
La violencia económica es una de las formas más sutiles y extendidas de agresión hacia las mujeres en México. Este tipo de maltrato se manifiesta por medio de la restricción o control del acceso a los recursos financieros, lo que limita la autonomía del género femenino y perpetúa su dependencia económica.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el 29% de las mujeres en el país ha experimentado algún tipo de violencia económica a lo largo de su vida, lo que incluye el impedimento para trabajar, el control total del salario por parte de una pareja o familiar, y la exclusión de decisiones financieras clave dentro del hogar.
Uno de los principales efectos de la violencia económica es la imposibilidad de las mujeres para ahorrar o realizar inversiones que les permitan alcanzar su independencia financiera. En ese sentido, la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh) revela que, en muchas ocasiones, las mujeres no tienen acceso a cuentas bancarias a su nombre ni pueden disponer libremente de sus ingresos, generando un círculo vicioso en el que la falta de recursos desencadena en nulas oportunidades de desarrollo personal y profesional.
Además, la brecha salarial de género sigue siendo un factor determinante en la desigualdad económica entre hombres y mujeres. De acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), en México las mujeres ganan en promedio un 16% menos que los hombres por realizar el mismo trabajo. Esta disparidad, sumada a la carga desproporcionada de labores domésticas y de cuidado, dificulta que las mujeres logren estabilidad financiera y puedan destinar parte de sus ingresos a la inversión, una herramienta clave para la creación de patrimonio y seguridad a futuro.
¿Cuánto y en qué invierten su dinero las mujeres?

A pesar de las barreras económicas y culturales, un porcentaje creciente de mujeres en México ha comenzado a invertir, pero la participación femenina en el mundo de las inversiones sigue siendo considerablemente menor que la de los hombres. Según la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) 2021, solo el 15.3% de las mujeres en el país invierte en algún instrumento financiero, en comparación con el 69.4% de los hombres.
De acuerdo con la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), las mujeres que invierten suelen optar por instrumentos financieros de menor riesgo, lo que refleja una mayor cautela en la administración de sus recursos. El 72% de las mujeres invierten su dinero en bonos gubernamentales y cuentas de ahorro con rendimiento fijo, con una oferta promedio de 188 pesos por inversión. Por otro lado, el 64% de los hombres elige estrategias más agresivas, como la compra de acciones en bolsa y criptoactivos.
Entre los instrumentos de inversión más populares entre las mujeres se encuentran:
- Cetes (Certificados de la Tesorería de la Federación): Considerados de bajo riesgo y con rendimientos estables.
- Bonos gubernamentales y corporativos: Opciones seguras con retornos fijos.
- Acciones nacionales: Seleccionadas con precaución debido a la aversión al riesgo.
- Compra de moneda extranjera: Utilizada como estrategia de diversificación y protección del capital.
La Condusef menciona que para fomentar una mayor participación femenina en el sector de las inversiones, es fundamental promover la educación financiera y ofrecer asesoramiento accesible. Además consideró que parte de las estrategias para facilitar el acceso de las mujeres a los instrumentos de inversión incluyen la definición de objetivos financieros claros, la identificación del perfil de inversionista, la capacitación mediante cursos y talleres, y la consulta con expertos en el sector.
Mitos sobre el dinero y las mujeres

Históricamente, diversas creencias influyen en la forma en que hombres y mujeres administran su dinero, lo cual provoca desigualdades económicas y limita las oportunidades de muchas mujeres para alcanzar estabilidad financiera.
Entre los mitos más comunes relacionados con el dinero y el género se menciona que “los hombres deben ser los proveedores económicos de un hogar y las mujeres las administradoras de la casa”. Esta creencia genera que solo el 46.3% de las mujeres formen parte de la población económicamente activa, en comparación con el 75.2% de los hombres. Esto no solo perpetúa roles de género, sino que estanca el crecimiento económico del país. Un informe reciente del Instituto Mexicano para la Competitividad, aumentar fuerza laboral de mujeres en México sumaría 6.9 billones de pesos al Producto Interno Bruto (PIB).
Otra percepción errónea es que los hombres tienen mayor habilidad para negociar, mientras que las mujeres son más colaborativas y, por ende, menos competitivas. Sin embargo, la negociación no depende del género, sino de la preparación, la experiencia y la confianza en las propias habilidades. Estudios como el Global Entrepreneurship Monitor 2023/2024 identificó que México es uno de los países con mejor ecosistema para mujeres emprendedoras.
De la misma forma, una parte de la población aún cree que las mujeres son irresponsables con su dinero. Esta idea se ha perpetrado especialmente por la publicidad estereotípica y la cultura del consumo, en las que se considera que las féminas son gastan en productos banales dedicados a la belleza y el autocuidado. A pesar de ello, los datos de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), muestran que las mujeres en México presentan tasas de cumplimiento de pago más altas que los hombres en diversos tipos de crédito:
- Créditos hipotecarios: Morosidad del 2.6% en mujeres vs. 3.6% en hombres.
- Tarjetas de crédito: 3.6% en mujeres vs. 3.9% en hombres.
- Créditos de nómina: 1.8% en mujeres vs. 2.7% en hombres.
Es importante cuestionar las creencias arraigadas permite que las mujeres accedan a oportunidades financieras sin barreras ni prejuicios, fortaleciendo su autonomía y su futuro económico.