
El uso de recursos alimenticios alternativos ha experimentado un auge en los últimos años, y uno de los más notorios es la preparación de agua de cáscara de papa como bebida funcional. Diversos estudios y tradiciones populares la posicionan como una opción de aprovechamiento doméstico en países de Latinoamérica y otras regiones, debido a la variedad de nutrientes que aporta este subproducto habitualmente desechado.
La cáscara de este tubérculo contiene vitaminas, minerales y compuestos antioxidantes que no siempre están presentes en la pulpa. Entre ellos destacan la vitamina C, potasio, hierro y pequeñas cantidades de magnesio, zinc y vitamina B6. Esta composición atrae el interés de especialistas y aficionados a la alimentación saludable por su potencial para mitigar el desperdicio alimentario al tiempo que se incorporan micronutrientes esenciales en la dieta diaria.
El proceso para obtener agua de cáscara de papa resulta sencillo. Tras lavar cuidadosamente las papas para eliminar tierra y restos de pesticidas, se hierven las cáscaras en agua durante entre 10 y 20 minutos. Al enfriarse, la infusión puede filtrarse y almacenarse en refrigeración, lista para su consumo directo o como base para sopas y otras preparaciones culinarias.

Entre los beneficios asociados al consumo de agua de cáscara de papa se encuentra la posibilidad de aumentar la ingesta de antioxidantes naturales, como polifenoles y flavonoides. Estas moléculas han sido estudiadas por su capacidad para reducir los efectos negativos de los radicales libres, alentar el envejecimiento celular e incluso influir en la regulación de la presión arterial. Además, el contenido de potasio apoya el correcto funcionamiento de nervios y músculos, y puede contribuir al control de la presión sanguínea en personas adultas.
Distintos expertos subrayan que el agua de cáscara de papa puede resultar una fuente complementaria de fibra soluble, lo que puede favorecer la digestión y la salud intestinal. Algunos análisis sugieren que las infusiones elaboradas con este subproducto contienen hasta un 15 % de la fibra presente en la papa entera, proporción que varía según la variedad y el grosor de la cáscara utilizada.

Existen, no obstante, advertencias respecto al consumo de cáscaras de papas que presentan manchas verdes o brotes, ya que pueden contener solanina, una sustancia de carácter tóxico en altas concentraciones. Organismos de salud recomiendan descartar cáscaras dañadas o mal almacenadas para evitar riesgos.
Las prácticas asociadas al uso de agua de cáscara de papa continúan expandiéndose, tanto por su perfil nutricional como por su aporte a la cocina sustentable. La reutilización de este subproducto se integra a iniciativas contra el desperdicio alimentario y promueve el aprovechamiento integral de vegetales frescos en hogares y restaurantes.


