
Una camioneta de transporte público impactó a un vehículo azul debido a que conducía a exceso de velocidad para posteriormente colisionar con un poste y dejar a 11 personas lesionadas.
De acuerdo con reportajes en vivo, se requiere paciencia para transitar por la avenida Oceanía, pues aunque hay personal de tránsito sobre la avenida, el incidente generó una congestión severa en la colonia San Juan de Aragón.
El conductor responsable del incidente huyó de la escena y se espera que las cámaras de vigilancia muestren información que resulte relevante para el caso. Mientras tanto, la investigación continúa en desarrollo.
INFORMACIÓN EN DESARROLLO**
Otros incidentes en avenida Oceanía

En esta avenida han sucedido múltiples accidentes y entre ellos, a principios de diciembre de 2024, una persona perdió la vida después de que fue atropellada durante un choque múltiple ocurrido en el bajopuente de la avenida Oceanía; la víctima fue una persona en situación vulnerable.
En 2021, un motociclista de aproximadamente 30 años de edad, resultó lesionado luego de que la moto en la que viajaba chocara contra un árbol, ubicado en la avenida Oceanía.
Según reportes de esa fecha, el motociclista perdió el control de la unidad mientras circulaba en carriles centrales, por lo que se subió al camellón que divide la vialidad y posteriormente se impactó con el árbol.
El exceso de velocidad como principal riesgo de accidentes

De acuerdo con el Instituto Mexicano del Transporte (IMT) El exceso de velocidad es un factor clave en los accidentes viales en México, pues en 2022, las carreteras federales registraron un total de 14 mil 067 colisiones, dejando un saldo de 2 mil 420 muertes en el lugar de los hechos, 7 mil 247 personas lesionadas y pérdidas económicas que ascendieron a 2 mil 024 millones de pesos.
Según un informe del Instituto Mexicano del Transporte (IMT), el exceso de velocidad figura como una de las principales causas detrás de estos siniestros, representando el 13.9% de los factores relacionados con el comportamiento del conductor. Este fenómeno no sólo tiene impacto en términos de vidas humanas, sino que también genera consecuencias económicas y sociales significativas.
De acuerdo con el IMT, el exceso de velocidad está estrechamente vinculado con entre un 30% y un 60% de los accidentes de tránsito a nivel mundial, según investigaciones previas realizadas por expertos como Laberge-Nadeau, Westerman y Haigney, entre otros. Este comportamiento incrementa el riesgo de pérdida de control del vehículo, agrava la severidad de los accidentes y afecta negativamente aspectos como el consumo de combustible y las distancias de visibilidad necesarias para maniobras seguras.
El diseño de las carreteras considera la velocidad como un factor esencial para garantizar la seguridad de los usuarios. Sin embargo, conducir por encima de los límites establecidos aumenta significativamente el riesgo de accidentes. Según el IMT, la velocidad influye directamente en la distancia de frenado y en el campo visual útil del conductor. A mayor velocidad, se requiere una mayor distancia para detener el vehículo de manera segura, mientras que el campo visual se reduce, limitando la capacidad de reacción ante imprevistos.
Además, la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras de Estados Unidos (NHTSA, por sus siglas en inglés) ha señalado que el exceso de velocidad incrementa el potencial de pérdida de control del vehículo y la gravedad de los accidentes. También afecta el consumo de combustible, lo que genera un impacto económico adicional para los conductores y la sociedad en general.
El IMT destaca que, además del exceso de velocidad, existen otros factores que fomentan una conducción agresiva. Entre ellos se encuentran el tráfico, los retrasos, el anonimato y la indiferencia hacia los demás usuarios de la vía y las leyes de tránsito. Estas condiciones generan un entorno propicio para comportamientos peligrosos al volante, lo que a su vez incrementa el riesgo de accidentes.
La conducción agresiva no sólo pone en peligro a quienes la practican, sino también a otros usuarios de las carreteras. Este tipo de comportamiento puede derivar en colisiones graves, con consecuencias humanas y económicas significativas. En este contexto, el respeto a los límites de velocidad y a las normas de tránsito se convierte en un elemento clave para reducir los riesgos asociados.