
Los colibríes han fascinado a la humanidad desde tiempos inmemoriales. Pequeños pero vibrantes, su vuelo ágil y su capacidad de flotar en el aire los han envuelto en un halo de misticismo. En la cosmovisión mexica, se les vinculaba con Huitzilopochtli, el dios de la guerra y el sol, quien guiaba a los guerreros caídos en forma de estas aves resplandecientes. Se creía que no eran simples criaturas, sino mensajeros de fuerzas superiores, portadores de energía y movimiento en el mundo terrenal.
Más allá de su carga simbólica, los colibríes desafían las expectativas con sus impresionantes habilidades. Según la revista UNAM Global, los primeros europeos en verlos los llamaron “pájaros mosca”, maravillados por su vertiginoso aleteo. Son capaces de alcanzar velocidades de hasta 70 kilómetros por hora y poseen una memoria prodigiosa que les permite recordar rutas migratorias de miles de kilómetros.
Además, pueden identificar flores específicas, recordar cuáles han visitado y predecir cuáles florecerán pronto. Su diminuto tamaño esconde una inteligencia sorprendente, que sigue siendo un misterio para la ciencia.
Cuando un colibrí se acerca a una persona, muchos lo interpretan como un mensaje del destino. Para algunos, es una señal de buena fortuna, para otros, la visita de un ser querido que ya partió. Se dice que estos pequeños viajeros traen alegría y renovación, como si fueran destellos de vida en movimiento. Su presencia puede interpretarse de muchas maneras, desde un mensaje espiritual hasta un simple acto de curiosidad.

¿Cuál es el significado espiritual del acercamiento de un colibrí?
El colibrí es un símbolo profundamente arraigado en diversas culturas de América, donde se le considera un mensajero de los dioses y un vínculo entre el mundo terrenal y el espiritual. Según la tradición maya, cuando un colibrí se acerca a alguien, se cree que está trayendo amor y buenos augurios enviados por otra persona. Incluso, si sobrevuela la cabeza de alguien, de acuerdo con la “Leyenda del colibrí de jade” sostiene que está leyendo sus pensamientos para transmitirlos a su destinatario.
Esta creencia no es exclusiva de los mayas, pues en la cultura inca los colibríes también eran vistos como portadores de mensajes, tanto de los dioses como de otros hombres. De acuerdo con el sitio web Lugar de Colibrí, si alguien deseaba bienestar a otra persona, el colibrí era el encargado de llevar ese sentimiento hasta su destino.
De manera similar, la tradición guaraní los asocia con los seres queridos que han partido, considerándolos guías espirituales que ayudan a las almas en su tránsito hacia el más allá. Se dice que cuando un colibrí ronda un hogar, es señal de que un espíritu visita a sus seres amados, recordándoles su presencia de una manera sutil y etérea.
Más allá de las leyendas, la forma en que el colibrí aletea en un patrón de ocho ha llevado a asociarlo con el infinito, la prosperidad y la abundancia. Su increíble velocidad le otorga también el papel de guardián del tiempo en muchas tradiciones indígenas, pues ningún otro animal puede igualar la rapidez con la que mueve sus alas. Así, el colibrí no solo es un símbolo de belleza y libertad, sino también un puente entre el pasado y el presente, lo tangible y lo espiritual, convirtiéndose en una presencia que inspira asombro y reflexión.

¿Un colibrí puede recordar tu rostro?
La capacidad de memoria de los colibríes ha sido objeto de estudio en diversas investigaciones, y uno de los análisis más relevantes en este campo fue el realizado por la Universidad Autónoma Metropolitana de Xochimilco en 2012.
En este estudio, titulado “Evaluación del uso de señales visuales y de localización por el colibrí cola-ancha (Selasphorus platycercus) al visitar flores de Penstemon roseus”, se exploró cómo estas aves utilizan la memoria espacial para recordar la ubicación de fuentes de alimento. Se descubrió que los colibríes dependen en gran medida de su memoria espacial para identificar plantas y flores con néctar, empleando señales visuales o la simple localización de los recursos. Sin embargo, el uso de estas estrategias varía según la escala espacial con la que interactúan.
Los resultados demostraron que, al forrajear entre varias plantas, los colibríes priorizan su memoria espacial para recordar dónde han encontrado alimento, sin depender tanto de señales visuales. Sin embargo, cuando se trata de distinguir flores dentro de una misma planta, su capacidad de aprendizaje les permite asociar señales visuales con la presencia o ausencia de néctar.
Estos hallazgos indican que los colibríes poseen una notable plasticidad en su comportamiento de búsqueda de alimento, adaptando su estrategia de memoria y reconocimiento según el contexto. Ahora bien, ¿esto significa que un colibrí puede recordar el rostro de una persona?
Aunque el estudio no aborda directamente el reconocimiento facial, la evidencia sugiere que estas aves son capaces de recordar patrones visuales y asociarlos con experiencias previas. Dado que pueden diferenciar flores con base en señales visuales, es posible que también reconozcan ciertos rasgos de los humanos que interactúan frecuentemente con ellos, como quienes les ofrecen alimento o los observan con regularidad.
Aunque no se ha demostrado con certeza que recuerden rostros humanos de la misma manera que algunas aves como los cuervos, su impresionante capacidad cognitiva deja abierta la posibilidad de que puedan identificar a individuos familiares con base en estímulos visuales y experiencias previas.