El Hospital Regional de Ayacucho Miguel Ángel Mariscal Llerena enfrentó el pasado 5 de marzo una nueva emergencia debido a una severa filtración de agua en sus instalaciones debido a las lluvias. El incidente ocurrió en el área de laboratorio, donde el agua empozada dañó equipos de cómputo, documentos importantes y puso en riesgo la seguridad del personal médico. Este evento, que casi provoca la electrocución de un médico, es el segundo de su tipo en menos de dos meses, lo que ha generado preocupación entre la población y los trabajadores del hospital.
El agua no solo se filtró, sino que cayó en forma de una “ducha” desde el cielorraso, afectando gravemente el ambiente hospitalario. Las imágenes difundidas muestran cómo al menos dos paneles del techo colapsaron, dejando caer una gran cantidad de agua que inundó el área. Este problema, que se suma a un colapso de tuberías registrado el pasado 27 de enero, evidencia fallas estructurales persistentes en el hospital, a pesar de las declaraciones previas de las autoridades sobre la supuesta solución de estos inconvenientes.
El personal del hospital ha señalado que las reparaciones realizadas hasta ahora han sido insuficientes y temporales. Según detallaron, el sistema sanitario del edificio necesita ser reemplazado por completo, ya que las soluciones parciales no han logrado prevenir nuevas emergencias. Esta situación no solo afecta la operatividad del hospital, sino que también pone en riesgo la vida de médicos, enfermeros y pacientes, quienes se enfrentan a condiciones inseguras en un espacio que debería garantizar su bienestar.
La gestión del Gobierno Regional de Ayacucho, responsable de la construcción y mantenimiento del hospital, ha sido objeto de críticas por parte de la población y los trabajadores de la salud. Hasta el momento, no se ha emitido un pronunciamiento oficial sobre las medidas que se tomarán para resolver de manera definitiva estos problemas. Según el medio local, se espera que en los próximos días las autoridades brinden información sobre los costos de reparación y las acciones que implementarán para evitar que estos incidentes se repitan.
El impacto de esta nueva inundación no se limita a los daños materiales. La situación ha generado un clima de incertidumbre y preocupación entre los trabajadores del hospital, quienes exigen soluciones inmediatas para garantizar la seguridad de las instalaciones. Además, la población de Ayacucho, que depende de este centro de salud para recibir atención médica, ha manifestado su descontento ante la falta de respuestas concretas por parte de las autoridades.
El incidente también ha puesto en evidencia la precariedad de la infraestructura hospitalaria en la región. Las imágenes del agua cayendo desde el techo y cubriendo conexiones eléctricas en el suelo reflejan un nivel de deterioro que no debería ocurrir en un establecimiento de salud. La gravedad de la situación ha llevado a cuestionar la capacidad de gestión del gobierno regional y la calidad de la construcción del hospital, que debería ser un espacio seguro y funcional para atender las necesidades de la población.
En este contexto, las críticas hacia el gobernador regional, Wilfredo Oscorima, han aumentado y se cuestiona su capacidad para gestionar soluciones efectivas en un hospital que ha enfrentado dos emergencias graves en menos de dos meses. La falta de respuestas claras y la repetición de incidentes similares han generado desconfianza en la población, que exige mayor transparencia y compromiso por parte de las autoridades.
El Hospital Regional de Ayacucho es un centro de referencia en la región, y su correcto funcionamiento es esencial para garantizar la atención médica de miles de personas. Sin embargo, los problemas estructurales y la falta de mantenimiento adecuado han puesto en riesgo no solo los recursos materiales del hospital, sino también la seguridad de quienes trabajan y reciben atención en sus instalaciones.
