Qué significa que una persona tenga obsesión por el bótox según la Psicología

La toxina botulínica, conocida por su poder para rejuvenecer el rostro, también es objeto de debate entre especialistas, quienes alertan sobre su posible impacto en quienes lidian con trastornos de imagen corporal

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Mirarse obsesivamente al espejo, compararse
Mirarse obsesivamente al espejo, compararse con los demás y buscar aprobación constante sobre la apariencia pueden ser señales de TDC, un trastorno que requiere atención psicológica. (Imagen Ilustrativa Infobae)

En la era de las redes sociales, nuestras vidas están constantemente expuestas a imágenes cuidadosamente seleccionadas y editadas que promueven ideales de belleza y perfección que resultan inalcanzables. A través de esta constante exposición, las personas terminan internalizando los patrones de belleza que la sociedad impone, lo que puede distorsionar su percepción de sí mismas.

Los procedimientos estéticos médicos se presentan como una solución rápida y accesible para modificar aquellos aspectos de nuestro cuerpo o rostro que no nos agradan, influenciados en gran medida por las expectativas creadas en redes sociales y la publicidad. Según un artículo de la revista científica de la Sociedad Española de Medicina Estética, la dismorfia corporal es un trastorno que se caracteriza por una preocupación excesiva por un defecto físico menor o incluso inexistente, lo que provoca angustia significativa y afecta el bienestar general. Este trastorno es más frecuente entre quienes buscan procedimientos estéticos en comparación con la población general.

Desde la psicología, la obsesión con los defectos percibidos puede generar procesos emocionales y psicológicos complejos. Las personas que se obsesionan con el envejecimiento, por ejemplo, pueden enfrentar dificultades psicológicas al mirarse en el espejo. No obstante, es fundamental consultar con un profesional para obtener un diagnóstico adecuado y comprender mejor los procesos subyacentes.

Un enfoque integral que combine
Un enfoque integral que combine asesoramiento psicológico y evaluación médica ayuda a evitar expectativas irreales y promueve un bienestar físico y emocional duradero.

El lado oculto del bótox, cuando la estética choca con la psicología

La clínica estética Grupo Antiaging Barcelona afirma que la neuromodulación no es una sustancia adictiva, ya que su uso no genera una necesidad orgánica ni requiere un aumento progresivo de la dosis con el tiempo. Sin embargo, el efecto de la miomodulación química selectiva es temporal, con una duración máxima de cuatro meses, lo que implica la necesidad de aplicarlo de manera continua si se desean mantener los resultados.

Más allá de los aspectos médicos, el uso recurrente de tratamientos estéticos como el bótox puede estar ligado a una percepción distorsionada del propio cuerpo. La psicóloga Raquel Fernández, experta en la materia y miembro de la clínica Ishtar Beauty en España, advierte que “se trata de una distorsión de la percepción y valoración corporal, de una preocupación exagerada por algún defecto inexistente en la apariencia física, o bien, de una valoración desproporcionada de posibles anomalías físicas que pudiera presentar un individuo aparentemente normal”, según declaró a ABC en 2018.

Fernández señala que “este tipo de pacientes tienen unas expectativas poco realistas y no se dejan aconsejar”. En su opinión, antes de someterse a una intervención estética, sería fundamental evaluar la personalidad, la estabilidad emocional y las expectativas del paciente. “Muchas veces este cree que un cambio físico también le va a conducir a un cambio psicológico, que al tener un aspecto estandarizado será querido y aceptado socialmente”, concluye.

La Sociedad Española de Medicina
La Sociedad Española de Medicina Estética advierte que muchos pacientes con TDC desconocen su trastorno, por lo que una evaluación adecuada es esencial antes de cualquier intervención.

La silenciosa obsesión con la apariencia

El Trastorno Dismórfico Corporal (TDC) es una condición psiquiátrica clasificada dentro de los trastornos somatomorfos. Fue descrito por primera vez en 1891 por el italiano Enrico Morselli, quien acuñó el término dismorfofobia. Sin embargo, pasaron décadas hasta que sus criterios diagnósticos fueran estandarizados, y no fue sino hasta 1987 cuando la Asociación Psiquiátrica Americana lo incluyó en el DSM-III-R, según un artículo publicado en la revista Cirugía Plástica Ibero-Latinoamericana en 2014.

