
A veces es normal sentir como si se estuviera navegando en un mar embravecido, donde las urgencias y problemas no frenan con el pasar de las horas del día. La incertidumbre económica global, los cambios repentinos en el mercado y las disrupciones tecnológicas constantes pueden generar una sensación de vértigo y confusión, especialmente cuando se lidera un equipo multidisciplinario. Sin embargo, si hay algo que es seguro es que, con el enfoque correcto, la incertidumbre se transforma en una oportunidad para el crecimiento y terreno fértil para capturar más oportunidades.
Aquellos que tienen experiencia en posiciones de liderazgo en equipos desde el mundo corporativo, en áreas de marketing y de data en agencias consultoras, son testigos de cómo la resiliencia y la adaptación son claves para superar desafíos. Olvidando por un momento los objetivos a largo plazo que, en tiempos de incertidumbre, pueden sentirse como una meta inalcanzable, lo esencial es concentrarse en lo que sí está bajo nuestro control: el liderazgo y la motivación de los equipos en el hoy.
Ante este escenario, hay ciertos principios que pueden ayudar a liderar con éxito en esta coyuntura turbulenta, en la que lo incierto es lo único estable:
- Cultivar la excelencia diaria: en lugar de obsesionarse con objetivos a largo plazo, que en la incertidumbre son a menudo fugaces, las personas deben concentrarse en lo que pueden controlar hoy. Inculcar en los equipos la práctica diaria de dar lo mejor de sí mismos. Una mañana enfocada en la excelencia puede generar un efecto dominó positivo para el resto del día.
- Liderar con el ejemplo: la incertidumbre genera ansiedad. Si un líder demuestra serenidad, proactividad y confianza, su equipo se sentirá más seguro y motivado. Se debe ser el faro que guía al equipo en medio de la tormenta con el ejemplo. Y si alguien se equivoca, no está mal admitirlo y mostrar grandes aprendizajes con el ejemplo. Un equipo debe ser un espacio seguro en donde todos se sientan libres de liderar con vulnerabilidad y excelencia desde sus propias posiciones.
- La vulnerabilidad como fortaleza: permitir la vulnerabilidad en un líder no lo debilita, sino todo lo contrario. Al compartir las propias dudas e inseguridades, se crea un espacio de confianza donde el equipo se siente cómodo expresando las suyas. Esta transparencia fortalece la colaboración y la resolución de problemas conjuntos. Además, habilita un alto enfoque en el resultado, más allá del problema.
- Fomentar la ayuda mutua: nadie es una isla. Crear una cultura en los equipos donde pedir ayuda sea una muestra de fortaleza, y no de debilidad, es clave. Al mostrar la propia disposición a buscar apoyo, se está dando el ejemplo para que los colaboradores también se sientan con la libertad de hacerlo. Honestamente, este principio puede resultar el más costoso de implementar porque muchas veces se piensa que pedir ayuda podría significar una carga para el equipo; sin embargo, es importante entender que el que pueda ayudar se ofrecerá siempre y cuando sus posibilidades se lo permitan.
- No limitarse a la situación actual: la incertidumbre es una oportunidad para reinventarse, para pensar más allá de los límites impuestos por la situación actual. Para esto, es necesario sentirse libre de explorar nuevas estrategias porque todas las ideas son buenas; probar nuevas herramientas, porque hay muchas y no tienen costo; asumir riesgos calculados siempre con un plan b bajo la manga; y, sobre todo, animar a los equipos a romper sus propias barreras juntos.
- Mirar siempre lo mejor de cada persona y de cada situación: como el colibrí, que extrae la dulzura de cada flor, el secreto está en enfocarse en encontrar lo mejor en cada persona y cada situación. Incluso en los momentos más desafiantes, hay oportunidades de crecimiento y aprendizaje.
- Alimentarse de lo bueno y agradable a diario: leer un buen libro, practicar ejercicio, disfrutar de la naturaleza, conectar con los queridos, disfrutar la vida incluso en aquellos procesos que resultan muy complicados. El estado anímico influye directamente en la capacidad de liderazgo y en la motivación de los equipos. El colibrí no solo busca el néctar, sino que también se cuida para poder seguir volando alto.
En Latinoamérica, la capacidad de adaptación y resiliencia de los líderes son legados históricos. Hoy toca aplicarlo a las estrategias de marketing, creando un entorno laboral donde la incertidumbre sea vista como un desafío que potencia el desarrollo individual y colectivo, y, sobre todo, donde el liderazgo humano marque la diferencia. El potencial humano es infinito siempre que lo decidamos así.
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