En punto del mediodía de este 17 de octubre, algunos transportistas de Lima realizaron un apagado simbólico de motores durante tres minutos en señal de duelo y protesta por el aumento de los casos de extorsión y los recientes ataques mortales contra conductores de transporte público. La acción, impulsada por la empresa Nueva América y otras líneas, buscó visibilizar la situación de inseguridad que enfrentan trabajadores y pasajeros en diversas rutas de la ciudad.
Un gesto que detuvo la rutina
A las 12:00, el conductor Michel, al frente de una de las unidades de Nueva América, interrumpió su turno habitual para informar a sus pasajeros sobre el motivo de la pausa. “Hoy día estamos apagando los motores en señal de duelo hacia nuestros compañeros fallecidos acá en Lurín. Les pido mil disculpas por esta ocasión”, comunicó ante los usuarios, según pudo constatarse en el recorrido de la unidad por la Av. Benavides hasta San Juan de Miraflores.

Durante la detención, los pasajeros mostraron comprensión y respaldo. Una de las usuarias afirmó: “Yo creo que más seguridad, sí. En todos. Estamos en peligro todos”. Otro pasajero reconoció la sensación de exposición constante: “Estamos ahí con todos en peligro, ¿no? Con esto que pasa”.
Solidaridad entre empresas y llamado a la ciudadanía
La iniciativa no se limitó a una sola compañía. También se registró la participación de Loritos, Edilberto Ramos, Urbanito y Consorcio Vía, cuyos recorridos atraviesan arterias clave como la Panamericana Sur, la Panamericana Norte y distritos alejados como Puente Piedra y Huaycán. En paralelo, representantes del sector, como Martín Ojedem, convocaron a la comunidad a sumarse mediante cacerolazos y muestras de apoyo hacia los chóferes afectados.
Las interrupciones breves buscaron generar conciencia colectiva sobre la creciente ola de extorsión que golpea el transporte, así como exigir al Estado y autoridades una respuesta. En palabras de Michel, “Nosotros venimos a trabajar, no venimos a hacer cosas malas y, por favor, a las personas que están cometiendo esos delitos, que tengan un poquito de consideración hacia nosotros. Hay familias. Dependemos de todo”.
El trasfondo de la protesta: ataques en aumento
La jornada de protesta ocurrió tras dos ataques extorsivos recientes en Lima. Uno de los hechos más graves se reportó en Lurín, donde una combi fue atacada a tiros por sicarios, causando la muerte de dos personas y dejando varios heridos. Otro evento llevó a la suspensión temporal del servicio de la Línea 44 luego de amenazas y agresiones a sus choferes. Los episodios intensificaron la preocupación entre conductores y usuarios, consolidando el sentimiento de vulnerabilidad en los diferentes puntos de la ciudad.

El anuncio de la movilización y el apagado de motores había sido realizado previamente por los gremios transportistas, en un contexto donde la cifra de víctimas mortales y afectados por extorsión sigue aumentando. El testimonio de los pasajeros refleja la dimensión del problema: “Para todos quiero seguridad. Para todos, no solo para mí, para todos”.
Tras los tres minutos, el camino sigue
Finalizados los tres minutos de silencio, Michel volvió a poner en marcha el motor y el bus continuó su ruta habitual. El gesto sencillo dejó un mensaje directo al reiniciar su trayecto: “Ahora vamos a seguir para adelante ya. Tres minutos y vamos para adelante”.
Las empresas de transporte reiteraron el pedido urgente de protección para trabajadores y viajantes. Las muestras de solidaridad y la adhesión de la ciudadanía durante este apagado simbólico pusieron en relieve la presión sostenida sobre el sistema de transporte público y la demanda de seguridad en Lima.