Un macabro crimen sacudió la madrugada del último miércoles en La Molina, cuando Andrea Elizabeth Paredes Reyes, de 37 años, fue brutalmente asesinada a cuchilladas por su expareja, Junior Grandez Vásquez. La mujer fue atacada en plena vía pública, en el cruce de la Alameda del Corregidor y el jirón Las Tipuanas. El feminicida huyó a toda velocidad, pero fue capturado horas después por la Policía Nacional en su vivienda de Comas.
Andrea Paredes Reyes, una madre trabajadora y reconocida en su comunidad, perdió la vida de manera violenta a manos de su expareja, quien ya había mostrado antecedentes de violencia física. La víctima, mamá de dos hijos en común con el agresor, había logrado denunciar a Grandez Vásquez ante las autoridades por maltrato físico, lo que derivó en la ruptura de su relación hace un año. Sin embargo, las medidas de protección otorgadas por la comisaría de La Pascana no lograron frenar la violencia que finalmente cobró su vida.
El asesinato ocurrió tras una serie de acosos previos de Grandez Vásquez hacia su exconviviente. A pesar de haber sido advertido sobre las medidas legales tomadas por Andrea, el hombre persistió. Horas antes del ataque fatal, se presentó en la pastelería donde Andrea trabajaba en La Molina, buscando una reconciliación. Sin embargo, la mujer rechazó rotundamente sus avances, dejándole claro que no deseaba retomar la relación.
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Relación violenta
El historial de violencia de Junior Grandez Vásquez era conocido, tanto por Andrea como por las autoridades. Según familiares de la víctima, ella había tomado la valiente decisión de poner fin a la relación debido a las constantes agresiones físicas sufridas. “Mi hermana dijo que no quería tener ninguna relación con él. Ella tenía medidas de protección que le habían dado en La Pascana”, relató la hermana de la víctima para el programa de noticias Primera Edición. Además, lamentó la ineficacia de estas medidas para garantizar la seguridad de Andrea.
A pesar de la denuncia y las restricciones judiciales, Grandez Vásquez siguió acosando a Andrea, lo que culminó en el trágico desenlace. La mujer había colocado su confianza en el sistema de justicia, pero la violencia no cesó.
El día del crimen, Andrea terminó su turno laboral en la pastelería y, como de costumbre, se dirigió a casa en su motocicleta. Durante su trayecto, en el cruce de la Alameda del Corregidor y el jirón Las Tipuanas, su expareja la interceptó con su vehículo. Después de obligarla a detenerse, la joven madre cayó al suelo, momento en el que Junior Grandez Vásquez aprovechó para atacarla con un cuchillo.
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Según los testigos del brutal ataque, el hombre le asestó varias puñaladas en diversas partes del cuerpo, para luego huir rápidamente, dejando a la madre sus hijos herida en el pavimento.
Fuga y el intento de suicidio
Tras cometer el asesinato, Junior Grandez huyó a toda velocidad por la avenida Javier Prado. No obstante, las horas siguientes al crimen fueron clave para su captura. Según los testimonios de familiares de Andrea, el femicida intentó suicidarse poco después del ataque, pero falló en su intento. Se dio a la fuga a bordo de su vehículo, que terminó incendiándose en plena vía, lo que provocó una situación aún más dramática.
La familia del agresor se enteró de lo sucedido, lo que permitió a la Policía Nacional de Perú (PNP) localizarlo rápidamente en su casa en el distrito de Comas. El sujeto no opuso resistencia a la autoridad al momento de su captura. Además, presentaba quemaduras en su cuerpo, lo que corroboró que había intentado suicidarse antes de ser capturado por las autoridades.
Las cámaras de seguridad del municipio de La Molina documentaron el momento exacto del ataque, y fueron entregadas a la Policía para continuar con las investigaciones. Según los informes de la División de Investigación Criminal (Depincri), estas grabaciones serán cruciales para presentar pruebas sólidas que respalden los cargos de feminicidio contra el detenido.
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Familia exige justicia para Andrea
El crimen ha generado una fuerte conmoción entre los familiares y amigos de Andrea, quienes exigen justicia y subrayan la impotencia que sienten al ver cómo, a pesar de las medidas de protección y las denuncias, la violencia de género sigue cobrando vidas.
“Mi hermana no merecía esto, ella tenía derecho a vivir una vida tranquila después de todo lo que sufrió”, expresó la hermana de la víctima para el citado medio.