
Un reciente estudio piloto, liderado por Sanjay Mohanty, profesor de ingeniería en la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA), propone que el consumo de chicle, una actividad cotidiana para millones de personas en todo el mundo, representa una exposición a los microplásticos, es decir, a diminutas partículas de menos de cinco milímetros de este material que ya se encuentran ampliamente distribuidas en el medio ambiente.
Según la Sociedad Química Americana (ACS), este hallazgo, que será presentado oficialmente en la reunión de primavera de la ACS en marzo de 2025, reveló que una sola pieza de goma de mascar puede liberar cientos o incluso miles de estas partículas en la saliva, las cuales serían ingeridas por el consumidor, causando daños en su organismo.
Los microplásticos, que ya han sido detectados en el aire, el agua y la cadena alimentaria, representan una preocupación creciente para la salud humana, por lo que este nuevo descubrimiento, pone de manifiesto una fuente de exposición que hasta ahora había pasado desapercibida.
Según Mohanty, el objetivo del estudio no es generar alarma, sino arrojar luz sobre un problema que requiere mayor investigación, pues, pese a que se ha investigado desde tiempo atrás, el tema tomó una fuerza desmedida a principios de 2024, cuando fue noticia internacional una marea de pélets plásticos que llegó a las costas de España.
Cuál es el impacto de los microplásticos en la salud

Los plásticos están compuestos por una compleja mezcla de sustancias químicas, incluidos aditivos que les otorgan propiedades como flexibilidad y resistencia. Según Scott Coffin, científico de la Junta Estatal de Control de Recursos Hídricos de California, se han identificado más de 10 mil sustancias químicas únicas en este material, de las cuales más de dos mil 400 son potencialmente negativas y no están adecuadamente reguladas en diversas jurisdicciones.
Estas partículas, que tienen un tamaño inferior a un micrómetro, ingresan al organismo a través de la inhalación o la ingestión y, una vez dentro, atraviesan la barrera intestinal para llegar al torrente sanguíneo, donde interactúan con células del sistema inmunológico como los macrófagos. Según Gregorio Rafael Benítez Peralta, académico del Departamento de Anatomía de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de México, estas partículas causan inflamación en los tejidos de diversos órganos, afectando su funcionalidad.
Además de ello, aunque aún existen muchas incógnitas alrededor de su impacto detallado en la salud, se ha esclarecido poco a poco gracias a diversos estudios y análisis científicos de carácter reciente, por ejemplo, Dick Vethaak, profesor emérito de ecotoxicología de la Universidad Libre de Ámsterdam, encontró partículas plásticas en la sangre de 17 de 22 donantes sanos y en los pulmones de 11 de 13 pacientes analizados, según información proporcionada por National Geographic. Además, un estudio de 2018 detectó microplásticos en las heces de ocho personas, mientras que otro hallazgo reveló su presencia en las placentas de bebés no nacidos, lo que resultó preocupante.
Posteriormente, un estudio publicado en 2022 por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en la revista Scientific Reports, detalló que la ingesta de microplásticos tiene efectos perjudiciales en la microbiota intestinal, según lo citado en National Geographic. Al respecto, Victoria Moreno, investigadora del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CIAL), explicó que la exposición crónica a estas partículas “podría alterar el equilibrio intestinal y, por tanto, la salud” al reducir la diversidad bacteriana en el colon.
Pese a que algunas partículas son excretadas por la vía fecal sin afectar al sistema, Benitez Peralta detalla que “aquellas de menos de 5 milímetros pueden depositarse en el hígado, tiroides y pulmón”, mientras que, “referente al cerebro, se observaron en embriones de pez cebra y en cerebros de ratones las partículas de plástico, con un tamaño cercano a los 200 nanómetros, detectables apenas dos horas después de su ingestión con alimentos”..
Así afectan los microplásticos al cerebro

Uno de los aspectos más preocupantes de la exposición a microplásticos es su capacidad para atravesar la barrera hematoencefálica, el cual es un mecanismo celular que protege al cerebro de toxinas y patógenos. Según Benítez Peralta, los nanoplásticos cubiertos de colesterol o desnudos pueden cruzar esta barrera, lo que aumenta el riesgo de trastornos neurológicos y enfermedades degenerativas como el alzhéimer y el párkinson, además, investigadores de la Universidad de Medicina de Viena, como Verena Kopatz, han señalado que estas partículas podrían estar relacionadas con alteraciones en la función cerebral, incluyendo demencia y depresión.
En esta misma línea de investigación, un estudio realizado por la Universidad de Rhode Island y publicado en el International Journal of Molecular Sciences analizó los efectos de la exposición aguda a microplásticos en ratones jóvenes y viejos, el cual reveló que además de inflamar tejidos como el hígado y el cerebro, provocan cambios en el comportamiento de los animales, que si bien los efectos varían según la edad, sugiere que los microplásticos tienen un impacto en los procesos biológicos.
“Con la ayuda de modelos informáticos, los investigadores han descubierto que una determinada estructura superficial (la corona biomolecular) es decisiva para el paso de partículas de plástico al cerebro como el polistol –las cuales están cubiertas de colesterol o desnudas y pueden atravesar la doble membrana lipídica–, permitiendo su tránsito por la barrera hematoencefálica, que es un obstáculo celular importante el cual protege al cerebro de la invasión de patógenos o toxinas, facilitada por moléculas de colesterol y proteínas como transportadores”, detalla el académico de la UNAM.
Aunque estos hallazgos han permitido un avance evidente, según los expertos, es crucial evaluar no solo los efectos físicos de estas partículas, sino también su interacción con las sustancias químicas que las componen, pues además de ser un problema ambiental, se trata de una amenaza para la salud pública a nivel global, la cual podría incrementar exponencialmente a la par de la producción de deshechos.