
El acceso de las mujeres a la paleontología en México ha sido un camino marcado por desafíos estructurales y culturales, pero también por importantes avances, recordó el Instituto Nacional de Antropología e historia, en el marco del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.
En 1925 la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) creó la carrera de biología, donde dos años más tarde se tituló la primera bióloga mexicana, Helia Bravo Hollis, especialista en cactáceas y pionera en la formación de estudiantes universitarios.
Posteriormente, en 1945, Gloria Alencáster Ybarra (considerada la primera paleontóloga de México) culminó sus estudios en biología y una década después ingresó como profesora e investigadora al Instituto de Geología de la UNAM, donde contribuyó a formar a otras mujeres que también fueron precursoras en sus especialidades.
Durante su carrera, se especializó en la paleontología de invertebrados, paleogeografía, bioestratigrafía, bioecología y geología. Sus investigaciones se centraron en moluscos marinos fósiles del Mesozoico, contribuyendo significativamente al conocimiento de la diversidad fosilífera de México. Fue pionera en el estudio de rudistas y fundadora del Museo de Paleontología en México.

Identificó una subespecie de hippuritoida y otros géneros y especies de fósiles, enriqueciendo el registro paleontológico del país.
INAH destaca labor de las mujeres en la investigación
Como parte del ciclo de conferencias “Las mujeres en la paleontología”, organizada por el INAH, Adriana Janet Miranda Martínez, bióloga de la Facultad de Ciencias de la UNAM, destacó la importancia de visibilizar el papel de las mujeres en la paleontología y reflexionó sobre las barreras que enfrentan en la investigación y la docencia.
La historia de las mujeres en la paleontología mexicana está estrechamente ligada a la institucionalización de esta disciplina en el país.
En 1935, la UNAM amplió su oferta académica con la licenciatura en Geología, aunque no fue hasta 1951 que egresó la primera mujer en esta área, Josefa Cuevas Aguilar (1920-2010), quien centró su tesis en la micropaleontología.
Miranda Martínez también destacó a otras figuras clave en la paleontología mexicana. Entre ellas, Alicia Silva Pineda, pionera en el estudio de la paleobotánica y docente en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Zaragoza; Blanca Estela Buitrón Sánchez, quien durante más de dos décadas fue la única investigadora en México dedicada al estudio de equinodermos fósiles; y María del Carmen Perrilliat, especialista en moluscos y coordinadora de la Colección Nacional de Paleontología, una de las más importantes del país.
En el ámbito del INAH, sobresale Felisa Aguilar Arellano, responsable académica de la única zona paleontológica abierta al público en México, Rincón Colorado, ubicada en Coahuila.

Desafíos actuales en la paleontología y la educación científica
A pesar de los avances logrados por estas pioneras, Miranda Martínez subrayó que las mujeres en la paleontología mexicana aún enfrentan importantes retos.
Además, persiste una brecha de género en el acceso a posiciones de liderazgo académico y en la representación femenina en espacios de toma de decisiones.
En el ámbito educativo, Miranda Martínez señaló que es necesario incrementar la matrícula de mujeres en programas de licenciatura y posgrado en Geociencias. La baja participación femenina en estos niveles de formación refleja las desigualdades estructurales que aún limitan el acceso de las mujeres a las ciencias.
Asimismo, mencionó que las investigadoras enfrentan una doble carga laboral, al tener que equilibrar sus responsabilidades académicas con las tareas domésticas y familiares, lo que dificulta su desarrollo profesional.
Otro aspecto destacado por la bióloga fue la necesidad de crear políticas educativas más inclusivas y programas de apoyo que fomenten la participación de las mujeres en la paleontología. Estas medidas podrían incluir becas, redes de mentoría y espacios de reflexión y discusión que permitan visibilizar las contribuciones de las mujeres en este campo y promover su integración en todos los niveles de la investigación científica.