¿Cómo se manifiesta el estrés crónico en el cuerpo?: Psiquiatra explica en qué consiste la somatización

Especialista detalla cómo es que reacciona el cuerpo para pedir ayuda cuando la carga psíquica se vuelve insoportable

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Un hombre con estrés crónico
Un hombre con estrés crónico (Shutterstock)

Despertar con el cuerpo tenso, sufrir insomnio y presentar dolores recurrentes sin encontrar explicación médica se ha vuelto frecuente para muchos habitantes de ciudades grandes. Dolores de cabeza, palpitaciones, fatiga o presión en el pecho suelen interpretarse como problemas físicos, pero en ocasiones son señales de que el estrés crónico está desbordando la salud emocional y física.

El doctor Antonio Lozano Vargas, médico psiquiatra de la Clínica Anglo Americana, explicó a Andina que el cuerpo y la mente están profundamente conectados. “Cuando vivimos bajo presión constante, por trabajo, familia, deudas o incluso por exigencias internas, nuestro organismo entra en un estado de alerta permanente que altera funciones básicas como el sueño, la digestión o la regulación del dolor”, acotó.

Este fenómeno tiene un nombre en medicina: somatización. “La mente tiende a silenciar el malestar emocional, convirtiéndolo en síntomas corporales. Esto se conoce como somatización, y es una forma que tiene el cuerpo de pedir ayuda cuando la carga psíquica se vuelve insoportable”, indica el especialista.

El estrés produce envejecimiento prematuro,
El estrés produce envejecimiento prematuro, así como procesos inflamatorios crónicos (iStock)

El estrés cotidiano y sus síntomas silenciosos

El estrés sostenido se manifiesta a través de múltiples malestares, precisa la agencia nacional. Entre ellos, la hiperactivación del sistema nervioso autónomo provoca desde gastritis hasta migrañas y tensión muscular. No solo se presentan episodios de fatiga inexplicable o palpitaciones, también se alteran procesos básicos como el ciclo menstrual. El experto señala: “En muchos casos, la persona no identifica una causa emocional detrás de sus malestares y, al no encontrar hallazgos en análisis médicos, siente frustración, incredulidad o miedo”.

Las consecuencias van más allá del sufrimiento físico. Ignorar los efectos del estrés puede derivar en enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, trastornos autoinmunes y problemas como ansiedad severa o depresión. La vida social, el rendimiento laboral y la calidad de vida también se ven disminuidos de manera progresiva. “El problema es que en contextos donde hablar de salud mental sigue siendo un tabú, se prefiere consultar por el cuerpo que por la mente. Y eso retrasa el abordaje adecuado del problema”, advierte Lozano.

Distinguir si un síntoma tiene base orgánica o emocional requiere una evaluación clínica integral. “No se trata de restarle valor al malestar, sino de entender que si los exámenes salen normales, pero el dolor o la fatiga persisten, debemos mirar más allá del cuerpo. Ahí es donde un psiquiatra o psicólogo puede intervenir y orientar un tratamiento adecuado”, afirma el médico.

Trafico en Lima
Trafico en Lima

Tráfico, estrés urbano y calidad de vida en Lima

El contexto urbano agrava la situación. En Lima, el tráfico vehicular impregna la rutina de estrés y agotamiento. Cientos de miles de limeños enfrentan trayectos prolongados y experiencias adversas en el transporte público, con jornadas que pueden extenderse hasta cuatro horas solo para llegar al trabajo.

Latina documentó el testimonio de varios usuarios del transporte en la Panamericana Norte. A las seis de la mañana, el tránsito estaba paralizado y algunos pasajeros intentaban descansar en los asientos para enfrentar la jornada. Katy, una de las pasajeras, relató: “Duermo cinco horas, cuatro horas... Me voy a mudar, no hay de otra”.

El viaje en bus no solo implica pérdida de tiempo. La incomodidad y la inseguridad forman parte del día a día. “He tenido suerte porque si no iba parada, me empujan, hasta te roban”, mencionó otra usuaria. Este entorno de estrés diario configura un escenario donde los síntomas físicos y emocionales se retroalimentan y afectan la salud de manera invisible.

La orientación profesional y la educación emocional surgen como alternativas para reducir el impacto de estos factores. “La educación emocional también es clave. Aprender a reconocer lo que sentimos, y saber cuándo pedir ayuda, es parte del cuidado de nuestra salud”, sostiene Lozano.