
El aumento de las temperaturas, generado en gran parte por la urbanización y el cambio climático, ha creado condiciones favorables para la proliferación de plagas, como mosquitos, ratas y arácnidos, un fenómeno que, durante las temporadas de calor, representa un riesgo considerable para la salud pública, ya que las grietas y rendijas en puertas o ventanas facilitan la entrada de estas plagas a los espacios interiores.
Para controlar la proliferación de plagas de manera sostenible y sin recurrir a productos químicos que afectan la salud y el ambiente, según la Revista de Investigación de Productos Almacenados, las plantas aromáticas son muy efectivas gracias a los aceites esenciales que constituyen la fracción bioactiva de sus extractos.
En el control de plagas, los aceites esenciales presentan diversos mecanismos de acción que funcionan como fumigantes, penetran el cuerpo del insecto como insecticidas de contacto, actúan como repelentes o incluso inhiben la alimentación; además, pueden alterar parámetros biológicos esenciales de los insectos, como su tasa de crecimiento, esperanza de vida y capacidad reproductiva.
En el caso del laurel común, esta planta contiene compuestos volátiles, como el cineol, que actúan como repelentes naturales de insectos. Estos compuestos, por ejemplo, en la jardinería, protegen a las plantas frente a plagas comunes, como pulgones, ácaros, gorgojos, hormigas, moscas, polillas y mosquitos, por lo que la potencia de sus compuestos es tan poderosa que puede emplearse en entornos domésticos para repeler chinches, moscas, mosquitos, roedores y cucarachas.
¿Cómo preparar un insecticida de laurel?

Elaborar un insecticida natural a base de laurel es un proceso sencillo que no requiere el uso de químicos dañinos, con él se protege a las plantas y además puede rociarse en el alféizar de las ventanas, en rejillas de ventilación o en el filo inferior de las puertas.
Según las recomendaciones proporcionadas por Architectural Digest, es importante tomar en cuenta que por cada litro de agua, se deben utilizar 300 gramos de hojas frescas o 200 gramos si las hojas están secas.
Ingredientes:
- Agua
- Hojas de laurel frescas
- Una olla
- Un atomizador
Preparación:
- Triturar el laurel para que, en cada corte, libere sus propiedades a su máximo potencial.
- Colocar los trozos en una olla con agua y llevar la mezcla a ebullición.
- Deja reposar durante 24 horas con la olla tapada para permitir que los compuestos del laurel se fusionen con el agua.
- Una vez transcurrido este tiempo, se filtra la mezcla, se diluye con un poco más de agua y se transfiere al atomizador.
¿El calor favorece la proliferación de plagas?

De acuerdo con el doctor Jaime Reyes Hernández, investigador del Departamento de Producción Agrícola del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA) de la Universidad de Guadalajara, las altas temperaturas aceleran los ciclos biológicos de los insectos, lo que les permite reproducirse más rápidamente.
“La temperatura hace que acorten sus ciclos biológicos, viven menos, pero eso les da la capacidad de multiplicarse más en poco tiempo”, explicó el especialista. Además, detalló que el calor no solo induce la reproducción, sino que también incrementa la cantidad de huevos que los insectos depositan y acelera su madurez reproductiva.
Aunado a esto, el doctor Reyes Hernández señaló que los insectos de climas tropicales y subtropicales encuentran en temperaturas de entre 30 y 32 grados Celsius condiciones ideales para su desarrollo, no obstante, cuando las temperaturas superan este rango, sus funciones fisiológicas comienzan a deteriorarse.
La empresa especializada en manejo de plagas Exmip American identificó que las altas temperaturas de primavera y verano favorecen la proliferación de moscas, mosquitos, cucarachas, roedores y avispas que representan un gran riesgo sanitario, por ejemplo, las moscas domésticas, al buscar refugio en el interior de las viviendas, contaminan alimentos y superficies, mientras que los mosquitos son portadores de enfermedades como el dengue y el zika.
Según el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), las altas temperaturas también favorecen la descomposición acelerada de residuos orgánicos, lo que crea un entorno perfecto para la reproducción de moscas domésticas. Por otro lado, las tormentas veraniegas agravan el problema, ya que los charcos de agua se convierten en criaderos de mosquitos, en donde una sola hembra puede depositar hasta 400 huevos, que en apenas una semana evolucionan de larvas a mosquitos adultos.
Finalmente, las cucarachas, otro de los problemas más comunes durante el verano, también representan un riesgo para la salud al ser portadoras de enfermedades como la salmonelosis y la disentería, por lo que el control de plagas es una prioridad para proteger tanto la salud como el bienestar de las familias en temporadas de calor.