
Las espinacas, conocidas científicamente como Spinacia oleracea L, es una planta que pertenece a la familia de las Quenopodiáceas. Las variedades más comunes incluyen la lisa, la rizada y la baby. Cada una de estas presenta características particulares que las hacen adecuadas para diferentes preparaciones culinarias.
Son conocidas por su versatilidad en la cocina y su amplio valor nutricional, pues es un alimento clave en la prevención de diversas enfermedades. En particular, su consumo regular puede tener efectos positivos en la salud gástrica y ósea. Este vegetal, rico en nutrientes esenciales, destaca como un protector natural del estómago y una excelente fuente de calcio para el cuerpo.
Diversos estudios han señalado que las espinacas contienen compuestos antioxidantes y antinflamatorios que ayudan a proteger el revestimiento del estómago. Uno de sus principales componentes, el mucílago, crea una barrera protectora que puede reducir la acidez gástrica, al tiempo que evita la irritación de las paredes del estómago y disminuye el riesgo de desarrollar úlceras gástricas.
Su capacidad para neutralizar los radicales libres también contribuye a reducir el daño causado por agentes externos como el alcohol o el consumo excesivo de medicamentos antinflamatorios.

Al incluir espinacas en la dieta, es posible balancear el entorno ácido del estómago, promoviendo la regeneración celular y reduciendo el impacto de infecciones bacterianas como la causada por Helicobacter pylori, una de las principales responsables de las úlceras gástricas.
Además de sus propiedades protectoras para el sistema digestivo, las espinacas son una fuente importante de calcio, un mineral esencial para mantener huesos fuertes y prevenir la osteoporosis.
Este vegetal contiene aproximadamente 99 miligramos (mg) de calcio por cada 100 gramos, lo cual lo convierte en una alternativa valiosa para aquellas personas que buscan complementar su ingesta diaria sin recurrir a productos lácteos.

No obstante, es importante señalar que las espinacas también contienen oxalatos, compuestos que pueden disminuir levemente la absorción de calcio por parte del organismo. Para maximizar los beneficios, los expertos recomiendan combinarlas con alimentos ricos en vitamina C, como cítricos o tomates, que ayudan a mejorar la biodisponibilidad del calcio.
Incorporar espinacas a la dieta diaria no es complicado, ya que pueden consumirse crudas en ensaladas, al vapor, en guisos o batidos. Al cocinarse ligeramente, es posible disminuir la concentración de oxalatos, potenciando así su aporte de nutrientes. Una porción diaria de espinacas no solo contribuye al bienestar gástrico, sino que también actúa como aliada en la salud ósea y en el fortalecimiento general del organismo.