“Lo que otros piensen de mí no define lo que yo soy” aseguró La Bicireportera, quien además de tener un puesto directivo en una empresa, vende contenido erótico en OnlyFans. Al igual que otras creadoras de contenido para adultos, mantiene discreción sobre su identidad para evitar ataques o la cancelación.
Aunque el tabú de que las mujeres deben ser recatadas se ha debilitado, las que exploran su erotismo abiertamente aún permanecen “sometidas al patriarcado” desde diferentes aristas, de acuerdo con especialistas.
Para la socióloga feminista Margarita Mantilla, aunque algunas mujeres se benefician de su sexualidad, el patriarcado continúa regulando la relación entre los sexos y sometiendo a la figura femenina a los deseos masculinos.
Infobae México entrevistó a tres mujeres que trabajan como creadoras de contenido en OnlyFans. Explican desde su experiencia que la plataforma azul, además de ser una fuente de ingresos, les ha traído confianza en sí mismas y empoderamiento.
Las experiencias al desnudo

Neferfixie
El primer testimonio es de Neferfixie, una joven que salió de un pueblito para vivir en la Ciudad de México y lograr su sueño como actriz. Sin embargo, al enfrentar problemas económicos, comenzó a vender contenido erótico en OnlyFans.
“Desde el momento en que una decide: lo voy a hacer, voy a generar mi contenido, lo voy a hacer de esta forma y así, desde ahí una empieza a sentir que tiene el control de empoderarse a sí misma”, comentó Neferfixie. Explicó que siendo de provincia, le resultó difícil iniciarse como modelo erótica debido a los prejuicios existentes en su entorno.
Su decisión se la dijo a algunos miembros de su familia y amigos que la motivaron. Inicialmente abrió su cuenta para generar ingresos temporales, pero pronto se dio cuenta que se estaba formando una comunidad y decidió seguir subiendo contenido, viéndolo como un trabajo formal en el que invierte tiempo. Actualmente es su segundo empleo, pues también tiene un puesto administrativo en una empresa.
Neferfixie considera que este trabajo la ha empoderado, permitiéndole valorarse a sí misma. “Como mujeres se nos ha enseñado a reprimir la sensualidad, pero vernos en una situación de descubrir nuestra sensualidad a través de fotos y videos es una parte de empoderamiento, y además te da dinero”.
Encontró que la plataforma le aporta empoderamiento y autoaceptación, además, al igual que en el teatro, le gusta que otros la admiren y le hagan cumplidos.
Sugar Barbie

Sugar Barbie inició en la plataforma motivada por su necesidad económica. Originalmente, tenía un perfil en redes sociales donde subía fotos con ropa atrevida, ganándose varios seguidores que con el tiempo le preguntaron si vendía contenido más explícito.
A los 18 años decidió empezar a vender fotografías eróticas y posteriormente, con ayuda de su novio, comenzó a vender pornografía. La plataforma se convirtió en su principal fuente de ingresos, especialmente después del fallecimiento de su madre y la enfermedad de su abuela.
Enfrentando dificultades para encontrar un empleo debido a su neurodivergencia, su edad, y sus problemas familiares, OnlyFans se presentó como una alternativa laboral hasta el día de hoy. “Actualmente es mi mayor ingreso”, aseguró.
Sugar Barbie también enfrentó estigmas con su familia y la sociedad. Al principio creyó que su familia desconocía su trabajo como modelo de OF; sin embargo, un día su tía le reclamó e incluso acusó a su pareja de ser un proxeneta, derivando en amenazas y fuertes conflictos. “Para ellos yo me prostituía y los videos eran él grabándome con otras personas”, comentó, subrayando los prejuicios de su familia sobre el trabajo sexual digital.
Con el apoyo constante de su novio, con quien comparte su vida, Sugar Barbie luchó contra esas percepciones. Se apegó a su filosofía en la que su identidad va más allá de las etiquetas puestas por los demás: “Yo sigo siendo yo, a pesar de que los demás me perciben como una mujer súper sexual; una drogadicta, no sé. Yo sigo siendo yo. Yo sé quién soy”, afirmó.
Los estigmas alrededor del trabajo en OnlyFans fueron duros, pero Sugar Barbie continuó navegando estos desafíos con resiliencia y apoyo cercano. Su historia evidencia la lucha entre la percepción social y la autoaceptación en contextos de trabajo sexual digital.
La Bicireportera

