
En Las Barrancas, una pequeña comunidad de 350 habitantes en el municipio de Alvarado, Veracruz, un grupo de mujeres ha revolucionado la economía local y la percepción del rol femenino en la pesca.
Estas mujeres, organizadas bajo el nombre de “Las Bonitas”, han establecido una planta de procesamiento de productos del mar que no sólo les ha permitido generar ingresos propios, sino también contribuir a la conservación del medio ambiente.
Tradicionalmente, las mujeres de la comunidad solo se encargaban de limpiar y preparar el pescado como parte de las tareas domésticas no remuneradas, mientras los hombres realizaban la pesca y la venta. Sin embargo, Nancy, miembro de ”Las Bonitas” identificó que su trabajo era crucial y merecía ser reconocido y recompensado.
Una iniciativa de mujeres

La iniciativa surgió hace tres años, cuando Nancy, junto con Elia, Lucecita, Claudia y doña Florencia, una mujer de 74 años con discapacidad motriz, decidieron tomar las riendas de su participación en la cadena de valor pesquera.
Con el apoyo de sus familias, quienes inicialmente mostraron dudas pero luego se solidarizaron, estas mujeres lograron construir con sus propias manos una planta de procesamiento primario.
Este espacio no sólo les permite transformar el pescado en productos de mayor valor comercial, sino que también se ha convertido en un punto de encuentro donde comparten experiencias, resuelven problemas y se apoyan mutuamente.
En la planta, “Las Bonitas” producen minilla, un alimento típico de la región elaborado con pescado desmenuzado, verduras y especias. Utilizan bonito, un pescado que, sin procesar, se vende a 30 pesos por kilo.
Sin embargo, al transformarlo en minilla, el precio se eleva a 200 pesos por kilo, lo que representa un incremento de seis veces su valor inicial.
Según detalló Fondo Semillas, actualmente comercializan aproximadamente 70 kilos de minilla al mes, distribuyéndolos en su comunidad y en localidades cercanas como Alvarado, el puerto de Veracruz y Boca del Río.
Además de la minilla, han diversificado su oferta con productos como filete sazonado, filete marinado, sazonador y marinado majonitas barranqueño. A través de sus redes sociales, comparten los procesos de preparación, sellado y empaque de estos productos.
Compromiso con la sostenibilidad ambiental

El impacto de “Las Bonitas” no se limita al ámbito económico. Según publicó Fondo Semillas, organización que apoya esta iniciativa, estas mujeres han asumido un papel activo en la conservación del entorno marino.
Participan en la reforestación de manglares, ecosistemas clave para la biodiversidad y la protección costera, y han construido un humedal artificial en su planta para tratar las aguas grises y jabonosas, evitando así la contaminación del suelo.
En sus redes sociales, también promueven mensajes de concienciación ambiental, destacando la importancia de la sostenibilidad para las generaciones futuras. “No importa cuántos seamos, sino la disposición para seguir luchando por nuestros ecosistemas y por nuestro sector pesquero”, afirman en una de sus publicaciones.
El impacto de esta iniciativa va más allá de los beneficios económicos y ambientales. Según reportó Fondo Semillas, el proyecto ha transformado la percepción del rol de las mujeres en la comunidad. Nancy expresó con orgullo que su trabajo está sirviendo como ejemplo para otras mujeres y que su comunidad ahora es reconocida gracias a “Las Bonitas”.
Además de su labor en la planta, las integrantes del grupo han encontrado otras formas de generar ingresos y expresar su creatividad. Elaboran bisutería utilizando la técnica de alambrismo, lo que les permite diversificar sus actividades y fortalecer su autonomía económica.
El éxito de “Las Bonitas” ha sido posible, en parte, gracias al apoyo de Fondo Semillas, una organización feminista que financia proyectos enfocados en la igualdad de género.
Según informó la organización, su misión es construir un país donde todas las mujeres tengan acceso a salud, educación, trabajo, justicia y felicidad. En el caso de “Las Bonitas”, el financiamiento recibido les permitió adquirir un vehículo para transportar insumos y distribuir sus productos, facilitando así la expansión de su mercado.