
La profunda crisis económica de Bolivia está teniendo un impacto directo en la ciudad fronteriza de Desaguadero, donde peruanos y bolivianos conviven a ambos lados del puente internacional que separa a las dos localidades homónimas. Según informó la BBC, la inflación interanual en Bolivia alcanzó el 25 %, un alza que ha encarecido alimentos básicos como el aceite, el arroz, los huevos y el pollo, y que ha derivado en escasez en supermercados y mercados.
En el lado boliviano, los estantes vacíos y la sustitución de productos nacionales por importados más costosos se han vuelto una imagen frecuente. En La Paz, por ejemplo, hay supermercados donde los aceites europeos ocupan el espacio que antes tenía el producto local. Consumidores denuncian que en apenas una semana el precio de una botella de aceite pasó de 30 a 50 bolivianos. “Ya no se puede comprar nada, los precios están por las nubes”, lamenta una las compradoras para el citado medio.

Devaluación de la moneda boliviana
La falta de dólares es otro factor que agudiza la crisis. Según informó la BBC, en Desaguadero, Bolivia, se necesitan 14 bolivianos para comprar un dólar en el mercado paralelo, el doble del tipo de cambio oficial de 6,9 bolivianos fijado por el Banco Central de Bolivia. Este diferencial ha creado un incentivo para que muchos crucen hacia el lado peruano en busca de divisas, lo que alimenta un intenso comercio cambiario informal.
Basta con cruzar el puente internacional para encontrar en el lado peruano una fila de casas de cambio que aceptan bolivianos, soles, dólares e incluso euros. Frente a estos locales, cambistas ambulantes que atienden a clientes bajo el sol del mediodía.
En medio de la devaluación, esta actividad beneficia principalmente a intermediarios. “En general favorece a los comercializadores que aprovechan el diferencial de precios a través del arbitraje”, explicó a la BBC el economista peruano Gonzalo Tamayo. “El consumidor peruano posiblemente no obtenga una ventaja significativa”.

Escasez y contrabando
El combustible se ha convertido en otro foco de tensión. El precio de la gasolina en Bolivia es fijado por el gobierno en 3.74 bolivianos por litro, US$0,54 al tipo de cambio oficial, lo que equivale a apenas un cuarto de dólar al paralelo. En Perú, en cambio, el litro supera los US$1,05, lo que crea un fuerte incentivo para el contrabando a la inversa, como lo llama el presidente boliviano Luis Arce: productos subsidiados que son vendidos en el exterior a precios de mercado. El propio gobierno estima que casi el 30 % del combustible termina fuera de Bolivia por esta vía.
La escasez ha generado escenas de tensión, como la registrada en octubre pasado en una estación de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) en Desaguadero. Olga Quispe, empleada del establecimiento, contó que, tras horas de fila, decenas de personas enfurecieron cuando se anunció el cierre. “Empezó a tirarme piedras… tuve que encerrarme en la oficina. Tuve miedo, mucho miedo a que prendieran fuego todo”, relató.

Transporte y comercio afectados
El transporte transfronterizo también ha sido golpeado. Transportistas como Policarpio Boya, que antes llevaban cargamentos de soya desde Santa Cruz hasta Lima, han dejado de cruzar porque “trabajar desde Bolivia para el exterior ya no es rentable”. Ahora limitan su ruta hasta la frontera, evitando pérdidas.
Por su parte, empresarios bolivianos sufren retrasos y sobrecostos por la falta de diésel y las trabas en el cruce. Esteban Eid, gerente de una empresa de materiales de construcción, afirma que no puede transportar todos sus pedidos desde Desaguadero debido a la escasez de combustible. “Si estuviera en mis manos vender la empresa e irme del país, lo haría. Los costos suben, no tenemos materia prima y cada vez son más las complicaciones en la frontera. Estamos, como empresarios, totalmente huérfanos”, declaró para el citado medio.
A la par, comerciantes peruanos aprovechan para vender en su territorio productos bolivianos que son escasos o más caros al otro lado del puente, como aceite de soya de Santa Cruz, que se ofrece en el sur de Perú al doble del precio que en La Paz.

Control militar y perspectivas
Para frenar el contrabando, el presidente Arce ordenó el despliegue de militares en Desaguadero. Sin embargo, la población local percibe que las medidas no han logrado controlar la situación. “Vivimos con miedo. Los militares no controlan la zona, la ciudad está dominada por los contrabandistas”, aseguró una comerciante boliviana.
De cara a las elecciones generales, economistas como Gonzalo Tamayo sostienen que una salida a la crisis de combustibles pasa por “eliminar los subsidios y liberalizar los precios”. Sin embargo, advierten que esta medida dependerá de la capacidad política del próximo presidente para manejar el ajuste. Mientras tanto, residentes como Quispe solo esperan que el panorama cambie: “Queremos que todo se normalice de una vez”.



