Si bien la victoria de Sergio Massa en las elecciones generales del 22 de octubre y la posterior alianza entre el líder de La Libertad Avanza, Javier Milei, y Mauricio Macri, disminuye la probabilidad, al menos en el corto plazo, de avanzar con una dolarización -un escenario que generaba mucho estrés a los inversores-, el panorama político y económico luce cada vez más complicado.
En este marco, la pregunta es qué hacer con las carteras, ante el balotaje 19 de noviembre y aquí, una vez más, vale resaltar la importancia de identificar el perfil de riesgo de cada persona.
Para los más conservadores, quienes lógicamente persiguen una reducción de la volatilidad, es natural que la estrategia adoptada sea defensiva en un entorno caracterizado por la incertidumbre y un posible escenario negativo. La opción elegida debería priorizar la selección de activos considerados como ‘buenos créditos’, lo que implica la inversión en instrumentos financieros y activos respaldados por emisores con sólida reputación crediticia.
Este enfoque no solo busca minimizar el riesgo de pérdida de capital, sino también aprovechar las oportunidades de inversión que ofrecen los activos considerados seguros y confiables en momentos de turbulencia económica y financiera.
La distribución en monedas de la cartera es 95% en dólares y 5 % exposición en pesos. Respecto a las ponderaciones, se puede tomar 40% de bonos corporativos (USD) que busquen conservar el poder adquisitivo mediante exposición a buenos perfiles crediticios y diversificación de industrias, 30% en bonos provinciales (USD) que buscar alternativas en dólares de créditos públicos argentinos de buena calidad, 25% en liquidez en USD y 5% en bonos en pesos que buscan conservar valor y diversificar cobertura manteniendo el foco en no perder liquidez para transaccionalidad de los pesos.
Tomadores de riesgo
En tanto, para inversores más agresivos, el portafolio incrementaría la exposición a activos financieros con un mayor grado de volatilidad, respaldado por la expectativa de obtener una potencial ganancia en el caso de que se materialice un escenario constructivo y optimista en el futuro. Esta se basa en la premisa de que, en un entorno de condiciones económicas y políticas más favorables, los instrumentos más volátiles tienen el potencial de ofrecer rendimientos superiores.
Al estar dispuestos a asumir un mayor nivel de riesgo, se busca aprovechar las oportunidades que puedan surgir en mercados alcistas. En este sentido, se privilegia la búsqueda de activos con un mayor ‘upside’ potencial, es decir, la capacidad de ganancias significativas en caso de que se materialice un escenario positivo en el futuro.

La distribución en monedas de la cartera 85% en USD y 15% en $. En cuanto a las ponderaciones, se puede tomar 35% en bonos provinciales (USD), 25% en liquidez en USD, 25% en Bonos Soberanos en USD que buscan aprovechar la relación riesgo/retorno de cara a un potencial cambio de administración en 2023, 10% en acciones y Cedear, donde se busca un upside mediante exposición a las compañías líderes o empresas consolidadas en el mercado y un restante 5% en bonos en pesos.
Ahora bien, para quienes estén interesados en invertir en activos del exterior, también existen alternativas interesantes, siempre en función de cada perfil.
Para armar una cartera internacional conservadora, lo más viable será limitar la exposición en equity (renta variable) mientras la Reserva Federal de Estados Unidos no logre calmar la inflación descartando un escenario recesivo, a lo que se suman los interrogantes en torno a los conflictos en Medio Oriente. Bajo esta lógica, para la selección de acciones se pueden tomar a las compañías líderes en sus respectivas industrias, de bajo beta y que posean fundamentos financieros y crediticios robustos.
Ponderaciones: 10% SPY cedear, FCI Exterior (Investment Grade) 20%, FCI Exterior (Strategic Income) 40% y el restante 30% Cedear (High Dividends) ejemplo: ExxonMobil, Chevron, Bank of America, The Coca-Cola Company, Verizon Communications y Dow Inc.
Para aquellos más agresivos, el enfoque permanece en la economía norteamericana, en un contexto internacional muy incierto de por sí. Aquí, hay que considerar que el sector tecnológico podría beneficiarse del acercamiento del fin del ciclo restrictivo de la Fed, sosteniendo el posicionamiento en cedears de ETFs, como SPY, DIA y QQQ, que replican a los índices S&P 500, Dow Jones y Nasdaq 100, respectivamente. Ponderaciones: 40% SPY cedear, 15% DÍA Cedear, 25% QQQ Cedear y el restante 20% FCI exterior (Investment Grade).
El autor es Coordinador de Clientes Digitales de PPI (Portfolio Personal Inversiones)
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