¿Galicia puede convertirse en la próxima Zona Azul de la longevidad?

La isla japonesa de Okinawa, una de las Zonas Azules de la longevidad, detenta un récord de esperanza de vida: por cada 100.000 habitantes, 68 son centenarios. Sin embargo, una nueva investigación propone a Galicia, España, para liderar este ranking y certificarla como una nueva Zona Azul.

Según publicó el Instituto Nacional de Estadística (INE), los centenarios en Galicia ascendieron a 1.823. De ese total, más de 340 son de Ourense, lo que se traduce a una tasa de 75 centenarios por cada 100.000 habitantes, lo que podría convertirla en una sexta “Blue Zone” del mundo.

Se llaman Zonas Azules a las regiones del planeta donde existe un gran porcentaje de población centenaria, pero sin hacer un cuidado especial de su salud. En estos lugares, las personas superan en décadas la expectativa de vida del resto del mundo. Aquí se pueden encontrar octogenarios, nonagenarios, centenarios y hasta supercentenarios (personas que han alcanzado los 110 años). En estos lugares, los índices de enfermedades coronarias, de cáncer y de demencia senil son sensiblemente inferiores a los del resto del mundo.

Lo curioso es que estas áreas no solo están libres de enfermedades, sino que sus habitantes tienen mejores índices de bienestar mental y felicidad.

¿Cuáles son las cinco Zonas Azules? Ikaria (Grecia), Cerdeña (Italia), Nicoya (Costa Rica), Loma Linda (California) y Okinawa (Japón) son las regiones del mundo bautizadas como zonas azules, un término que acuño el investigador de National Geographic Dan Buettner.

A raíz de la gran cantidad de habitantes centenarios que posee, Galicia está siendo estudiada como posible zona azul. El equipo está presidido por el doctor Miguel Ángel Vázquez, geriatra; José María Failde, doctor en psicología especializado en gerontología, el demógrafo Michel Poulain y está liderado por la Universidad de Vigo e investigadores de la Universidad de Santiago de Compostela.

Diego Bernardini, doctor en medicina, profesor titular en la Universidad Nacional de Mar del Plata, director del Diplomado Internacional en Nueva Longevidad y participante de esa investigación, explicó a Infobae:

“Es probable que Okinawa desaparezca muy pronto como zona azul, porque es una isla, porque los jóvenes migran y las personas mayores están falleciendo. Lo mismo ocurre con Icaria, la isla griega. Así las poblaciones que podrían quedar garantizadas hasta ahora como zonas de alta longevidad son Costa Rica, Cerdeña y posiblemente Galicia”.

En coincidencia, la asociación Ourensividad, presidida por el fármaco gallego Pablo García Vivanco, que defiende las virtudes de esta provincia para la longevidad señaló: “Los estudios estadísticos reflejan que en el noreste español es el territorio con la mayor proporción de personas centenarias en España y es Ourense la comarca que cuenta con la mayor proporción, superando en algunas zonas la tasa de longevidad de la prefectura de Okinawa o Icaria, paradigmas mundiales de la longevidad”.

En Ourense habitan más de 104.000 habitantes y se encuentra a una hora de Santiago de Compostela. Esta ciudad también se conoce como la ‘ciudad de las Burgas’ debido a que es muy famosa por sus aguas termales, en las que el agua sale a temperaturas de entre 60 y 68 °C.

La doctora Natividad Olivar, jefa de la División de la Unidad de Psico-socio-rehabilitación del Hospital de Clínicas de la UBA (MN 137897), explicó a Infobae en una nota reciente: “La longevidad de los habitantes de las Zonas Azules se debe a varios factores entre los que se encuentran una dieta adecuada, la actividad física, vivir en comunidad y el manejo del estrés, entre otros. Estos implican un estilo de vida saludable que se ve reflejado en un bienestar físico, con baja incidencia de patologías crónicas y, en consecuencia, aumento de la esperanza de vida”.

“Sentirse bien físicamente influye en forma directa sobre la salud mental, ya que permite manejar de forma más adecuada los sentimientos de tristeza o ansiedad, en el caso de que se presenten. Hace que podamos enfocarnos con mayor claridad y ocuparnos de resolver aquellas cuestiones que nos generan molestia o displacer”, expresó la médica.

De acuerdo al doctor Bernardini, los patrones de conducta en estas zonas de alta longevidad y en particular en Galicia son muy claros: “Una alimentación rica en vegetales, con legumbres, principalmente con productos del huerto, sin ultraprocesados. También hay una fuerte relación de vínculos sociales, de capital humano y una conducta de actividad física de baja intensidad, pero regular. O sea, esto no es ir al gimnasio dos horas por día, sino moverse a una intensidad baja durante muchas horas por día. Y por supuesto, también hay un alto impacto de lo que es la religiosidad”.

Y añadió: “Las personas se mantienen activas en todo sentido: física, espiritual y afectivamente y cuentan con ese sentido de vida, ese propósito de vida, lo que los japoneses llaman el ikigai”.

Esta palabra japonesa se usa para referirse a las “razones de ser” o, más precisamente, los motivos por los que cada uno se levanta cada mañana.

