
Bañarse es una actividad muy importante por varias razones, tanto para la salud física como para el bienestar emocional, pues, en primer lugar, ayuda a mantener la higiene personal gracias al agua y el jabón que eliminan el sudor, la suciedad, las células muertas de la piel, los aceites y otras impurezas que se acumulan en el cuerpo a lo largo del día, lo cual previene la acumulación de bacterias y malos olores, reduciendo el riesgo de infecciones de la piel.
Otro beneficio importante es la relajación y el bienestar que puede brindar un baño ya que, el agua caliente, en particular, tiene efectos relajantes sobre los músculos, aliviando tensiones y mejorando la circulación sanguínea, lo cual genera una sensación de alivio que puede ayudar a reducir el estrés y la ansiedad.
Sentirse limpio y fresco tiene un impacto positivo en el bienestar emocional y mental, ya que contribuye a mejorar la autoestima y el estado de ánimo, sin embargo, hay personas que experimentan una falta de interés en bañarse, y esto puede tener diversas explicaciones desde la perspectiva psicológica, las cuales varían según la edad, el contexto y las circunstancias personales de cada individuo.
Por qué a los niños no les gusta bañarse

En el caso de los niños, la negativa a bañarse puede estar relacionada con la etapa de desarrollo en la que se encuentran. Según el psicólogo Borja Quicios, muchos niños atraviesan una fase conocida como “la edad del no”, en la que cuestionan las rutinas impuestas por los adultos como una forma de reafirmar su autonomía, y durante esta etapa, el baño puede percibirse como una obligación desagradable que desean evitar.
Otra posible causa es una mala experiencia previa, como resbalarse en la bañera, sentir el agua demasiado caliente o que el jabón les irrite los ojos, vivencias que pueden generar una asociación negativa con el baño, llevándolos a rechazarlo. Además, de acuerdo con el especialista, entre los 1 y 2 años, algunos niños desarrollan miedos irracionales, como caer por el desagüe, debido a su imaginación activa y su limitada comprensión de la realidad.
Para abordar esta resistencia, los expertos recomiendan estrategias que no impliquen forzar al niño, por ejemplo, permitir que el niño juegue con agua en un recipiente pequeño antes de introducirlo gradualmente en la bañera para generar confianza y reducir la ansiedad asociada al baño.
¿Por qué a los adolescentes y adultos no les gusta bañarse?

En la adolescencia, la falta de interés por bañarse puede estar vinculada a la pereza, pues los que evitan esta tarea suelen hacerlo de manera consciente, simplemente porque no les resulta atractiva o prioritaria, sin embargo, en algunos casos, esta conducta puede ser un síntoma de problemas más profundos, como la depresión, la cual afecta a jóvenes y adultos.
La psiquiatra Lindsay Standeven, de Johns Hopkins Medicine, explicó para The New York Times que las dificultades para mantener la higiene personal son comunes en personas con depresión, ya que este trastorno puede provocar fatiga extrema, lo que dificulta realizar actividades cotidianas como ducharse. Además, la vergüenza asociada a la falta de aseo puede impedir que las personas busquen ayuda médica, perpetuando un ciclo de baja autoestima y síntomas depresivos.
Al respecto, la psicoterapeuta Christine Judd, especialista en salud mental en Australia, señaló que incluso cuando alguien con depresión desea bañarse, la falta de energía es insuperable.
En otros casos, algunas personas sienten que bañarse es una pérdida de tiempo bajo la percepción de que no es una prioridad en su día a día, por ejemplo, si alguien está pasando por un período de estrés o agotamiento, bañarse puede parecer una tarea adicional que no se considera esencial en medio de otras responsabilidades más urgentes. Por otro lado, si una persona no siente que su cuerpo esté particularmente sucio o si no nota malos olores, podría pensar que no es necesario bañarse con frecuencia.
¿Qué es la ablutofobia?

Finalmente, la ablutofobia, definida como un temor intenso e irracional al acto de bañarse o a actividades relacionadas con la higiene personal, es otra posible explicación para negarse a tomar un baño. Según la revista Muy Interesante, esta fobia pertenece al grupo de las fobias específicas, que se caracterizan por un miedo desproporcionado a situaciones u objetos que no representan un peligro real
En los niños, la ablutofobia suele manifestarse entre los 7 y 11 años, coincidiendo con el periodo en el que las fobias específicas son más comunes, pero aunque puede confundirse con el periodo de rebeldía infantil, la diferencia radica en la intensidad del miedo y la ansiedad que experimentan los niños afectados.
En los adultos, este trastorno tiene consecuencias más graves, ya que la falta de higiene puede afectar su salud, su vida social y su desempeño laboral, además, los adultos con ablutofobia suelen desarrollar estrategias mucho más complejas para evitar el baño.
Las causas de la ablutofobia en adultos incluyen experiencias traumáticas en el pasado o la observación de comportamientos similares en figuras familiares durante la infancia, por lo que es esencial identificar este trastorno de manera temprana y buscar tratamiento adecuado para minimizar su impacto en la vida de quienes lo padecen.