La extorsión se ha convertido en una práctica común en Lima, afectando no solo a empresarios, sino también a artistas y agrupaciones musicales. Bandas criminales como Los Injertos del Cono Norte han extendido su control mediante amenazas directas, ataques violentos y mensajes intimidatorios. Estas organizaciones buscan someter a sus víctimas a través del miedo, exigiendo pagos o “alineamientos” para permitirles operar en la capital peruana.
Un ejemplo reciente de esta situación es el caso de Armonía 10 de Walther Lozada, una reconocida agrupación musical. La banda recibió un mensaje de WhatsApp firmado por Los Injertos del Cono Norte, en el que se les advertía que no podrían presentarse en Lima si no cumplían con las exigencias de los extorsionadores. “No tocas en Lima si no te alineas. Aquí no jugamos. ¿Quieren sangre? La tendrán”, decía el mensaje, según consignó Panamericana Televisión. Este tipo de amenazas no solo busca intimidar, sino también establecer un control absoluto sobre las actividades comerciales y culturales en la región.
Un fenómeno que se ha normalizado con el tiempo
La extorsión en Lima no es un fenómeno nuevo, pero su frecuencia y brutalidad han aumentado con los años. Como recordó Panamericana Televisión, en 2004, la dueña del conocido local Chepita Royal, Josefina Jacinto Díaz, fue secuestrada por un grupo de delincuentes que exigieron un rescate para liberarla. Aunque en ese entonces este tipo de crímenes eran menos comunes, el caso marcó un precedente en la historia de la criminalidad en la ciudad. “No se ha pagado lo que se ha podido pagar. No teníamos más que pagar”, declaró un familiar de la víctima en aquel momento, reflejando la desesperación de las familias afectadas.
Hoy, más de dos décadas después, la situación ha cambiado drásticamente. Según el comandante en retiro Francisco Rivadeneira, quien estuvo involucrado en la investigación del caso de Chepita Royal, la extorsión se ha normalizado hasta niveles alarmantes. “La cifra negra es escandalosa. La gente está pagando las extorsiones con la finalidad de evitar ser víctimas o ser agraviados”, afirmó Rivadeneira al noticiero 24 Horas. Esta “cifra negra” hace referencia a los casos que no se denuncian, ya sea por miedo a represalias o por desconfianza en las autoridades.
La complicidad y la falta de protección agravan el problema
Uno de los factores que ha permitido el crecimiento de estas prácticas es la complicidad de algunos agentes de seguridad, según explicó Rivadeneira. “Lamentablemente, las autoridades no están brindando la protección debida”, señaló el excomandante, quien también destacó que la corrupción dentro de las fuerzas del orden ha incrementado en los últimos años, facilitando la operación de estas bandas criminales.
En este contexto, los mensajes de los extorsionadores se han vuelto cada vez más explícitos y violentos. En otro caso reportado, un individuo identificado como “El Monstruo del Cono Norte” envió un mensaje a un empresario local, advirtiendo que no mide las consecuencias de sus actos. “Ya por las noticias te habrás podido dar cuenta que yo no mido las consecuencias ni veo caras”, decía el mensaje, dejando claro que cualquier persona o negocio puede convertirse en objetivo de estas organizaciones.
La industria musical, en la mira de los extorsionadores
El impacto de la extorsión en la industria musical es particularmente preocupante. Agrupaciones como Armonía 10 no solo enfrentan el desafío de mantenerse relevantes en un mercado competitivo, sino que ahora también deben lidiar con amenazas que ponen en riesgo su seguridad y la de sus integrantes. Los extorsionadores no solo buscan dinero, sino también establecer un control sobre quién puede o no presentarse en determinados lugares, utilizando la violencia como herramienta para imponer su voluntad.
Los ataques con granadas y dinamita, mencionados en los mensajes de los extorsionadores, son una muestra del nivel de violencia al que están dispuestos a llegar para cumplir sus objetivos. “Mira lo que pasó en Chepita Royal”, decía uno de los mensajes enviados a Armonía 10, haciendo referencia al ataque sufrido por el conocido local en el pasado.
