
Aunque las entrevistas de trabajo son una oportunidad para demostrar aptitudes y experiencia, muchas veces se convierten en un factor de estrés para muchos candidatos, pues la presión por impresionar al entrevistador, responder correctamente a las preguntas y demostrar que son la mejor opción para el puesto puede generar una ansiedad considerable. A menudo, estos sentimientos incrementan como resultado de la incertidumbre sobre lo que se espera realmente en el proceso, ya que las entrevistas también pueden incluir dinámicas que ponen a prueba la capacidad de adaptación y toma de decisiones, lo que aumenta la tensión emocional durante el proceso.
Lo que muchas veces se desconoce es que, generalmente, en las entrevistas hay “pruebas ocultas” diseñadas para evaluar aspectos que no se comunican de manera explícita y pueden estar relacionadas con la capacidad para trabajar bajo presión, la inteligencia emocional o la habilidad para manejar situaciones inesperadas.
En ocasiones estas pruebas no se mencionan abiertamente por los reclutadores y forman parte de la estrategia para ver cómo reaccionan los candidatos ante escenarios complejos o incómodos, algunos ejemplos de ellas son el test de la taza de café, el test de la recepcionista o el test de la silla. Así, los candidatos se enfrentan no solo a una evaluación de sus habilidades profesionales, sino también a un examen de capacidades más profundas.
¿En qué consiste el test de la silla?

Entre las herramienta que algunos reclutadores emplean para evaluar la forma en que los candidatos reaccionan ante lo inesperado es el denominado test de la silla, el cual, de acuerdo con la agencia de noticias Europa Press, tiene su origen en el Cuerpo de Entrenamiento de Oficiales de Reserva (ROTC) de Estados Unidos, un programa universitario diseñado para desarrollar habilidades de liderazgo y destreza táctica en estudiantes que aspiran a servir en las fuerzas armadas.
Esta prueba, que se utiliza en contextos de selección laboral, permite evaluar aspectos como la iniciativa, la capacidad de resolución de problemas y la habilidad para manejar el estrés. Según detalló la psicóloga social María Eugenia, especialista en procesos de selección, el test consiste en ofrecerle asiento al candidato en una silla con una pata más corta durante la entrevista y colocar a su lado una en perfecto estado. Si el aspirante soporta la incomodidad sin mencionarlo, los reclutadores lo percibirán como una persona pasiva, por el contrario, si el candidato aborda la situación de manera proactiva, interpretarán que posee una actitud resolutiva y adaptable.
No obstante, lo que este acto pueda significar también es evaluado en conjunto con otras actitudes que demuestre el candidato, pues no comunicar la incomodidad también es el indicador de un alto grado de concentración o compromiso, dado que prioriza la entrevista sobre el malestar físico, una característica que el reclutador podría evaluar positiva o negativamente dependiendo del puesto o los valores de su empresa.
En caso de que te identifiques como sujeto del test silla y la percibas poco estable, según el sitio web Bright Side, difusor de contenido científico y psicológico, puedes utilizar un diálogo como “Esta silla parece un poco inestable. ¿Estaría bien si me cambio a esa?”, lo que “demuestra conciencia, confianza y voluntad de defenderse a sí mismo, rasgos que los empleadores valoran”.
El lenguaje corporal y las pruebas de estrés

Un estudio de la Universidad de Harvard reveló que el 55% de la comunicación interpersonal se basa en el lenguaje corporal, mientras que el 38% depende del tono de voz y solo el 7% de las palabras utilizadas. En el caso de las entrevistas de trabajo, de acuerdo con un informe de la revista Forbes, el 67% de los entrevistadores considera que la falta de contacto visual es uno de los errores más comunes que cometen los candidatos, aspecto que, junto con la postura, los gestos y el tono de voz, influyen significativamente en la percepción que el entrevistador tiene del aspirante.
Al respecto, el Servicio Nacional de Capacitación y Empleo (SENCE) de Chile, sugiere que mantener el contacto visual es fundamental, ya que transmite confianza y facilita una comunicación más fluida, asimismo, una sonrisa adecuada refleja buena disposición y apertura. En cuanto a la postura corporal, sentarse de manera erguida y orientada hacia el entrevistador ayuda a proyectar seguridad y disposición, mientras que cruzar brazos o piernas puede interpretarse como una actitud defensiva o distante.
El paralenguaje, es decir, la forma en que se expresan las palabras, también es un factor determinante, ya que un tono de voz bajo puede interpretarse como inseguridad, mientras que un volumen excesivamente alto podría percibirse como impertinente. Según el Servicio Nacional de Capacitación y Empleo, lo ideal es emplear un tono de voz tranquilo y fluido que inspire credibilidad.
Otro aspecto a considerar son los gestos involuntarios, como movimientos repetitivos de manos, pies o piernas, que suelen ser interpretados como signos de nerviosismo y es importante controlarlos, optando es su lugar por movimientos pausados y poco frecuentes que ayuden a proyectar una imagen de tranquilidad y confianza.