
El comercio entre Canadá y México con Estados Unidos enfrenta tensiones luego de que el presidente Donald Trump impusiera aranceles que impactarán en diferentes sectores que son clave de la economía norteamericana.
Según informó Ana Swanson, quien reportó desde Washington, Simon Romero desde Ciudad de México e Ian Austen desde Ottawa para el New York Times, el gobierno canadiense diseñó un paquete de respuestas arancelarias.
Este plan incluye medidas que podrían afectar sectores estratégicos como la electricidad, el petróleo, el gas, el uranio y la potasa, un fertilizante que es esencial para los agricultores estadounidenses, quienes dependen en un 80 % de Canadá para su suministro.
El primer ministro de Ontario, Doug Ford, recientemente reelegido, adoptó una postura firme frente a las amenazas comerciales de su vecino del sur y en una conferencia de prensa aseguró que no dudará en tomar medidas drásticas si los aranceles perjudican a su provincia.
“Si quieren intentar aniquilar Ontario, haré lo que sea —incluido cortarles la energía— con una sonrisa en la cara”, afirmó. Entre las acciones que Ford ha planteado se encuentran la imposición de aranceles a la electricidad exportada a Estados Unidos, la cancelación de un acuerdo de 100 millones de dólares canadienses con Starlink, la empresa de internet satelital de Elon Musk y la retirada de productos estadounidenses de licorerías controladas por el gobierno provincial.
Empresas que intentan evitar repercusiones en México

Uno de los sectores más vulnerables ante esta disputa comercial es el de la fabricación de automóviles. Según el New York Times, Canadá y México representan casi la mitad del comercio de automóviles entre Estados Unidos y sus socios comerciales, además de una proporción aún mayor en el intercambio de carrocerías y piezas de vehículos. Los fabricantes de automóviles han advertido que los aranceles podrían incrementar significativamente los costos de producción, afectando tanto la competitividad como la capacidad de inversión en expansión y contratación.
Matt Blunt, presidente del Consejo de Política Automovilística Estadounidense, que representa a empresas como General Motors, Ford Motor y Stellantis, expresó su preocupación por las posibles consecuencias de estas medidas.
“Nuestros fabricantes de automóviles estadounidenses, que invirtieron miles de millones en Estados Unidos para cumplir estos requisitos, no deberían ver socavada su competitividad por unos aranceles que aumentarán el costo de fabricar vehículos en Estados Unidos y obstaculizarán la inversión en la mano de obra estadounidense”, señaló.
Además, las empresas automovilísticas han advertido que no pueden trasladar rápidamente su producción a Estados Unidos, lo que las obligaría a repercutir los costos adicionales en los consumidores.
Esto podría traducirse en un aumento de miles de dólares en el precio de los vehículos, un impacto que sería difícil de absorber tanto para las empresas como para los compradores. John Helveston, profesor adjunto de la Universidad George Washington, subrayó la gravedad de la situación: “No hace falta ser un experto en automóviles para darse cuenta de lo perjudicial que sería”.
Canadá y su estrategia en respuesta a los aranceles estadounidenses

El gobierno canadiense no solo ha diseñado un paquete de aranceles, sino que también ha considerado otras medidas que podrían afectar directamente a Estados Unidos. Entre las opciones planteadas se encuentra la posibilidad de interrumpir el suministro de electricidad, petróleo y gas, recursos esenciales para la economía estadounidense.
Además, el uranio y la potasa, productos en los que Canadá tiene una posición dominante como proveedor, podrían convertirse en herramientas de presión en esta disputa comercial.
Flavio Volpe, presidente de la Asociación de Fabricantes de Piezas de Automóviles de Canadá, destacó la interdependencia entre ambos países y advirtió sobre las posibles consecuencias de un conflicto comercial. “Nadie gana cuando atacas a los mismos aliados de los que dependes”, escribió en redes sociales, subrayando la importancia de mantener relaciones comerciales estables entre Canadá y Estados Unidos.
Mientras Canadá y México han mostrado disposición para responder a las políticas comerciales de Estados Unidos, otros actores internacionales, como China, han adoptado una postura más cautelosa. Según personas familiarizadas con las negociaciones, Pekín continúa evaluando las demandas de Washington en el contexto de su relación bilateral, sin apresurarse a realizar nuevas concesiones.
En este escenario, los líderes empresariales han expresado su preocupación por el impacto de los aranceles en sus operaciones. Según el New York Times, las empresas temen que el aumento de costos reduzca su capacidad para invertir en expansión y contratación, lo que podría tener repercusiones significativas en el empleo y la economía en general.
Las medidas de respuesta propuestas por Canadá buscan proteger sus intereses económicos y enviar un mensaje claro a Washington sobre las consecuencias de imponer aranceles que afecten a sectores clave de su economía.
Sin embargo, el impacto potencial de estas medidas no se limita a Canadá. La industria automotriz, los agricultores y otros sectores económicos en Estados Unidos podrían enfrentar serias dificultades si se materializan los aranceles y las represalias.