Vinicunca, la montaña de siete colores que desafía a Machu Picchu: así nació su fama mundial

Formada hace más de dos millones de años, la montaña debe sus colores a la oxidación de minerales y sedimentos que emergieron por el movimiento de las placas tectónicas

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La montaña de 7 colores
La montaña de 7 colores está ubicada a poco más de 100 kilómetros al sureste de la ciudad de Cusco. (Gercetur Cusco)

El flujo constante de viajeros, tanto internacionales como nacionales, ha convertido a Vinicunca —más conocida como la montaña de siete colores o arcoíris— en uno de los destinos más emblemáticos de Perú. Situada en el distrito de Pitumarca, su cumbre alcanza los 5.200 metros sobre el nivel del mar. El ascenso, que suele tomar entre noventa y ciento veinte minutos, permite contemplar el imponente nevado Ausangate, el pico más alto de Cusco y uno de los mayores del país, con 6.384 metros de altitud.

El atractivo de Vinicunca no solo reside en su impactante cromatismo, sino también en la singular historia geológica que la define. Según la Sociedad Geológica del Perú, la diversidad de colores surge de la acumulación de sedimentos marinos, lacustres y fluviales depositados durante los periodos terciario y cuaternario, lo que significa que este fenómeno natural tiene más de dos millones de años. El movimiento de las placas tectónicas elevó estos sedimentos, transformándolos en cordilleras, mientras que la oxidación de minerales, unida a la humedad y la erosión, generó las franjas multicolores visibles hoy.

Cada color de Vinicunca corresponde a una composición mineral precisa. El fucsia y el rosado resultan de una mezcla de arcilla roja, fango y arena; el morado o lavanda se debe a la presencia de arcilla, carbonato de calcio y silicatos; el rojo proviene de argilitas y arcillas; el verde aparece por la riqueza en hierro, magnesio y óxido de cobre; el mostaza o dorado se asocia con limonitas, areniscas calcáreas y minerales sulfurados; el blanco y crema derivan de arena de cuarzo y piedra caliza. Esta paleta, esculpida durante millones de años, convierte a Vinicunca en un fenómeno geológico único.

Imagen destacada
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Un nombre andino y un ascenso desafiante

El nombre Vinicunca tiene raíces quechuas: “Wini” hace referencia a piedras negras redondeadas y pesadas que abundan en el área, conocidas como wini rumi, mientras que “Kunka” significa cuello, aludiendo a la estrechez del cerro, similar a un paso angosto. Los arrieros y antiguos pobladores del altiplano identificaban la zona como Qolla Ñan, es decir, camino de los Qollas.

El acceso a la montaña parte de la ciudad de Cusco, cruzando Andahuaylillas, Quiquijana y Checacupe. Después de tres horas en automóvil o bus turístico, se llega a Pitumarca, donde la comunidad de Qheshiuno marca el inicio del sendero. El ascenso a pie dura cerca de una hora hasta una estación de caballos, donde los arrieros locales ofrecen su ayuda. Los caballos llevan a los visitantes hasta cierto punto, desde donde deben continuar a pie hasta la cima. Una vez arriba, un mirador brinda una vista panorámica de 360 grados, dominada por el nevado Ausangate, venerado como apu o deidad tutelar.

La mejor época para visitar Vinicunca abarca de mayo a octubre, cuando la falta de lluvias permite apreciar el contraste entre la montaña y el cielo azul intenso. Entre noviembre y abril, la temporada de lluvias puede cubrir la superficie multicolor con nieve, dificultando tanto el acceso como la observación del paisaje.

Un fenómeno reciente en redes sociales

Aunque las comunidades altoandinas conocen la montaña desde hace generaciones, la fama internacional de Vinicunca es reciente. El retroceso de la nieve, asociado al cambio climático en la Cordillera de los Andes, reveló la vibrante intensidad cromática de la montaña. Después de 2016, la difusión de imágenes en redes sociales permitió que su popularidad creciera exponencialmente. El número de visitantes diarios superó los dos mil en temporada alta. En agosto de 2017, Vinicunca fue incluida entre los cien lugares para visitar antes de morir, según el portal Business Insider.

La repercusión mediática de Vinicunca ha trascendido fronteras. La sección de Viajes del diario español La Razón destaca que la montaña compite en atractivo con Machu Picchu y recoge las impresiones de usuarios de redes sociales, asombrados ante las imágenes de Vinicunca: “Son muchos los usuarios de redes sociales que se quedan estupefactos ante las imágenes de Vinicunca, convertida en una alternativa de visita que está compitiendo nada menos que con el aclamado Machu Picchu”, afirmó el medio.

Por su parte, eldiario.es, en la sección Viajes & Gastro, señala que en Vinicunca “cada franja cuenta una historia geológica distinta: el rojo proviene de la arcilla ferruginosa, el verde de arcillas ricas en cobre, el blanco de la arenisca y el cuarzo, y el amarillo de los compuestos de azufre. Es una paleta natural tallada por millones de años de transformaciones bajo tierra”, explicó el medio en una nota publicada el 1 de noviembre.

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Proponen administración comunal para la gestión de la Montaña de 7 Colores en Cusco| Hoteles de Costa del Sol

Turismo en ascenso y desafíos de conservación

Hasta hace menos de una década, Vinicunca apenas figuraba en los mapas turísticos. Desde 2016, impulsada por redes sociales e influencers de viajes, pasó de recibir unos pocos excursionistas diarios a miles de visitantes en temporada alta. eldiario.es describe la ruta: “El ascenso, que parte desde el distrito de Pitumarca, dura unas dos horas a pie a más de cinco mil metros de altitud. El aire es fino, el sol quema y las temperaturas pueden desplomarse en cuestión de minutos. Aun así, cada jornada llegan centenares de turistas dispuestos a tomarse la codiciada foto con el fondo multicolor”, señaló el reportaje.

Ambos medios españoles advierten sobre el reto de equilibrar la creciente atracción turística con la preservación del entorno. Las autoridades peruanas han implementado medidas para regular el acceso y promover actividades sostenibles. Sin embargo, el flujo de visitantes continúa en ascenso. eldiario.es puntualiza que “muchos llegan sin preparación física ni conocimiento del ecosistema, atraídos por la imagen digital más que por la experiencia real”. La montaña arcoíris se ha transformado en símbolo dual: emblema natural de Perú y ejemplo de riesgos de un turismo guiado más por algoritmos que por el respeto al entorno.

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En la edición 2025 de los World Travel Awards, Perú compite en ocho categorías de gran relevancia dentro del certamen. Foto: Perú Travel