Un Congreso adolescente, aunque sin frescura

Sin proyectos, ni ideas innovadoras, ni de las otras tampoco

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En el recinto parlamentario al
En el recinto parlamentario al mejor estilo “cambalache” vale todo, pero todo (Rodrigo Nespolo/ pool ARGRA)

Desde hace algunas décadas desarrollo mi actividad profesional con jóvenes adolescentes, valoro en ellos su espíritu emprendedor y sus deseos de enfrentar nuevos desafíos, aceptando el error como aprendizaje y la experiencia como un valor cualitativo, no cuántico como lo fue durante nuestra adolescencia.

Ahora bien, en el recinto parlamentario al mejor estilo “cambalache” vale todo, pero todo. Cuando digo todo, podés no ir a clase el primer día del ciclo lectivo, decirle al preceptor que un chico te pegó para tener media hora de fama ante los medios, no cumplir con la tarea porque estás enojado con la otra división, aunque casualmente tus padres realizan un enorme esfuerzo para que hagas un digno papel en la escuela.

Aquellos que interactuamos con adolescentes conocemos la temporalidad de ciertas actitudes o comportamientos. En la gran mayoría de los casos se supera y el avión llega a horario. Recupera en vuelo la hora de retraso en la partida para unir las 12 horas que nos separan de Madrid, a título de ejemplo. Para quienes me leen saben de esta frase habitual en mis relatos.

Tengo una pésima aclaración a los párrafos anteriores estimados lectores, no se trata de jóvenes adolescentes, sino de nuestros legisladores. Antes de avanzar con mi percepción de la realidad, aclaro que no he votado al actual Presidente Javier Milei, para despejar cualquier intencionalidad política.

Yendo a un conocimiento básico cuando decidís volcarte a las ciencias económicas, aparece el clásico decálogo de Fray Luca Pacioli, que entre otros conceptos, nos ilustra sobre la partida doble. Sin entrar en detalle les resumo que para que suceda algo en nuestro patrimonio debe haber una contrapartida. Avanzando en la propuesta que votó, la mayoría de los argentinos es bajar la riesgosa inflación y ser un país que demuestre seriedad teniendo superávit fiscal, sobre la base de un tajante e innegociable equilibrio presupuestario.

Mientras las metas y objetivos se vienen desarrollando de acuerdo a lo establecido, les comento que me alentó para hacer esta descripción mis habituales conversaciones con los diferentes actores de nuestra sociedad. Los invito a dialogar con operarios, conductores del servicio público, empresarios, docentes, empleados públicos, emprendedores y algún otro miembro de nuestra cadena de valor social y económico.

Dicho aliento surge cuando los trabajadores te dicen “llego justo a fin de mes y además no tengo la angustia de no saber los precios en el supermercado de una semana a otra”, algún otro del gremio de la construcción me comenta “no puedo tomar tanto trabajo como me ofrecen”. ¿El jueves pasado le consulto a un poderoso empresario, vos invertirías en nuestro país? Y me responde “yo invierto nuevamente en la Argentina”.

No todo es color de rosa, aunque solo con madurez política confío vamos a seguir avanzando.

Señor Presidente, necesitamos de manera superlativa que sí quedan algunos porotos en el creciente superávit fiscal, aplicarlo a las áreas de educación y salud, como así también a las jubilaciones mínimas. Sectores a los que tanto daño les hicieron gestiones anteriores.

Señores legisladores, demostremos amor a la patria, demos el debate necesario para mostrar al mundo que aunque estemos en disidencia tenemos un presupuesto aprobado por el Congreso Nacional, como así también acompañamos al Poder Ejecutivo en la gestión del crédito otorgado por organismos internacionales a nuestro país.

No es tema para los trabajadores ni para los jubilados, el tema cripto o Lijo. Solo nos perjudica a la hora de llegar inversiones del exterior.

Hagamos la partida doble que nos enseñó Pacioli, qué tenemos a favor en este año de gestión y qué tenemos en contra. En mi humilde opinión, merece el Presidente, un Congreso que apoye, reitero, aunque no todo sea lo puramente deseado.

El apoyo hará que prontamente nuestros chicos tengan mejores escuelas, nuestros enfermos mejores hospitales y ayudaremos un poquito a una vida más digna para nuestros adultos mayores.

Los saludo con sinceridad y aclarando que aún no sé a quién votaré en el año 2027. Pero estoy convencido de que es momento de dejar de lado la mezquindad humana, al menos en nuestro país.