
Hernán Cortés es conocido principalmente por liderar la expedición que resultó en la conquista del Imperio mexica, marcando un momento decisivo en la historia de Mesoamérica. En 1519, desobedeciendo las órdenes del gobernador de Cuba, armó una expedición hacia las tierras continentales e inició su recorrido en lo que hoy es México.
Al llegar al territorio mexica, supo aprovechar las divisiones entre las civilizaciones indígenas, formando alianzas con pueblos sometidos por los mexicas, como los tlaxcaltecas los cuáles fueron parte crucial en la conquista de Tenochtitlan en 1521, la cuál fue un parteaguas importante para la creación de la Nueva España.
Sin embargo, el proceso de conquista en Mesoamérica no fue fácil en ningún sentido, por lo que de acuerdo con información del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) Cortés necesitó de forjar múltiples alianzas y sutiles traiciones a través de sus misiones con el fin de consolidarse como gobernador provisional del territorio que conquistó.
La historia del postre de la muerte

Uno de los capítulos poco conocidos de la historia de México es una anécdota recogida por el libro Historia de las Indias del Fray Bartolomé de las Casas, en donde relata una de las tantas traiciones de Hernán Cortés durante el periodo de la conquista.
El libro menciona que dos años después de la caída de Tenochtitlan, diferentes tropas españolas llegaron al actual territorio mexicano con la intención de fundar nuevas ciudades y explorar posibles fuentes de recursos, en ese entonces Cortés era el conquistador que llevaba la delantera, pero no el único.
Fue entonces cuando llegó a las costas de la actual Veracruz el conquistador, Fray de Garay, conocido por participar en la segunda expedición de Cristóbal Colón al continente americano y también por conquistar y gobernar la isla de Jamaica. Al llegar a Veracruz, el conquistador de origen Vasco buscó establecer un fuerte en la boca del río Las Palmas, pero las batallas con los nativos provocaron muchas bajas en su ejército.
Sin embargo, de Garay siguió avanzando hasta descubrir que cerca de la zona que pensaba conquistar ya se encontraba una ciudad llamada Santisteban del Puerto (actualmente Pánuco) controlada por soldados de Hernán Cortés, lo que provocó la indignación del Vasco que viajó a la Ciudad de México para entrevistarse con Cortés.
Al llegar al centro del país, Cortés recibió a Garay con gran hospitalidad y brindándole el mejor de los tratos, acordando en que ambos unirían fuerzas y se repartirían el territorio conquistado en Veracruz, para cerrar su trato ambos cenaron juntos la navidad de 1523, donde Cortés le ofreció un plato de capirotada el cuál presuntamente estaba envenenado, pues de Garay falleció solo tres días después de consumirlo tras días de una fuerte enfermedad.
¿Qué es la capirotada?

El artículo “La capirotada: postre típico por excelencia en Cuaresma” publicado por el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) menciona que este postre no solo por su variedad de sabores y texturas, sino porque evoca la infancia y la tradición familiares.
Se cree que la capirotada tiene sus orígenes en España y que fue traída a México tras La Conquista. La singular receta fue adaptada con algunos de los ingredientes de la cocina mexicana que lo transformó de un platillo salado y con carne a un postre que se sirve regularmente los viernes de la Cuaresma o en los días santos para la religión católica.
La receta tradicional de la capirotada es a base de trozos de pan bañado con una miel de piloncillo (panela), clavos, canela, queso y pasas. En algunos lugares, a esa miel le agregan cebolla y tomate finamente picados para intensificar el sabor, y hay quienes le ponen rompope (bebida alcohólica similar al ponche) y otros un poco de leche de vaca.
El pan se pone en una cazuela y se baña con la miel o el almíbar mientras se agregan infinidad de ingredientes: desde las tradicionales pasas y el queso para fundir, hasta nueces, dulces de colores, crema pastelera, piñón, frutos secos o incluso ron.
Con información de EFE