
La revolución mexicana fue ampliamente retratada. De acuerdo con la investigadora Marion Gautreau, la década de 1910 en México, fue un periodo importante para el fotoperiodismo mexicano. La mirada de aquellos y aquellas quienes tenían la oportunidad de sostener una cámara como fue el caso de una Graflex, conocida por ser una de las más ligeras y con películas resistentes, lograron dejar registro de información valiosísima para la memoria colectiva de las y los mexicanos.
Eventos icónicos como lo fueron las batallas, dirigentes, así como los paisajes formaron parte del acervo de los fotógrafos de la época. Ejemplos como Antonio Garduño, reconocido por los destacables retratos de generales como Pancho Villa y Emiliano Zapata en la silla presidencial o Jerónimo Hernández, quien nos dio a “las soldaderas” o adelitas.
Samuel Villela, investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), reconoció que para 1910 se registraba en el país la presencia de 14 fotógrafas. En Guerrero, eran 13 los fotógrafos varones que dejaban registro del día a día. Al igual que ellos, la fotógrafa Sara Castrejón ya estaba en ejercicio de dicha profesión.
El primer disparo femenino del sur

A un día a caballo de Iguala, Teloloapan fue punto clave para el tránsito de mercancías de Tierra Caliente. Originaria de dicha región, la fotógrafa Sara Castrejón fue reconocida por ser la primera mujer en retratar los movimientos revolucionarios del sur, con su fotografía de las tropas maderistas encabezadas por Jesús H. Salgado.
A los 18 años, Castrejón migró a la Ciudad de México para estudiar fotografía. Para 1908, instaló un gabinete fotográfico donde su hermana Dorotea, quien pintaba los telones de fondo, le ayudaba en la mayoría de las actividades. Su sobrina Consuelo Castrejón las recuerda como mujeres ordenadas y disciplina, quienes si sus sobrinos se portaban bien, les permitían observar cómo trabajaban en el cuarto oscuro.
En su estudio fotográfico, Sara dejó registro de mujeres que formaron parte del día a día de la Revolución Mexicana, tal fue el caso de la coronela Amparo Salgado, combatiente maderista, quien fue recordada por los habitantes de Teloloapan por utilizar pantalones y estar con bajo órdenes del general Salgado.
La pasión de la fotógrafa la llevó a moverse a otros espacios para dar comienzo a la fotografía documental, dejando su mirada en la arquitectura, paisajes, gente y la vida cotidiana de Teloloapan. En su acervo se puede identificar a los contingentes maderistas zapatistas, anti huertistas de la capitana Carmen Robles de la Castañeda, así como bandos que pasaron por su territorio natal.
De acuerdo con su sobrina Consuelo, Sara se sentía cuidada por los revolucionarios y oficiales, cuando le tocaba retratar actos de fusilamiento. No obstante, para ella, fueron momentos que jamás se le olvidaría. Mucha gente respetaba a las hermanas Castrejón.
Después de la revolución

Las hermanas Castrejón son recordadas por el pueblo Teloloapan por otras cosas además de estar presentes en los levantamientos armados y fusilamientos. Su vecina Lucía Figueroa las recuerda estar siempre presentes en la iglesia, con sus escapularios y flores. Los habitantes de Teloloapan probablemente les agradecieron por instalar el único cine ubicado en la localidad.
Sara Castrejón, dejó un registro de 200 imágenes de las transformaciones que tuvo el lugar que la vio crecer, así como de 600 imágenes de todo lo que su mirada descentralizada logró captar.
Momentos icónicos como la construcción del tramo de carretera entre Teloloapan e Iguala; un retrato del entonces presidente Lázaro Cárdenas o el registro gráfico de los supuestos restos del último tlatoani, Cuauhtémoc (exploración dirigida por Eulalia Guzmán), son parte de este valioso acervo.