
Cada 10 de mayo, México se llena de flores, canciones y homenajes para celebrar el Día de las Madres. Sin embargo, detrás de esta efusiva conmemoración, se ocultan historias marcadas por el dolor emocional, la presión social y una realidad poco romantizada: la maternidad también puede doler, física y mentalmente.
En la cultura mexicana, la madre es vista como el pilar de la familia, símbolo de entrega incondicional, fortaleza y amor absoluto.
La maternidad idealizada
Esta visión, ampliamente difundida por la publicidad, los medios y las tradiciones, ha contribuido a crear un ideal de maternidad que no siempre coincide con la experiencia real de millones de mujeres.
Mientras en la superficie se celebra a las madres con regalos y mariachis, muchas viven en silencio los efectos de una maternidad exigente y, a veces, desgastante. Las madres mexicanas enfrentan múltiples desafíos: jornadas laborales dobles, falta de apoyo emocional, poco acceso a servicios de salud mental y una sociedad que espera que siempre estén disponibles y sonrientes.

Depresión posparto: un mal común pero invisibilizado
Uno de los temas menos abordados durante las celebraciones del 10 de mayo es la depresión posparto, una condición que afecta a entre el 10 por ciento y 20 por ciento de las mujeres después del parto, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En México, algunos estudios estiman que hasta 4 de cada 10 mujeres pueden experimentar síntomas depresivos tras convertirse en madres, de acuerdo a la ENSANUT más reciente, aunque en los datos de Ola Violeta AC son el 42 por ciento.
La falta de información, el estigma y la presión social para “ser felices por tener un hijo” dificultan que muchas mujeres busquen ayuda. “No tienes derecho a estar triste si tienes un bebé sano”, es una frase común que invalida el sufrimiento emocional de miles de madres.
Cuando no se puede o no se quiere ser madre
Además de las mujeres que atraviesan dificultades en la maternidad, también están aquellas que no han podido o no han querido ser madres. Para muchas, el 10 de mayo representa una fecha dolorosa, cargada de juicios y duelos invisibles.
El duelo reproductivo —ya sea por infertilidad, pérdida gestacional o decisión personal de no maternar— sigue siendo un tema tabú en una sociedad que idealiza la maternidad como destino único y deseable.

La presión social sobre las mujeres que no son madres puede afectar seriamente su salud emocional y su sentido de pertenencia.
Salud mental materna: la gran deuda pendiente
La salud mental de las madres en México continúa siendo una deuda pública. El acceso a servicios psicológicos es limitado, especialmente en zonas rurales o marginadas. Además, no existen políticas públicas suficientes que atiendan integralmente las necesidades emocionales de las madres antes, durante y después del embarazo.
Organismos como la Red por la Salud Mental Materna en México han insistido en visibilizar este problema. Señalan que atender el bienestar emocional de las madres no solo es un acto de justicia, sino también una estrategia clave para garantizar el desarrollo saludable de niñas y niños.
Más empatía, menos estereotipos
En el Día de las Madres, además de celebrar, es necesario reflexionar. Escuchar, acompañar y respetar las distintas experiencias en torno a la maternidad es un paso importante hacia una sociedad más empática y menos juzgadora.
Porque ser madre también duele, y reconocerlo no la hace menos valiosa. Al contrario: hace urgente y necesario hablar de los desafíos ocultos que muchas enfrentan en silencio.