
Uno de los ingredientes fundamentales para cualquier plato de la amplia gastronomía peruana es el aceite de girasol.
Y es que este material, extraído de las semillas de la flor homónima y reconocido por su precio accesible, es una de las grasas vegetales más utilizadas en el mundo. Sin embargo, a pesar de los beneficios que también le puede traerá nuestra salud, su perfil nutricional ha generado controversias.
Un aliado para el corazón

A pesar de su reputación, el aceite de girasol ha sido reconocido por sus cualidades beneficiosas, especialmente en lo que respecta a la salud cardiovascular.
Este aceite vegetal, extraído de las semillas de girasol, es una excelente fuente de ácidos grasos poliinsaturados, como el ácido linoleico, que juega un papel crucial en la regulación de los niveles de colesterol en el organismo.
Además, el aceite de girasol también posee una alta concentración de vitamina E, un antioxidante que protege las células del daño causado por los radicales libres.
Esta propiedad refuerza la salud del sistema inmunológico, ayudando al cuerpo a combatir infecciones y enfermedades. Así, no solo se trata de un ingrediente común en la cocina, sino que sus beneficios van más allá del paladar.
En la cocina

Este aceite es ampliamente utilizado en diversas preparaciones culinarias gracias a su sabor suave y su capacidad para resistir altas temperaturas sin perder sus propiedades.
Ideal para freír, asar o hacer sofritos, el aceite de girasol es versátil y adecuado para todo tipo de platillos, desde ensaladas frescas hasta guisos calientes.
Su consumo en platos como las sopas o las ensaladas, puede aportar una dosis extra de ácidos grasos beneficiosos, sin alterar demasiado el sabor de las comidas.
Aunque no tiene un sabor dominante, es importante usarlo con precaución debido a su alta concentración calórica, lo que lo convierte en un aceite que debe ser consumido en cantidades moderadas para evitar efectos indeseados en la salud.
Propiedades antiinflamatorias y beneficios para la piel

Además de su uso en la cocina, el aceite de girasol se ha convertido en un aliado de la cosmética natural gracias a sus propiedades hidratantes y antioxidantes.
En el ámbito capilar, el aceite de girasol también se destaca por sus efectos hidratantes. Al ser ligero y no comedogénico, puede aplicarse en el cabello para nutrirlo y mejorar su apariencia. Muchos tratamientos capilares naturales lo incluyen en sus fórmulas debido a sus efectos reparadores.
Además, el aceite de girasol es una opción popular en el tratamiento de heridas menores, como quemaduras leves o úlceras, gracias a sus propiedades cicatrizantes. Este beneficio se debe principalmente a su acción antiinflamatoria, que acelera el proceso de curación.
Riesgos y precauciones al consumirlo

A pesar de sus beneficios, el aceite de girasol también presenta ciertos riesgos, especialmente cuando se consume en grandes cantidades.
Aunque es rico en ácidos grasos poliinsaturados, estos son más propensos a la oxidación, lo que puede generar radicales libres y dañar las células del cuerpo. Esta oxidación es una de las razones por las cuales los expertos advierten que el aceite de girasol debe ser consumido con moderación.
Asimismo, el aceite refinado, que es comúnmente utilizado en la industria alimentaria, puede perder parte de sus beneficios nutricionales. Los aceites prensados en frío, en cambio, conservan mejor las propiedades de sus componentes naturales. Por lo tanto, se recomienda elegir aceites de buena calidad, preferiblemente orgánicos y no refinados.
El aceite de girasol es un componente nutricionalmente valioso cuando se utiliza con moderación, y sus aplicaciones en la salud y la belleza son variadas y efectivas. Sin embargo, su consumo debe ser equilibrado para evitar los riesgos derivados de un uso excesivo, lo que subraya la importancia de optar por fuentes de calidad y mantener un consumo consciente.