Rompe el silencio: la escritora mexicana, Julia Santibáñez, habla sobre la agresión sexual que enfrentó cuando era niña

Durante años calló su historia por el miedo a las repercusiones que pudieran tener sus declaraciones en su entorno familiar, pero por fin pudo alzar la voz

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Una de las personas más
Una de las personas más cercanas a ella vulneró su confianza y quebró su ser a temprana edad. (Jovani Pérez / Infobae México)

Hace unos días, la escritora mexicana, Julia Santibáñez, sorpredió a sus lectores con una columna de su autoría titulada: “Hoy rompo el pacto de silencio”. En ella, la titular de Literatura y Fomento a la Lectura de la UNAM, reveló lo dura que fue su infancia al ser víctima de una agresión sexual al interior de su casa. El agresor fue su propio hermano.

Dentro del espacio que le ofrece el medio La Razón, hizo público el nombre de la persona que vulneró su cuerpo y su alma, justo cuando gran parte de su núcleo familiar quedó reducido a su agresor y ya no había, para ella, nadie a quien pudiera lastimar.

Y es que, aunque fue ella quien con tan solo 8 años vivió uno de los mayores traumas que puede atravesar cualquier persona, desde un inicio tuvo claro que no permitiría que más personas sufrieran por lo que a estaba pasando, principalmente su madre quien ya era una persona de la tercera edad.

La escritora escribió sus vivencias
La escritora escribió sus vivencias en un libro y dentro de sus participaciones en medios. (TW Julia Santibáñez)

La liberación de un estigma

En su escrito, Julia detalla cuál fue su sentimiento desde que iniciaron los abusos, el transcurso de éstos y hasta ahora, cuando ha logrado dejar atrás el episodio más oscuro de su vida sin olvidar lo que sucedió, sin negarse a la realidad, reconociendo que se puede avanzar sin tener que perdonar de manera obligatoria y, sobre todo, dando el nombre del hombre que rompió su infancia, pero que a pesar de él se forjó una mujer fuerte, valiente y con una fuerte voz para romper un pacto de silencio y, como lo exigió madame Giséle Pelicot: “que la vergüenza cambie de lado”.

“Tenía ocho años. Y humillación. Miedo. Desorden. Aunque varias veces me dolió tu sangre al percutir donde no debía, donde no entendía, me fue imposible acusarte. Cargué sola con esa plancha de cemento sobre el tórax.

“Con un discurso que parece aprendido por agresores sexuales, la pequeña Julia fue, además de ultrajada y golpeada, manipulada y minimizada en su propia habitación. Lo anterior, bajo el pretexto de una práctica constante en la niñez mexicana -probablemente de todo el mundo-, cuando se trata de temas graves: los niños, por alguna extraña razón, no son escuchados, su palabra ‘no vale’. Y, aunque ‘los borrachos y los niños siempre dicen la verdad’, en contextos tan violentos como el que ella vivió, es más fácil -o cómodo-invalidad la la veracidad de sus palabras.

“Para forzar el músculo entre mis piernas usaste tus dieciocho. La boca infantil fue tu objeto de placer. Y advertiste: “No digas nada, nadie te va a creer”. Por largo tiempo fingí que lo olvidaba. Al fin, con veinticuatro, lo trabajé en terapia”.

La escritora escribió sus vivencias
La escritora escribió sus vivencias en un libro y dentro de sus participaciones en medios. (TW Julia Santibáñez)

Un monstruo que era joven, que vivía en su casa

El caso de Julia Santibáñez generó conmoción luego de que expusiera que aquel violentador no era nada más y nada menos que Felipe Santibáñez Escobar, su propio hermano, sangre de su sangre y quien, culturalmente, debió protegerla no causarle un mal.

En su columna, la escritora lamentó que su padre, su madre y sus otros dos hermanos, Lucy y Fernando, ya vivan, pero celebra que tampoco deben cargar con las consecuencias de tener en la misma familia a una niña que no sabía lo que pasaba y, al mismo tiempo, a un depredador que espera pueda tener su merecido.

Yo también guardé el secreto familiar. Papá murió durante mi adolescencia y nunca lo supo. Ya adulta lo hablé con mis hermanos, Fernando y Lucy. Si bien me arroparon, no hice pública la agresión para proteger a mi madre del escándalo en su casa (suena absurdo, lo es). Ahora que papá, mamá, Lucía y Fer están muertos, cuando el único familiar vivo de mi núcleo es quien me desgarró la piel y la autoestima, enmiendo el daño de la infancia. Hoy rompo el pacto de silencio para que sepas, Felipe: hay consecuencias.

“Tenía ocho años. Jamás pensaste que iba a crecer.

“Como reparación, esta mujer adulta acompaña a la niña que fui, para que juntas tengan el coraje de gritar en el marco del #8M: hermano, lo que hiciste se llama violación. Te hablo a ti, Felipe Santibáñez Escobar“, finalizó.

La escritora escribió sus vivencias
La escritora escribió sus vivencias en un libro y dentro de sus participaciones en medios. (TW Julia Santibáñez)

Un arma para sanar

Luego de dar a conocer su relato y que, de manera desafortunada, decenas de mujeres se identificaran con su historia, en entrevista con el periodista Julio Astillero, Santibáñez destacó la importancia de decir fuerte el nombre de su hermano y señalarlo como el hombre que le quitó parte de su niñez y tuvo que vivir sin contarlo.

Me hacía falta el matiz último, que era decir el nombre de quien abusó de mí. Yo no lo había dicho públicamente porque quería proteger a mi madre, que ya era una mujer bastante mayor y que no lo supo, entonces no quería exponerla en su vejez a una noticia que podía devastarla, que podía hacerla sentir culpable", dijo Santibáñez en entrevista con el periodista.

“Yo me esperé hasta que ella falleciera y, por supuesto, mi familia estaba enterada, mis hermanos. Fuimos cuatro hermanos, yo la menor y el abusador fue el segundo; entonces, mis otros dos hermanos, Lucía y Fernando lo saben desde hace mucho tiempo, pero por desgracia fallecieron.

“Entonces, yo sentía la urgencia de decir el nombre, parece una tontería, parece una cosa de nada, parece que no tendría que tener una relevancia, pero para quienes hemos pasado por historias así, dolorosas de la infancia, sabemos que es muy relevante, es muy sanador, muy liberador. Yo siento como si de verdad estuviera casi flotando de haberme quitado un gran peso de encima, un peso que le debía a esa niña de 8 años y que no dijo absolutamente nada, hasta los 24 se atrevió a hablar por primera vez del asunto en terapia y hasta muchos años después lo habló con sus otros hermanos", puntualizó.