Además de ser directora en una empresa de desarrollo inmobiliario y activista de los derechos de los ciclistas, es modelo de OnlyFans. Decidió abrir un perfil en la plataforma tras hablarlo con su esposo y familia, enfrentar las inseguridades sobre su complexión física y el recelo a posibles críticas sociales.
“Me visto como quiera, enseño lo que quiera, hago lo que quiera y eso no me define. Lo que otros piensen de mí no define lo que yo soy”, afirmó.
Aunque mantiene su actividad en la plataforma como algo privado, asegura que lo disfruta mucho y lo ve como un ingreso extra.
Al ser una mujer con una vida resuelta, ve a OF como pasatiempo y entretenimiento personal que puede compartir con su esposo, le preguntamos cuál era su consejo para otras mujeres que desean incursionar en este ámbito.
“Mi propuesta es que no solamente lo vean por hacer dinero, porque pues es como tener un trabajo que no te gusta [...] Si tú como mujer te sientes cómoda al hacerlo, hazlo. Si no te sientes cómoda, no lo hagas. Nadie tiene por qué hacer algo que no esté cómoda haciéndolo. Pero ni en esto, ni en nada”.
Subrayó la importancia de que ninguna mujer debe sentirse obligada a crear contenido erótico, al contrario, tienen que incursionar en la plataforma con libertad y sin temor que afecte en su vida, ya que pueden ser lastimadas con los comentarios de las personas que consideran que lo que hacen está mal. Además destacó que las interesadas deben saber que sus fotos o videos explícitos terminarán en otras plataformas, así que deben estar completamente seguras.
OnlyFans y las mujeres detrás de las modelos

Estas historias subrayan la identidad profesional y personal en un contexto donde los estigmas y la falta de comprensión social hacia el trabajo sexual digital pueden generar conflictos y desafíos significativos.
El debate sobre el trabajo en plataformas como OnlyFans ha suscitado una discusión significativa dentro del feminismo, revelando puntos discordantes entre las creadoras de contenido y diversas corrientes feministas. Mientras que algunas argumentan que el trabajo en plataformas de contenido para adultos puede empoderar a las mujeres al permitirles controlar su propia sexualidad y finanzas, otras critican que esta forma de trabajo perpetúa la objetivación, cosificación, hipersexualización y explotación sexual.
Respecto al empoderamiento, Mantilla recordó a la feminista uruguaya María Galindo: “Hay que saber la genealogía de la palabra empoderamiento, de dónde viene y dónde se le da el giro feminista y luego como poco a poco se va como distorsionando para decir que todo lo que genera autonomía económica es empoderamiento femenino, y no necesariamente. Cómo algo que te sigue supeditando a la mirada del otro, te va a empoderar. Al contrario, empodera a quien puede comprarlo, pero no a ti”.
Asimismo, citó a la filósofa y feminista española Ana de Miguel, hablando del neoliberalismo sexual y la normalización de la venta del cuerpo bajo el “mito de la libre elección […] lo óptimo sería que las personas pudieran tener condiciones laborales dignas, bien pagadas y no tuvieran que recurrir a la venta de su sexualidad. Al final, las mujeres no satisfacen completamente sus propios deseos, sino los del otro”.
Por otro lado, visibiliza la exigencia feminista, en la que las mujeres deberían tener más opciones para desarrollarse laboral y profesionalmente para cubrir sus necesidades económicas sin tener que recurrir al trabajo sexual, aunque sea digital.
“Quizá en lo que se debería enfatizar es en estar totalmente seguras de la plena decisión de ocupar estas plataformas para una autonomía económica. Que se esté siempre segura, que no se le vulnere, no se le violente en esos espacios que pueden ser riesgosos. Priorizar que pueda estar segura”, recomendó Mantilla, sobre este complejo tema en que el empoderamiento se convierte en una herramienta del capitalismo como sistema económico del patriarcado.