
Imaginemos una escena cotidiana en el aula: un grupo de niños y niñas trabajando en equipo, diseñando una ciudad del futuro. Entre materiales reciclables y kits de robótica, construyen calles, edificios y programan vehículos autónomos que circulan por su maqueta. La energía creativa es contagiosa, pero si miramos con atención, notamos algo: la mayoría de las niñas dudan en tomar el control de la programación, observan antes de actuar y algunas incluso prefieren quedarse en tareas de organización en lugar de manipular la tecnología directamente.
¿Por qué sucede esto? La respuesta no es simple, pero sabemos que los estereotipos de género han jugado un papel clave en moldear las aspiraciones y oportunidades de las niñas en disciplinas STEAM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemática). Si bien el interés está ahí, muchas veces sienten que “no es su lugar”, que estas áreas son para otros.
A pesar de los estereotipos que sugieren que las ciencias y la tecnología no son para ellas, las niñas suelen obtener mejores resultados académicos que los varones en áreas STEAM durante la educación primaria y secundaria. Sin embargo, al momento de elegir una carrera, la brecha se amplía: en Argentina, solo el 34% del estudiantado en disciplinas STEAM son mujeres, y en programación ese número desciende al 17%.
Un estudio de Chicas en Tecnología revela que, mientras el 60% de los niños muestra interés por la tecnología desde edades tempranas, solo el 30% de las niñas expresa la misma inclinación. Esta disparidad no refleja una falta de capacidad, sino un entorno que no les brinda las mismas oportunidades de exploración y confianza en estas disciplinas. Si queremos cambiar esta realidad, necesitamos una transformación profunda en la manera en que presentamos la ciencia y la tecnología a niñas y niños desde sus primeros años.
Reducir la brecha de género en STEAM es fundamental para construir una sociedad más equitativa. No se trata solo de justicia social; cuantas más voces participan en el diseño y desarrollo de tecnología, los resultados son más diversos, creativos y efectivos para toda la sociedad. Sin embargo, persisten desafíos profundos: la falta de referentes visibles, los sesgos de género en el aula y en el ámbito laboral, y la ausencia de políticas sostenidas que generen igualdad de oportunidades.
¿Qué podemos hacer para cambiar esta realidad?
- Fortalecer la política pública en educación STEAM: es fundamental que los programas educativos incluyan formación en estas disciplinas desde edades tempranas y con perspectiva de género. Debemos garantizar que todas las niñas, sin importar su contexto, tengan acceso a experiencias educativas significativas que despierten su interés por la ciencia y la tecnología. Esto nos invita a diseñar políticas de articulación que promuevan las mismas posibilidades de acceso y que despierten el interés en la matemática, la ciencia y la tecnología en niños y niñas.
- Transformar las instituciones educativas para derribar estereotipos: la escuela tiene un papel determinante. Es necesario diseñar proyectos que desafíen los prejuicios de género, fomentando la participación equitativa de niñas y niños en actividades STEAM. La representación importa. Mostrar a mujeres en estos roles ayuda a que las niñas se visualicen en esos espacios. Además, es clave que docentes y familias trabajen juntos para generar entornos de aprendizaje en los que cada niña se sienta capaz y motivada. En este sentido, es clave trabajar con propuestas diversas desde las escuelas y también en articulación con empresas, ONG y proyectos de educación no formal.
- Visibilizar referentes femeninas desde la sociedad civil y las familias: no podemos aspirar a lo que no conocemos. Es clave destacar a mujeres científicas, tecnólogas e ingenieras en los medios, en la escuela y en el hogar. Desde la familia se puede fomentar el interés con juguetes, libros y actividades libres de sesgos. Desde las organizaciones, se deben generar redes de mentoría, eventos y campañas que amplifiquen estos modelos. No basta con inspirar, hay que actuar. La escena del aula con la maqueta de la ciudad no es solo una metáfora, es una realidad que se repite en muchos espacios de aprendizaje.
En el Día Internacional de la Mujer y siempre, es nuestra responsabilidad cambiar las reglas del juego desde el lugar en el que nos encontremos y abrir caminos para que cada niña descubra su potencial sin limitaciones.
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