Las personas con TDC experimentan una preocupación extrema por defectos físicos que, en realidad, son inexistentes o insignificantes. “Las personas que padecen TDC suelen intentar corregir las anomalías que perciben ocultándose de maneras ingeniosas e incluso recurriendo a la cirugía estética”, menciona el estudio liderado por el cirujano Günther Rochefort Ciscutti. Sin embargo, esta búsqueda de perfección rara vez brinda satisfacción y, en muchos casos, agrava la angustia emocional.

El centro médico Mayo Clinic señala que el tratamiento del TDC suele incluir terapia cognitivo-conductual y medicamentos. Entre sus síntomas más comunes destacan:

  • Preocupación excesiva por defectos percibidos en la apariencia.
  • Creencia de que los demás notan y critican esos defectos.
  • Conductas repetitivas como mirarse constantemente en el espejo o intentar ocultar las supuestas imperfecciones con ropa, maquillaje o peinados.
  • Comparaciones constantes con la apariencia de otras personas.
  • Búsqueda de aprobación externa sobre la propia imagen.
  • Tendencias perfeccionistas y deseo recurrente de someterse a procedimientos estéticos sin encontrar satisfacción.
  • Evitación de situaciones sociales debido a la percepción negativa de su imagen.

Este trastorno ha generado un intenso debate en la comunidad médica. Muchos cirujanos plásticos advierten que los pacientes con TDC no obtendrán beneficios de las intervenciones estéticas, ya que los defectos que perciben son de naturaleza imaginaria. En estos casos, la cirugía no es la solución, sino el acceso a un tratamiento psicológico adecuado que ayude a modificar la percepción de la propia imagen y mejorar la calidad de vida.

El Trastorno Dismórfico Corporal (TDC)
El Trastorno Dismórfico Corporal (TDC) puede llevar a una preocupación extrema por defectos inexistentes o mínimos, impulsando la búsqueda constante de procedimientos estéticos sin alcanzar satisfacción.

La inyección de la eterna juventud

Las inyecciones de bótox es una de las intervenciones estéticas más populares para suavizar arrugas y líneas de expresión. Según Mayo Clinic, este tratamiento utiliza una toxina que bloquea temporalmente el movimiento de ciertos músculos y, además de su uso estético, también se emplea para tratar afecciones médicas como migrañas, espasmos musculares y sudoración excesiva.

Aunque el bótox es seguro cuando se aplica bajo supervisión profesional, puede generar efectos secundarios como hinchazón, dolor en el sitio de la inyección, asimetrías faciales o incluso infecciones. Sin embargo, más allá de los riesgos físicos, es fundamental considerar el impacto emocional y psicológico antes de someterse a cualquier procedimiento estético.

Muchas personas buscan en el bótox una solución rápida para mejorar su apariencia, pero en algunos casos, esta decisión puede estar impulsada por una percepción distorsionada de la propia imagen. La intervención de un especialista en salud mental puede ayudar a evaluar si el deseo de modificar la apariencia responde a una necesidad real o a una presión social y emocional.

Un enfoque integral que combine asesoramiento psicológico y evaluación médica es fundamental para tomar decisiones informadas y seguras antes de someterse a un procedimiento estético. La revista científica de la Sociedad Española de Medicina Estética advierte que el Trastorno Dismórfico Corporal (TDC) puede ser difícil de identificar, ya que muchos pacientes no son conscientes de su condición o sienten vergüenza de admitirla.

Evaluar la idoneidad del paciente antes de un tratamiento estético no sólo protege al médico de posibles insatisfacciones con los resultados, sino que también beneficia al paciente. Un diagnóstico temprano permite ofrecer el apoyo psicológico necesario y, en caso de ser requerido, un tratamiento adecuado.