
La Cuaresma es un periodo de reflexión en el que muchas personas suelen ayunar con el fin de purificar su alma y mejorar su relación con Cristo. Sin embargo, fuentes especializadas mencionaron que durante este lapso, también debe obrarse bajo otros principios fundamentales.
Además, de acuerdo con la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB, por sus siglas en inglés) la Cuaresma es un periodo de preparación y transformación espiritual para los misterios de la Pascua.
Según informó la USCCB, el Obispo David L. Ricken, de Green Bay, Wisconsin, y ex-presidente del Comité para la Evangelización y la Catequesis, este tiempo litúrgico, que se extiende por 40 días, se presenta como una oportunidad para la oración, el ayuno y la caridad.
Cómo se lleva la cuenta de la Cuaresma

De acuerdo con el Centro Markkula de Éticas Aplicadas en la Universidad de Santa Clara, Estados Unidos, esta temporada solemne y reflexiva del año litúrgico da inicio con el miércoles de ceniza y dura cuarenta días pero la cuenta de cada uno de ellos es diferente.
“Comienza el miércoles de ceniza y dura cuarenta días, hasta la Pascua. Los cuarenta días de Cuaresma no incluyen los domingos de Cuaresma porque cada domingo se considera una Pascua”, según el Centro Markkula.
El número cuarenta, que define la duración de la Cuaresma, tiene un profundo significado y según el Centro de éticas Aplicadas, este periodo recuerda los cuarenta días que Jesús pasó en el desierto antes de comenzar su ministerio público, un tiempo de ayuno y oración que marcó su preparación espiritual.
El ayuno, que implica la abstención de ciertos alimentos, tiene como propósito no sólo la disciplina personal, sino también la solidaridad con los más necesitados. La limosna, por su parte, busca fomentar la ayuda a los pobres, mientras que la oración se intensifica como una forma de acercarse más a Dios y reflexionar sobre la propia vida espiritual.
Asimismo, señaló que evoca los cuarenta años que los israelitas vagaron por el desierto en su búsqueda de la Tierra Prometida, un periodo de prueba y transformación para el también conocido como pueblo de Dios.
El significado de los colores y Semana Santa

El periodo de Cuaresma se caracteriza por ser un lapso en el que las personas devotas inician un ciclo de introspección que concluye el Jueves Santo, marcando una fase de preparación espiritual que antecede al Triduo Pascual, el cual incluye el Viernes Santo, el Sábado Santo y el Domingo de Resurrección. Este último es considerado el momento culminante de la celebración.
Originalmente, este periodo abarcaba desde el Primer Domingo de Cuaresma hasta el Jueves Santo. Sin embargo, una reforma litúrgica ajustó su extensión al descontar los domingos, ya que estos días son considerados pascuales y no penitenciales. Para compensar esta modificación, se añadieron los días comprendidos entre el Miércoles de Ceniza y el Primer Domingo de Cuaresma, logrando así los 40 días que se observan actualmente.
Sin embargo, su simbolismo va más allá, pues también se refleja en los colores litúrgicos utilizados durante este tiempo. Según consignó la Universidad de Santa Clara, el morado oscuro es el color predominante en los primeros, segundos, terceros, quintos y sextos domingos de este periodo, representando la penitencia y la preparación espiritual. En contraste, el cuarto domingo se caracteriza por el uso de tonos rosados, que simbolizan un momento de alegría y esperanza en medio de la reflexión cuaresmal.
Después de la cuaresma, da inicio la Semana Santa, que es un periodo en el que se recuerda tanto la pasión, como la muerte y la resurrección de Jesús. Este lapso comienza con el Domingo de Ramos, que recuerda la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, donde fue recibido por una multitud que lo aclamaba y concluye el Domingo de Resurrección.
El Lunes Santo rememora un episodio en el que Jesús, al visitar la casa de Lázaro, lanzó un mensaje contra quienes utilizaban la religión para obtener beneficios materiales. El Martes Santo, conocido por ser el día en el que Jesús anunció la traición que sufriría por parte de dos de sus apóstoles: Judas Iscariote, quien lo entregaría a las autoridades y Pedro, quien lo negaría tres veces antes del amanecer.
El Jueves Santo, considerado uno de los momentos más solemnes de la Semana Santa, ya que conmemora la Última Cena, en la que Jesús compartió pan y vino con sus discípulos, estableciendo el sacramento de la Eucaristía.
El Viernes Santo, que es el día en que se recuerda la crucifixión de Jesús, quien tras ser arrestado, azotado y juzgado, fue condenado a morir en la cruz. Este día es considerado el más solemne de la Semana Santa, ya que simboliza el sacrificio de Cristo por la humanidad.
El Sábado Santo es un día de luto y reflexión, en el que los fieles recuerdan el tiempo que Jesús permaneció en el sepulcro antes de su resurrección. Finalmente, el Domingo de Resurrección celebra el triunfo de Cristo sobre la muerte.