El Día Internacional de la Mujer pone en evidencia el impacto de las mujeres en el agro peruano. De acuerdo con el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri), unas 938.089 mujeres están inscritas en el Padrón de Productores Agrarios (PPA), dedicándose a actividades agrícolas, pecuarias y forestales en todo el país. Esta cifra representa el 45.5% del total de los productores agrarios registrados a nivel nacional.
Las mujeres son fundamentales en la agricultura peruana, especialmente en las zonas rurales, donde representan la columna vertebral de la producción agrícola. De las más de 2 millones de personas registradas en el PPA, casi la mitad son mujeres que trabajan en la agricultura, ganadería y silvicultura. En términos de regiones, Puno es la que concentra el mayor número de agricultoras con 114.295, seguida de Cajamarca (89.969), Huánuco (83.029), Junín (75.087) y Cusco (70.237). En estas áreas, las mujeres son responsables de gran parte de la producción de cultivos clave como la papa, el maíz y la quinua, así como de otros productos alimenticios que llegan a mercados locales y de exportación.
Aunque su presencia es destacada, la gran mayoría de las mujeres en el campo trabajan en parcelas pequeñas. El 95.2% de las tierras que gestionan no superan las 10 hectáreas. Esto significa que muchas de ellas se dedican a cultivos familiares, orientados principalmente a la subsistencia o la venta en mercados cercanos. Sin embargo, su contribución es crucial no solo para alimentar a sus comunidades, sino también para garantizar la seguridad alimentaria del país.
Obstáculos persistentes en el campo
A pesar de la enorme labor que desempeñan, las mujeres rurales siguen enfrentando obstáculos que limitan su crecimiento dentro del sector agropecuario. Uno de los principales desafíos es el acceso a la tierra. Aunque muchas de ellas son responsables del trabajo agrícola en sus hogares, la propiedad de las tierras generalmente está registrada a nombre de los hombres, lo que restringe su capacidad de tomar decisiones sobre los recursos y, por lo tanto, de invertir en la expansión de sus cultivos.
Además, el acceso a crédito y financiamiento sigue siendo limitado para las mujeres del campo. A pesar de los esfuerzos de diversas instituciones, tanto públicas como privadas, las mujeres a menudo se enfrentan a barreras burocráticas o culturales que dificultan su acceso a los recursos financieros necesarios para modernizar sus prácticas agrícolas, mejorar sus cosechas o diversificar su producción.
Otro factor que limita su participación plena en el agro es la carga del trabajo doméstico. Las mujeres, además de cumplir con sus tareas en el campo, también se encargan de las labores del hogar, la crianza de los hijos y, en muchos casos, de las actividades de comercialización. Esta doble carga reduce el tiempo y los recursos que pueden destinar a la gestión de sus parcelas y emprendimientos.
Políticas de apoyo: ¿son suficientes?
En los últimos años, el Gobierno peruano ha reconocido la importancia de las mujeres en el agro y ha implementado diversas políticas para fortalecer su participación en el sector. Una de las iniciativas más relevantes ha sido la “Estrategia de Emprendimiento de la Mujer Rural e Indígena” (EEMRI), que busca apoyar a las mujeres a través de subvenciones para proyectos agrícolas, pecuarios y forestales. Entre 2022 y 2024, más de 8.200 mujeres rurales e indígenas se beneficiaron de esta estrategia, con una inversión de S/ 67.9 millones.
A pesar de estos esfuerzos, sigue existiendo una brecha significativa entre las políticas impulsadas y la realidad que enfrentan muchas mujeres rurales. La falta de acceso a información sobre programas de apoyo, sumada a la escasa infraestructura en zonas rurales, dificulta que muchas mujeres aprovechen las oportunidades ofrecidas por el Gobierno.
El potencial de las mujeres en el agro: desafíos y oportunidades
Si bien las mujeres en el agro representan una parte esencial de la producción nacional, el potencial de este sector podría ser mucho mayor si se eliminaran las barreras de acceso a los recursos y la propiedad. Las mujeres son, a menudo, las primeras en adoptar prácticas agrícolas sostenibles y diversificar los cultivos, lo que podría impulsar la competitividad del agro peruano en el mercado global. Sin embargo, esto solo será posible si se les otorgan los mismos recursos, herramientas y oportunidades que a sus contrapartes masculinas.
El trabajo de las mujeres en el campo es, sin duda, uno de los pilares del agro peruano. Si bien las cifras son alentadoras, el desafío sigue siendo grande. A medida que el país avanza en la promoción de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres rurales, será necesario un enfoque más integral para asegurar que estas mujeres tengan las herramientas necesarias para liderar el futuro del agro en el Perú.
Con un acceso igualitario a los recursos, las mujeres podrán continuar siendo el motor de un sector más competitivo, inclusivo y sostenible, que no solo beneficie a las comunidades rurales, sino que impulse la economía nacional.A pesar de su importancia en la seguridad alimentaria y la economía rural, las mujeres enfrentan barreras que limitan su crecimiento dentro del sector agrícola
