Un joven colombiano protagonizó un peculiar reto organizado por el canal de YouTube ‘Así es Perú’, donde puso a prueba el sabor de dos versiones del famoso pollo a la brasa.
Bajo una estricta cata a ciegas, el participante evaluó los platos de Perú y España sin influencias visuales ni contextuales. La experiencia, que dejó al descubierto marcadas diferencias culinarias, permitió destacar las características únicas de cada preparación.
El primer bocado
El recorrido comenzó con el pollo rostizado español. El participante lo describió como jugoso, con un toque ácido que agradó en un inicio. Sin embargo, notó una carencia de sazón que no logró cumplir con sus expectativas.
Pues a pesar que consideró que es jugoso, le falta algo más de intensidad en los condimentos. “Está bajo de sal y el sabor no termina de destacar”, comentó tras el primer mordisco.
Aunque valoró la textura y la cocción del pollo español, reconoció que el plato carecía del impacto especiado que suele preferir en sus comidas, dejando una impresión discreta en comparación con lo que vendría después.
El turno del pollo a la brasa peruano
Cuando llegó el momento de probar el pollo a la brasa peruano, el participante percibió inmediatamente un aroma más envolvente y atractivo. A pesar de tener los ojos vendados, la experiencia sensorial fue significativamente distinta.
“Desde el primer bocado sentí un sabor más profundo y equilibrado. Es jugoso, lleno de condimentos y con un toque ahumado que lo hace único”, expresó entusiasmado.
La intensidad de los sabores y el equilibrio entre los ingredientes parecieron conquistar al joven colombiano, quien destacó que este plato lograba deleitar al paladar sin resultar pesado.
La revelación final
Tras finalizar la cata a ciegas, al participante se le permitió observar ambos platos. Esta revelación no cambió su opinión inicial, pero sí le ofreció una perspectiva más amplia sobre las diferencias entre ambos estilos.
El pollo español, aunque bien preparado, no logró convencerlo del todo. “No me termina de gustar completamente. Es un plato sencillo, pero siento que le falta algo que lo haga especial”, señaló.
En cambio, el pollo peruano brilló por su color, aroma y presentación, atributos que complementaron su destacado sabor. “Podría comer esto una y otra vez sin cansarme. Tiene condimentos bien equilibrados y un gusto que no satura”, afirmó.
El secreto del pollo a la brasa peruano
El pollo a la brasa en Perú no solo destaca por su sabor, sino también por la dedicación que implica su preparación. Este platillo emblemático se somete a un marinado elaborado con especias locales como comino, ajo y ají panca, que aportan profundidad al sabor.
La cocción al carbón o leña añade un aroma ahumado que realza cada bocado, diferenciándolo de las versiones internacionales.
En contraste, la receta española se enfoca más en la textura jugosa del pollo, priorizando un enfoque más ligero en los condimentos, lo que para algunos paladares puede resultar menos impactante.
Un veredicto que trasciende fronteras
El desafío terminó con una clara inclinación del participante hacia el pollo a la brasa peruano, elogiado por su riqueza de sabores, aroma inigualable y textura jugosa.
Esta experiencia no solo reafirmó la supremacía del plato en su versión peruana, sino que también evidenció cómo la gastronomía puede ser un puente entre culturas, revelando matices que enriquecen la experiencia culinaria global.
Historia del pollo a la brasa
El pollo a la brasa, uno de los mayores orgullos gastronómicos del Perú, nació en 1949 gracias al suizo Roger Schuler en Santa Clara, Ate. Schuler, al enfrentar dificultades para vender pollos, los cocinó para evitar pérdidas, creando un plato que rápidamente ganó popularidad.
Con el apoyo de su socio Franz Ulrich, diseñaron el horno “Retombo”, que permitió cocinar varias aves de forma uniforme y eficiente.
En 1950, inauguraron La Granja Azul, ofreciendo un pollo marinado inicialmente solo con sal, pero que con los años incorporó especias como el huacatay y ají panca. Este plato siempre estuvo acompañado de papas fritas y ensalada, formando un trío culinario que conquistó a los comensales.
La Granja Azul se mantiene como un referente histórico, expandiéndose a otros locales y conservando la tradición de este emblemático plato, que representa la identidad culinaria peruana y evoca nostalgia en quienes están lejos del país.