
Dejar la fibra para lavar trastes sobre el jabón húmedo o dentro del fregadero tras su uso es una práctica cotidiana en millones de hogares mexicanos; sin embargo, especialistas en inocuidad alimentaria advierten que este hábito puede convertirse en un foco de contaminación peligroso para la salud.
La cocina es uno de los espacios con mayor presencia de microorganismos debido al contacto directo con restos de comida, humedad constante y la manipulación de alimentos crudos.
En este contexto, la fibra o esponja para lavar trastes se convierte en uno de los utensilios más expuestos y, por lo tanto, en un vehículo potencial de bacterias como Salmonella, E. coli o Staphylococcus aureus, asociadas a enfermedades gastrointestinales.
Evitar la proliferación de bacterias y hongos

Expertos del sector salud señalan que la combinación de residuos orgánicos, agua estancada y jabón crea un ambiente ideal para la proliferación de bacterias y hongos dentro de las fibras, especialmente cuando se almacenan sin secarse o se dejan en contacto directo con el jabón, el cual también puede contaminarse y trasladar microorganismos a los utensilios recién lavados.
Estudios recientes han demostrado que una esponja de cocina puede contener más microorganismos que el inodoro si no recibe una limpieza y desinfección adecuadas.
El riesgo aumenta en hogares donde se manipula carne cruda o hay niños pequeños y adultos mayores, quienes son más vulnerables a infecciones alimentarias.
Recomendaciones

Para reducir estos riesgos, especialistas recomiendan enjuagar bien la fibra después de cada uso, escurrirla y colocarla en un lugar ventilado para permitir su secado completo. También sugieren desinfectarla regularmente utilizando métodos como agua caliente, microondas durante pocos segundos (solo si la fibra no tiene elementos metálicos) o soluciones desinfectantes aprobadas para uso doméstico.
Asimismo, aconsejan reemplazar la fibra cada dos o tres semanas, dependiendo de su desgaste y del uso diario. En establecimientos comerciales o cocinas industriales, el cambio debe ser incluso más frecuente por la mayor manipulación de alimentos.
La higiene en la cocina —subrayan los expertos— no solo depende del lavado adecuado de manos y utensilios, sino del mantenimiento de los instrumentos con los que se realiza la limpieza diaria. Pequeñas acciones preventivas pueden evitar la contaminación cruzada y proteger la salud de toda la familia.


