
En solo dos años, el Ministerio de Salud asegura haber duplicado el número de niños menores de un año recuperados de anemia en el país. El dato fue referido por el viceministro de Salud Pública, Ricardo Peña, quien detalló que esta mejora se debe al seguimiento médico, la entrega de tratamientos gratuitos y la articulación multisectorial que incluye a gobiernos regionales, locales y hasta empresas privadas.
Según el Minsa, mientras en 2022 se registraron 9.351 casos de recuperación en establecimientos de salud, la cifra subió a 16.022 en 2023 y este 2024 ya se alcanzaron 21.341 menores recuperados de anemia. Esta tendencia se enmarca en el Plan Multisectorial para la Prevención y Reducción de la Anemia Materno Infantil, que busca reducir drásticamente los indicadores de esta enfermedad que afecta el desarrollo físico y cognitivo en la primera infancia.
Peña indicó que los menores atendidos fueron diagnosticados en centros de salud públicos y recibieron tratamiento con sulfato ferroso en gotas o jarabe, seguimiento médico, consejería nutricional y monitoreo periódico. El tratamiento es completamente gratuito tanto para lactantes como para mujeres gestantes en todo el país. Actualmente, el Minsa impulsa la campaña de comunicación nacional “Niños sin anemia, su futuro depende de ti”, enfocada en fomentar el descarte temprano y el inicio inmediato del tratamiento.
Atención gratuita, campaña nacional y proyección al 2026

Se espera que para el año 2026, el sistema público de salud logre atender a 400.000 menores de 3 años, en prevención y control de la anemia. Esta intervención incluye la promoción de una dieta rica en hierro, con alimentos como sangrecita, hígado de pollo, carnes rojas, bazo y pescado oscuro, recomendados a partir de los seis meses de edad, cuando se inicia la alimentación complementaria tras la lactancia exclusiva.
El Minsa también ha hecho énfasis en asegurar condiciones que favorezcan la absorción del hierro, como el consumo de agua segura y la prevención de parásitos intestinales. Se aconseja hervir el agua para el consumo de bebés y niños pequeños, y combinar el sulfato ferroso con frutas cítricas para mejorar su tolerancia. Además, se han desplegado programas como Compromiso 1, orientados a mejorar el seguimiento médico y reducir la prevalencia de anemia en regiones con mayor vulnerabilidad.
La campaña busca también concientizar sobre los riesgos de esta condición en la primera infancia, que puede afectar el desarrollo del cerebro, el aprendizaje, las defensas del organismo y las habilidades motrices de los niños. Por ello, se exhorta a padres, madres y cuidadores a acercarse a los centros de salud y acceder al diagnóstico y tratamiento gratuito, disponible en todos los establecimientos del país.
¿Qué es y qué causa la anemia infantil?

La anemia infantil es una afección en la que el número de glóbulos rojos en la sangre está por debajo de lo normal para la edad del menor. La causa más común es la deficiencia de hierro, un mineral esencial para la producción de hemoglobina, la proteína que transporta oxígeno a los tejidos del cuerpo. Esta carencia, también llamada ferropenia, es considerada una de las deficiencias nutricionales más frecuentes en el mundo, y afecta particularmente a niños en etapas de crecimiento acelerado.
No obstante, la anemia puede deberse también a otros factores. Algunos menores desarrollan esta condición por pérdidas de sangre repetidas —como hemorragias intestinales, sangrados nasales o menstruaciones abundantes—, mientras que otros casos se originan por la destrucción acelerada de glóbulos rojos debido a trastornos hereditarios, como los síndromes talasémicos. También es posible que el organismo del niño no produzca suficientes hematíes si hay déficits nutricionales persistentes o problemas de absorción intestinal.
En muchos casos, la anemia se instala de forma progresiva, sin síntomas evidentes al inicio. De hecho, más del 50% de los niños anémicos pueden no presentar señales claras de alerta. Por eso, el diagnóstico temprano es clave para iniciar un tratamiento eficaz y evitar complicaciones futuras que pueden afectar el desarrollo físico y cognitivo del menor.