
En un video que comenzó a circular en las redes sociales el pasado lunes, y en el que se ve a presuntos miembros activos del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), se asegura, sobre los hallazgos realizados a principios de mes en el rancho Izaguirre por el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco, que es “información de dudosa procedencia”.
En dicha grabación se asegura que no hay pruebas de que en ese rancho, ubicado en Teuchitlán, haya existido un centro de exterminio. “¡No encontraron nada!”, se escucha decir a un sujeto encapuchado que habla, quien tiene un arma de alto poder en la mano, y quien se lanza también contra los medios, quienes, dice, no escogen con cuidado sus testimonios, y contra el colectivo de madres buscadoras que denunció el hallazgo de ropa, zapatos, osamentas humanas calcinadas, y al menos tres agujeros cavados en la tierra, presuntamente empleados como hornos crematorios en aquel rancho.
Sobre el tema habló el periodista Héctor de Mauleón este miércoles en su columna En tercera persona, titulada Teuchitlán: una nueva verdad histórica.
Ahí, el periodista recuerda lo dicho por el hombre encapuchado en el video. “Lo que hicieron fue sembrar e idear una película de terror para causar furor en las redes sociales”, dijo aquel sujeto, quien a su vez sostiene que gracias al Cártel Jalisco Nueva Generación “Jalisco está tranquilo”, “que hay cero homicidios en las comunidades rurales” y pregunta si lo que se quiere “es otro Sinaloa”.
“¡Somos el pueblo, servimos al pueblo y estamos con el pueblo!”, concluye ese sujeto.

El periodista señala que las dudas sobre la autenticidad del video, que es una apología a la pax narca, que se encima con el discurso lopezobradorista contra los medios y las madres buscadoras, y que para colmo se halla rubricado “por el pueblo”, brotaron de inmediato: en lo relativo al rancho, el video repite puntualmente, venga o no del Cártel Jalisco, la narrativa que el gobierno ha ido construyendo en los últimos días.
De Mauleón recuerda que el pasado martes, Carlos Loret de Mola adelantó el sentido de las primeras investigaciones realizadas por la Fiscalía General de la República (FGR), mismas que fueron dadas a conocer este miércoles por la mañana por Alejandro Gertz Manero: que Teuchitlán no fue un campo de exterminio, sino un campo de entrenamiento, y que no murieron ahí cientos de persona, sino solamente tres, una empalada y otras dos incineradas.
De Mauleón se pregunta si esta será la nueva verdad histórica y qué va a hacer el gobierno de Claudia Sheinbaum con los testimonios de las víctimas que afirman haber estado en Teuchitlán y hablan de asesinatos en masa cometidos en ese sitio. En seguida, muestra algunos de esos testimonios:
“Los mataron porque preguntaron si alguien quería irse y los que respondían que sí, los mataban enfrente de todos. También mataban a los que querían escapar brincándose la barda”.
“Nos hacían pelear entre nosotros para medir nuestra fuerza. Si alguien se quejaba o no resistía, lo mataban. Luego teníamos que cavar fosas y prender fuego a los cuerpos”.

“No nos enseñaban una técnica como tal (para desmembrar), más bien era como tú fueras entendiendo. No hay día que no piense en eso y no hay día que no me atormente”.
En una entrevista con Marcela Turati, señala De Mauleón, la académica Alejandra Guillén incluyó a Teuchitlán dentro de un circuito de desapariciones de personas ubicado en la región montañosa que colinda con Guadalajara y que comenzó a emerger con claridad tras el descubrimiento en 2017 de un campamento situado en Tala.
Desde entonces, Guillén se había referido a una serie de desapariciones ocurridas en la central camionera de Tlaquepaque, que involucraba a jóvenes enganchados con falsas promesas de un empleo, algo que todavía en agosto del año pasado, el entonces gobernador Enrique Alfaro se empeñaba en negar.
Guillén recogió, dos años más tarde, en colaboración con el periodista Diego Petersen, testimonios de personas que vieron llegar por decenas a las víctimas del cártel a los campos de entrenamiento y exterminio.
Escucharon hablar de gente que era asesinada, seccionada y echada al fuego. “No ocurrió en un campamento o en un único sitio, se incineró en muchos otros lugares”, dijo la académica.

El periodista señala que Guillén recordó uno de esos testimonios de manera brutal: uno de los sobrevivientes “encontró una cantidad de gente hacinada… cagada, meada, con hambre, sed, maltratada, y con una mirada miserable”. Esas personas fueron descritas “como gente que ya no tuviera alma, porque les han hecho mucho daño”.
De Mauleón dice que Fernández Noroña, el Cártel Jalisco y el fiscal Gertz pueden decir lo que quieran de Teuchitlán, sin embargo, ese circuito de desaparición y exterminio al que se refiere Guillén no pudo y no puede existir sin la colusión y el conocimiento de todos, en particular durante el sexenio de Enrique Alfaro, en el que todo se agravó y negó, así como durante el sexenio de AMLO, que fue de escandalosa y transparente complicidad con el crimen.
De Mauleón asegura que hay un problema más grande y complejo que Teuchitlán y no va a resolverse con la descalificación y persecución de las madres buscadoras que lo volvieron noticia mundial.
"Claudia Sheinbaum tiene la oportunidad de apartarse de una vez por todas de la política criminal de su antecesor. O puede también postular, en el tema de las desapariciones, su propia Verdad Histórica", concluye.