Directorios en Argentina: el liderazgo femenino sigue esperando su turno

El camino hacia la equidad de género, tanto en el ámbito laboral como en la vida en general, requiere seguir trabajando en un cambio cultural profundo y de manera sostenida

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Aún existen organizaciones menos evolucionadas
Aún existen organizaciones menos evolucionadas donde, tal vez sin tomar verdadera consciencia, continúan existiendo desigualdades (Imagen ilustrativa Infobae)

En una investigación especial de la consultora KPMG en Argentina en 2023, se encontró que de los 6.000 miembros de Directorios, solamente 17,5% eran mujeres. De esas mujeres, solamente el 6,43% eran presidente de Directorios.

Por otro lado, muchas mujeres seguimos ganando menos que nuestros pares hombres en posiciones comparables dentro de las mismas organizaciones. ¿Suena raro? Hace poco una amiga me dijo que la brecha era cosa del pasado, que no entendía por qué las mujeres seguían haciendo tanto ruido si en realidad había igualdad total. Pero, no es así en el mundo real. Sí, se ha avanzado muchísimo. Pero, aún existen organizaciones menos evolucionadas donde, tal vez sin tomar verdadera consciencia, continúan existiendo desigualdades.

Estas desigualdades durante la trayectoria laboral repercuten en la calidad de vida de las mujeres a largo plazo. ¿Por qué? Porque a raíz de ganar menos también acumulamos menos. Según el WEF (Foro Económico Mundial), los factores más destacados que contribuyen a la brecha en la acumulación de riqueza entre hombres y mujeres son:

  • Trayectorias de progresión profesional desiguales donde los hombres acceden a posiciones de mayor responsabilidad, y salario más alto, más rápido y frecuente que las mujeres.
  • Eventos de la vida que típicamente influyen en la participación de las mujeres en el trabajo remunerado.
  • Las grandes brechas salariales de género. Estas varían dependiendo de la industria y la cultura organizacional.
  • Brechas de género en alfabetización financiera.
Muchas mujeres seguimos ganando menos que nuestros pares hombres en posiciones comparables dentro de las mismas organizaciones

Es esencial que las mujeres comprendan la importancia de alcanzar la igualdad y, por ende, la independencia económica. Aunque puede sonar contundente, la realidad es que tener autonomía financiera permite vivir plenamente sin depender de la caridad de otra persona. Es la única manera de tener independencia. A partir de nuestros ingresos debemos además lograr un coeficiente financiero que nos permita planificar nuestra situación patrimonial a corto, mediano y largo plazo. Conozco muchas mujeres que le entregan sus ingresos a sus parejas para que ellos inviertan. He escuchado a esos hombres decir “pero mira el auto que manejas” frente a reclamos por la falta de liquidez para realizar desde pequeñas compras hasta grandes inversiones. Si generamos el ingreso, y nos lo maneja otra persona, perdemos autonomía y nos cuesta en pensar a largo plazo.

El primer paso para lograr un cambio es defender nuestro paquete de compensaciones y hacer valer nuestra posición. A las mujeres nos suele costar más hablar de dinero que a los hombres. ¿Por qué nos resulta tan difícil defender nuestra compensación y garantizar que recibimos un trato equitativo en comparación con nuestros pares?

Recordemos que cuando las mujeres comenzamos a trabajar, generalmente era el segundo ingreso del hogar. En esas épocas, los hogares solían tener un solo ingreso, el del hombre. El ingreso de la mujer era visto cómo un aporte adicional. ¿Cuántas mujeres hay que trabajaron para pagar la cuota del auto o la hipoteca de la casa y buscar que la familia estuviera más holgada? Pero eso ya terminó. Hoy, en palabras de Shakira, “las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan”. Actualmente, hay muchas mujeres que son el ingreso principal del hogar y por eso deben asegurar percibir lo que su posición realmente vale.

Cómo headhunter muchas veces he contactado mujeres para posiciones súper desafiantes, que significarían grandes crecimientos en sus carreras. Pero, como feedback del otro lado, recibo frases como “mi marido viaja mucho, por lo que yo me tengo que hacer cargo de los chicos”. Otro caso que recuerdo fue una ejecutiva a la que le ofrecimos una posición que requería un traslado a otro país. Su marido no quiso que ella aceptara mudar a la familia porque estaba feliz con su vida en Buenos Aires. Cabe destacar que en ese matrimonio ella era sostén de familia y él trabajaba part-time.

Tener autonomía financiera permite vivir plenamente sin depender de la caridad de otra persona. Es la única manera de tener independencia

Además, en un país donde las jubilaciones están por debajo de las necesidades de la mayoría de los trabajadores, contar con un fondo propio para el día de mañana es primordial. La mayoría de las ejecutivas con las que hablo hoy aspira a tener alguna actividad futura que puedan seguir desarrollando a lo largo de sus vidas post mundo corporativo. ¿Será por sensación de necesidad? ¿Sentirán que no llegarán a acumular suficientes fondos para garantizar continuar viviendo con el mismo nivel que el actual? ¿Será que ya los 60 no son una edad para pensar en la inactividad laboral? Conozco varias mujeres que se han jubilado en los últimos años y la sensación que tengo es que las que se retiran de la actividad laboral por completo envejecen con mayor velocidad que las que siguen activas.

Según los datos mundiales, faltan 131 años, al ritmo actual, para lograr la paridad total entre hombres y mujeres a nivel mundial. La gran pregunta hoy es, con los nuevos movimientos “anti-woke” impulsados por los conservadores en Estados Unidos y el retroceso en Europa en temas de DEI, donde se ha resuelto dejar de lado la inclusión, ¿cómo será el avance en paridad hacia el futuro?

En definitiva, el camino hacia la equidad de género, tanto en el ámbito laboral como en la vida en general, requiere seguir trabajando en un cambio cultural profundo y de manera sostenida. Necesitamos fomentar una mentalidad en la que las mujeres no solo accedan a posiciones de liderazgo, sino que también sientan la confianza de tomar decisiones que las empoderen. La independencia económica es una herramienta clave para lograr esto, pero también lo es la capacidad de reclamar lo que nos corresponde y planificar con una mirada a largo plazo.

El desafío no solo es individual, sino también de todos: las organizaciones, los gobiernos y la sociedad en su conjunto deben trabajar para desmantelar las barreras estructurales que perpetúan la desigualdad. Si bien el horizonte parece lejano, cada paso hacia la paridad se traduce en un cambio de vida para muchas. Porque, al final del día, no se trata solo de números, sino de construir un futuro en el que todas las mujeres puedan alcanzar su máximo potencial y vivir con la dignidad y el reconocimiento que merecen.

La autora es especialista en gestión y comportamiento organizacional, consultora en RRHH

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