
En el panorama de los frutos emblemáticos de México, la tuna se distingue como una joya de la biodiversidad nacional, siendo una fruta perteneciente a la familia de las cactáceas con una historia y usos profundamente arraigados en la alimentación y la medicina tradicional.
Su apariencia robusta, protegida por una cáscara espinosa y gruesa, resguarda una pulpa rica en semillas y con destacadas cualidades nutritivas, razón por la que la tuna ha formado parte de la dieta y la cultura mexicana a lo largo de generaciones, de acuerdo con la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural.
Uno de los aspectos más resaltados de la tuna es la composición saludable. Su alto contenido en fibra, presente principalmente en las semillas, favorece el proceso digestivo y ayuda a mantener el buen funcionamiento intestinal. Además, es una excelente fuente de vitaminas y minerales, así como de pequeñas cantidades de proteínas.

Más allá de su función como alimento fresco, la tuna ha sido tradicionalmente empleada como remedio natural frente a diversas enfermedades. Su popularidad en la medicina tradicional mexicana radica en su capacidad para aliviar molestias estomacales, tratar resfriados e incluso colaborar en el manejo de altos niveles de colesterol.
Además, estudios recientes, citados por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, señalan que la investigación científica sobre el nopal —la planta de la cual proviene la tuna— ha revelado usos adicionales de gran importancia médica, particularmente en la lucha contra la diabetes.
La justificación de estos posibles beneficios para los pacientes diabéticos y con problemas de colesterol reside en la peculiar eficiencia de la tuna para metabolizar el azúcar en el intestino. Algunas teorías científicas sugieren que el consumo de nopal puede mejorar la capacidad de las células para aprovechar la insulina, contribuyendo al control de los niveles de glucosa en sangre.

En el terreno culinario, la tuna se disfruta tanto fresca como procesada. La fruta madura se industrializa en distintos productos como jugos, mermeladas y licores, mientras que los frutos verdes son empleados en la elaboración de dulces en almíbar. Además, la fermentación de la pulpa de ciertas variedades, como la tuna cardona, permite producir bebidas tradicionales como el colonche, bebida ancestral ligada a las raíces prehispánicas de México.
El potencial de la tuna no termina ahí: su valor económico es significativo, ya que México produce más de 468 mil toneladas anuales de esta fruta en 43 mil hectáreas distribuidas en 16 estados, siendo el Estado de México, Puebla y Zacatecas los líderes en volumen de producción. Recuerda consultar a un profesional de la salud antes de hacer cualquier cambio en tu dieta.