Las agresivas medidas contra inmigrantes ilegales del nuevamente electo Donald Trump continúan intensificándose, lo que ha resultado en la deportación de miles de indocumentados desde Estados Unidos. Entre ellos, la Cancillería peruana ha confirmado que 74 ciudadanos peruanos serán deportados del país norteamericano. Sin embargo, el mandatario propuso la prisión de Guantánamo como centro de detención para extranjeros en situación irregular.
A través de una orden ejecutiva, Donald Trump autorizó el uso de la base naval de Guantánamo, ubicada en Cuba, para albergar hasta 30 mil inmigrantes indocumentados. La decisión ha generado un amplio debate, pues esta instalación es mundialmente conocida por haber sido utilizada como centro de detención para sospechosos de terrorismo tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Organizaciones de derechos humanos han expresado su preocupación ante esta medida, denunciando que las condiciones en las que permanecen los prisioneros en Guantánamo han sido catalogadas como inhumanas. La falta de procesos judiciales y la detención indefinida de personas sin cargos formales han sido algunos de los principales cuestionamientos hacia este centro de reclusión.
La historia y controversia de la prisión de Guantánamo
La prisión de Guantánamo fue inaugurada en enero de 2002 durante la presidencia de George W. Bush con el objetivo de retener a presuntos terroristas capturados en Afganistán y otras zonas de conflicto. Se trataba de una estrategia dentro de la “Guerra contra el Terrorismo”, lanzada tras los atentados del 11-S.
Desde su apertura, la prisión ha sido un símbolo de controversia a nivel internacional. Críticos han señalado que los detenidos han sido privados de garantías legales básicas, permaneciendo recluidos durante años sin acceso a juicios justos. Además, informes de organismos de derechos humanos han documentado reiteradas violaciones a la integridad de los internos.
Entre los principales cuestionamientos a Guantánamo destacan los métodos utilizados durante los interrogatorios. Diversos reportes han revelado el uso de prácticas como el “submarino” (waterboarding), la privación prolongada del sueño y el confinamiento extremo en celdas reducidas, lo que ha sido calificado por expertos como tratos crueles, inhumanos y degradantes.
Además de las condiciones de detención, el estatus legal de los reclusos ha sido objeto de críticas. Al no estar en suelo estadounidense, la prisión de Guantánamo ha operado en un limbo jurídico que impide a muchos de los internos acceder al sistema judicial de EE. UU.. Esto ha permitido que cientos de personas permanezcan recluidas durante años sin que se les presenten cargos formales o sin que se les conceda el derecho a la defensa.
El futuro de la prisión y las posturas políticas
Desde su apertura, aproximadamente 779 personas han pasado por la prisión de Guantánamo. A lo largo de los años, varias administraciones han intentado modificar su funcionamiento. Durante la presidencia de Barack Obama, hubo un esfuerzo por cerrar ese centro de detención y trasladar a los detenidos a otras instalaciones, pero el Congreso bloqueó la iniciativa. En contraste, Donald Trump ha defendido la necesidad de mantener dicha prisión operativa y, con su reciente orden ejecutiva, busca ampliar su uso para el control migratorio.
En 2022, solo quedaban 39 prisioneros en Guantánamo, una cifra muy inferior a los primeros años de su funcionamiento. Sin embargo, la nueva decisión de Trump de utilizar este centro de detención para la retención de inmigrantes podría modificar su propósito original y reactivar su actividad a gran escala.
Justificación de Trump
El mandatario ha justificado su decisión argumentando que muchos inmigrantes ilegales que intentan ingresar a Estados Unidos representan un riesgo para la seguridad nacional. Según sus declaraciones, algunos no pueden ser devueltos a sus países de origen debido a conflictos diplomáticos o falta de acuerdos bilaterales, lo que hace necesario su confinamiento en instalaciones seguras como Guantánamo.
La orden ejecutiva instruye al Departamento de Defensa y al Departamento de Seguridad Nacional para que preparen las instalaciones de la base naval y gestionen la llegada de los inmigrantes indocumentados. No obstante, la medida ha generado rechazo por parte de diversas organizaciones defensoras de los derechos humanos, que han advertido que esta decisión expone a los migrantes a condiciones de detención cuestionadas por la comunidad internacional.