mágica ni uniforme. “Es importante que su uso esté indicado por profesionales de la salud formados en el tema, ya que no todos los probióticos son iguales ni tienen los mismos efectos”, advirtió Vinderola.
Algunas cepas específicas, como Lactobacillus acidophilus NCFM y Bifidobacterium lactis HN019, demostraron eficacia en más de 80 estudios clínicos. “Producidas bajo condiciones controladas, sin deriva genética, y estables en formato liofilizado, estas cepas se utilizan tanto para mejorar la salud digestiva como para abordar patologías cutáneas inflamatorias”.
La ciencia como camino hacia una piel más sana

La incorporación de probióticos en los tratamientos dermatológicos representa un cambio de paradigma que deja atrás las soluciones agresivas para abrazar un enfoque que prioriza el equilibrio, la prevención y la sostenibilidad de los resultados.
“Incluir probióticos como parte de un enfoque integral puede ayudar a restablecer el equilibrio inmunológico y mejorar el control de las afecciones inflamatorias de la piel”, concluyó Rey, reafirmando que este tipo de abordaje sólo debe aplicarse bajo supervisión médica.
La inclusión de temas como este en el BAAS 2025 dejó un mensaje claro: los probióticos ya no son un mito; son una herramienta respaldada por la ciencia, que se perfila como protagonista en el futuro de la salud, incluída la salud de la piel.
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