
Durante años, las estructuras organizacionales estuvieron dominadas por el modelo C-Level que, en la mayoría de los casos, presenta o establece desde su concepción un esquema de mandos verticalista, donde las decisiones están centralizadas y dependen de las personas que ejecutan esos roles.
Sin embargo, el escenario está cambiando y la gestión horizontal se impone cada vez más. Las organizaciones deben adaptarse e impulsar modelos de gestión más flexibles, participativos y colaborativos.
Según un estudio de Deloitte, las organizaciones que promueven este tipo de estructura aumentan en un 20% su productividad y han demostrado ser altamente efectivas en términos de innovación y éxito empresarial. Además, el 70% experimenta un mayor compromiso por parte de sus empleados, lo que se traduce en un incremento significativo de la satisfacción laboral y la retención de talento.
En la búsqueda por redefinir la gestión organizacional se desarrolla un modelo denominado “Co-Level”, en el que las principales funciones de los líderes, que la industria conoce asociadas al CEO, CIO, CFO & CMO, son “co-mpartidas” en un equipo de Estrategia. Un modelo colaborativo con liderazgos participativos que promueve la horizontalidad y permite mayor elasticidad a la hora de ejecutar acciones de alto impacto.
A diferencia de un esquema más tradicional, este modelo presenta nuevos desafíos en la gestión y la toma de decisiones, relacionados con buscar un nivel de sincronización mucho más elevado entre los miembros del grupo de estrategia.
Estos nuevos enfoques, en los que las decisiones son compartidas y co-lideradas, traen consigo diversos beneficios que van desde la mayor flexibilidad y agilidad en la toma de decisiones, una visión más amplia y diversa, sin centralizar el poder en una sola persona, hasta el crecimiento más sostenible, reduciendo la dependencia de roles específicos.
Si bien este enfoque brinda grandes ventajas, también conlleva desafíos. La clave está en la sincronización y alineación para asegurar coherencia en la ejecución y comunicación.
Por último, y como parte de este proceso, el equipo no debe perder de vista sus pilares fundacionales: el talento, la demanda, la entrega de valor en sus productos o servicios y la eficiencia.
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