
Un reciente análisis publicado por el Instituto Nacional de Salud pública (INSP), el cual está basado en datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2021 ha puesto de manifiesto una preocupante relación entre la inseguridad alimentaria y del agua con la salud mental en México.
Según informó la Ensanut, los adultos que enfrentan simultáneamente estas dos formas de inseguridad tienen hasta 2.7 veces más probabilidades de presentar síntomas de depresión moderada a severa en comparación con quienes no experimentan estas carencias. Este hallazgo subraya la necesidad de abordar estas problemáticas como un asunto prioritario de salud pública.
Una crisis que afecta millones de hogares
De acuerdo con los datos recopilados, en México 5.8 millones de hogares enfrentan dificultades graves para acceder a agua potable, mientras que 8 millones carecen de los recursos necesarios para adquirir alimentos saludables.
La inseguridad alimentaria, definida como la incapacidad de obtener alimentos suficientes, seguros y nutritivos, y la inseguridad del agua, que implica problemas para acceder a agua limpia y suficiente, son fenómenos que han sido exacerbados por factores como sequías prolongadas, inundaciones, contaminación y conflictos sociales que han incrementado los costos de los alimentos.

Estas carencias no solo afectan la salud física de las personas, sino que también generan altos niveles de estrés y angustia, lo que puede derivar en trastornos mentales como la depresión. Según el INSP, el impacto de estas inseguridades en la salud mental es significativo, especialmente cuando ambas condiciones se presentan de manera simultánea en un hogar.
El impacto combinado de la inseguridad alimentaria y del agua
El estudio, realizado por investigadores del Instituto Nacional de Salud Pública de México en colaboración con universidades internacionales, utilizó herramientas validadas como la escala ELCSA para medir la inseguridad alimentaria, la escala HWISE para evaluar la inseguridad del agua y la escala CESD-7 para detectar síntomas de depresión.
Los resultados revelaron que tanto la inseguridad alimentaria como la del agua, de manera independiente, aumentan el riesgo de depresión. Sin embargo, el riesgo se incrementa significativamente cuando ambas problemáticas coexisten en un mismo hogar.
En el contexto mexicano, las mujeres suelen desempeñar un rol central en la gestión del agua y los alimentos dentro del hogar. Sin embargo, el estudio encontró que la inseguridad alimentaria y del agua afectan de manera similar la salud mental de hombres y mujeres.

El estrés como factor clave en la relación entre inseguridad y depresión
El vínculo entre la inseguridad alimentaria y del agua con la depresión puede explicarse, en parte, por el estrés crónico que estas condiciones generan. La falta de acceso a agua potable no solo dificulta actividades esenciales como la preparación de alimentos y la higiene personal, sino que también obliga a los hogares a destinar recursos adicionales para adquirir agua segura. Esto, a su vez, reduce el presupuesto disponible para alimentos u otras necesidades básicas, creando un círculo vicioso de carencias que afecta tanto la salud física como mental.
El estrés asociado con estas inseguridades puede manifestarse en sentimientos de impotencia, ansiedad y desesperanza, los cuales son factores de riesgo conocidos para el desarrollo de trastornos depresivos. Según los investigadores, abordar estas fuentes de estrés es fundamental para mejorar la calidad de vida de las personas afectadas.
Implicaciones para las políticas públicas
Los hallazgos de este estudio tienen importantes implicaciones para el diseño de políticas públicas en México. Según reportó la investigación publicada en Journal of Affective Disorders, es crucial desarrollar estrategias integrales que aborden de manera simultánea la inseguridad alimentaria y del agua, con el objetivo de reducir su impacto en la salud mental y mejorar las condiciones de vida de las comunidades más vulnerables.
Entre las posibles soluciones, se destaca la necesidad de implementar programas que garanticen el acceso sostenible a recursos esenciales como el agua potable y los alimentos nutritivos. Estas iniciativas no solo podrían disminuir los niveles de depresión en la población, sino también contribuir a reducir las desigualdades regionales y sociales que perpetúan estas problemáticas.

Además, el INSP subrayó la importancia de utilizar sus datos como una herramienta para monitorear el progreso en la lucha contra estas inseguridades y para guiar la formulación de políticas basadas en evidencia. En un país donde las brechas de inequidad siguen siendo profundas, atender las necesidades básicas insatisfechas es un paso esencial para construir un México más equitativo y saludable.