Otro tema que el médico destacó fue la gestión de las emociones: “Es gente que vive en un nivel de estrés muy bajo, lo cual garantiza disminuir también ese proceso de inflamación crónica que le sigue al estrés sostenido y que hoy sabemos que es tan pernicioso para para la salud”.

Bernardini remarcó las conductas claves de estos pueblos longevos: “Ninguno de nosotros está pensando en irse a vivir a Galicia, a Okinawa o a Cerdeña, pero lo que sí sabemos, porque la investigación clínica así lo respalda, es que existen cinco conductas que son muy claras”. Estas son:

1. Hacer actividad física
2. Realizar una nutrición saludable
3. Crear y reforzar los vínculos afectivos y emocionales
4. Tener un sentido de religiosidad
5. Contar con un sentido de vida

Según la Sociedad Gallega de Geriatría y Gerontología Galicia es la comunidad con más centenarios: “Tiene más de 2.000 vecinos de más de 100 años. Si sigue así, pronto estará entre las llamadas “zonas azules” del mundo, en las que hay muchas personas excepcionalmente longevas, como Okinawa o Cerdeña. Las claves son: el estilo de vida, la dieta y una buena vida social”, afirman. Estas son las características de estos habitantes de Galicia:

• Siguen la dieta atlántica. Esta alimentación es semejante a la mediterránea pero con más proteínas. Según un estudio que publicó el farmacéutico Vivanco en Nutrients, la dieta atlántica posee propiedades antiinflamatorias, antioxidantes y protectoras de la salud.

“La dieta atlántica es rica en alimentos nutritivos como grelos, pulpo, ajo, pimientos, lácteos y carnes (pescado azul y carne de cerdo); verduras del género Brassica (brócoli, repollo, coliflor, acelga), cítricos, frutas del bosque, aceite de oliva o carne de calidad", dijo Cristina Conde Rodríguez, nutricionista de Ourensividad, miembro de la Academia Española de Nutrición.

Es cocina sencilla: de cuchara, a la plancha o vapor. “Además, Galicia es la comunidad autónoma con mayor consumo per cápita de alimentos frescos y la que menos productos procesados consume. El alto número de huertas de autoconsumo, que representa el 20% de la producción mundial, es una prueba de la importancia de los alimentos frescos en la región, con Ourense a la cabeza”, afirmó Ourensividad.

Por su parte, la doctora Olivar señaló que los alimentos que forman parte de la dieta de las Zonas Azules aportan fibras, antioxidantes, vitaminas y minerales, reducen el colesterol y los niveles de glucemia. De esta forma se previenen enfermedades crónicas como el síndrome metabólico, la diabetes, afecciones cardíacas, prolongando la longevidad. El bienestar físico reduce los síntomas de depresión y ansiedad, favoreciendo la salud mental”.

• Practican termalismo. Ourense es uno de los lugares con mayor concentración de aguas termales. No es casualidad tampoco que Japón (el país más longevo del mundo hasta la fecha) también cuente con un gran número de zonas con aguas termales.

Según Vivanco, Ourense es capital mundial del termalismo con 13 puntos de aguas termales y diferentes indicaciones terapéuticas. “Tenemos aplicaciones para la artritis, la dermatitis, afecciones respiratorias, gastroenterología y con características hepatobiliares, entre otras, que actúan en la salud de nuestros ciudadanos”, afirmó.

• Duermen bien. Acostumbran acostarse temprano y levantarse cuando sale el sol.
• Practican el autoconsumo. Muchos tienen huertas propias y pequeñas granjas. Casi todo lo que comen está producido en casa.
• Viven en comunidad. Estar en un espacio en que la cooperación sea norma y en el que impere la paz parece ser una de las claves de la longevidad y el bienestar de las Zonas Azules. El aislamiento social es un factor de riesgo para deterioro cognitivo y la socialización es un factor protector, dicen los expertos.

• Tienen una vida social activa y cultivan tradiciones populares. “Mantener una vida social activa es una de las claves, a través del arraigo a las tradiciones y las reuniones familiares, como terapia favorecedora de una longevidad saludable física y mentalmente”, afirman en Ourensividad.
• Poseen manejo del estrés, un factor vinculado a casi todas las enfermedades relacionadas con el envejecimiento. Esto significa interrumpir el ritmo normal de la rutina para dar paso a otras actividades. Por ejemplo, dormir la siesta en las sociedades mediterráneas, rezar en el caso de los adventistas, celebrar la ceremonia del té de las mujeres en Okinawa, entre otros.

• Cultivan un Ikigai o sentido de vida. Poca gente de campo se jubila y muchos siguen trabajando en labores de campo y de la casa. Hay un “ikigai” personal, pero también hay un “ikigai” colectivo que establece los objetivos para cada comunidad así como los desafíos que hay que superar para alcanzarlos.

Finalmente, el doctor Bernardini expresó: “De los pueblos de las Zonas Azules debemos aprender que desde donde vivamos, debemos invertir en nuestro capital de salud, que nos va a garantizar autonomía, independencia y por lo tanto, longevidad. Es recomendable hacerlo a lo largo de la vida y empezar fuertemente en la mediana edad. Así cada uno podrá vivir de manera independiente hasta el último día que le toque vivir, sean 75, 85, 95 o 105 años”.