
El 10 de abril de 1919 fue asesinado Emiliano Zapata en la hacienda de Chinameca, Morelos. La ejecución fue una traición planeada por el general carrancista Pablo González y ejecutada por Jesús Guajardo.
La noticia del asesinato de Emiliano Zapata se esparció rápidamente en los diarios. Mientras el cadáver era llevado al panteón, después de haber sido exhibido en el Palacio Municipal de Cuautla a manera de trofeo, fotógrafos y camarógrafos registraron imágenes para la prensa.
El 11 de abril el Excélsior, uno de los diarios más importantes de la capital en ese entonces, publicó en su primera plana a ocho columnas el titular con letras rojas: “Murió Emiliano Zapata: El zapatismo ha muerto”.
El Universal también consignó la noticia, publicó en su primera página “Emiliano Zapata, el jefe más tenaz de la región suriana ha muerto ya; el zapatismo, sin su viejo hombre-bandera, ha terminado”. Así mismo, El Demócrata escribió en otro encabezado: “Ahora es fácil la tarea de exterminar los restos del endeble zapatismo”.
La noticia también se dio a conocer en el extranjero. Todos los periódicos de Nueva York publicaron la muerte del caudillo, destaca el comentario del The New York Herald, que puso en su editorial:
“Si la actividad de las tropas del gobierno de México continúa, no es remoto predecir que Villa quedará también suprimido (…). El derecho a existir de cualquier gobierno de México depende de la habilidad que demuestre para exterminar a sus enemigos.”

¿Por qué Emiliano Zapata cayó en la trampa que lo asesinó?
Emiliano Zapata nació en Anenecuilco, Morelos en 1879. Al estallar el levantamiento dirigido por Francisco I. Madero decidió unirse al movimiento, motivado especialmente por la promesa de la restitución de tierras en el Plan de San Luis.
Tuvo muchas desavenencias con el líder coahuilense por los modos demasiado tardados para empezar con el reparto agrario que había prometido así que el rompimiento entre ambos fue inevitable. El 28 de noviembre de 1911, 22 días después de que Madero asumiera la presidencia de la república, Emiliano Zapata proclamó el Plan de Ayala, documento que condensó toda la ideología de su movimiento y fue, a su vez, bandera del mismo.
Al caer Madero en la Decena Trágica, la violencia se recrudeció contra el zapatismo por los medios brutales empleados por el presidente Victoriano Huerta. Zapata no depuso las armas y logró mantener el control sobre Morelos, Guerrero y partes de Puebla, Tlaxcala y el Estado de México.
Al caer Huerta se unió a la Convención de Aguascalientes con Francisco Villa, al romper la Convención con Venustiano Carranza se inició otra guerra civil. Esta vez el zapatismo tuvo un destino diferente, a inicios de 1919 el Ejército Libertador del Sur estaba sumamente mermado, aún resistía y se negaba a dejar las armas, pero ya no tenía ni los soldados ni la extensión de años antes.

Evidentemente desesperado, Emiliano Zapata aceptó la oferta de Jesús Guajardo de ir a la hacienda de Chinameca a comer, ahí le entregaría las armas y pertrechos necesarios para continuar su lucha. El 10 de abril de 1919 en dicha hacienda, Emiliano Zapata cayó abatido por las balas carrancistas.