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La pata de elefante es una planta que crece en paisajes semiáridos ubicados en la zona sur oriental del país y se caracteriza por tener una forma muy peculiar así como por ser muy longeva, razones por las que ha capturado la atención de muchas personas.
Sin embargo, contar con una en casa puede traer algunos problemas, ya que se encuentra en peligro de extinción y con el fin de evitar el tráfico de esta especie endémica de Oaxaca y Puebla, organismos como la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA), tienen la autoridad para multar con hasta 200 mil pesos a quien la posee.
De acuerdo con dicha institución, “la captura, extracción, acopio y comercialización de ejemplares de flora silvestres listados en la NOM-059-PROFEPA-2010, de acuerdo con el Artículo 420 del Código Penal Federal, son castigados con una pena de uno a nueve años de prisión y de 300 a tres mil días multa”.
Por qué se cobra esta multa
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La pata de elefante (Beaucarnea recurvata) es una planta, conocida por su distintivo tronco bulboso que almacena agua, es nativa de México y se encuentra en peligro de extinción debido a la extracción ilegal y la pérdida de su hábitat natural.
Por ello, es una especie protegida que según la Profepa, tanto ejemplares jóvenes como adultos de esta especie son objeto de comercio ilícito, lo que ha llevado a un declive significativo en sus poblaciones.
La pata de elefante no sólo es valorada por su resistencia a condiciones áridas, sino también por su uso ornamental, lo que ha incrementado la demanda en mercados nacionales e internacionales. Este interés comercial, sin embargo, ha generado un impacto negativo en su conservación, ya que muchas veces se extraen plantas directamente de su entorno natural sin considerar las consecuencias ecológicas.
Por tal razón, la PROFEPA rescató 27 patas de elefante en Querétaro luego de impedir su venta ilegal así como la recuperación de especies como el águila gris, halcón de Harris y búho cornudo, entre otras especies que estaban enjauladas y en condiciones de maltrato.
La PROFEPA en coordinación con las Policías de los Estados de Querétaro y Morelos, intensificó sus operativos en materia de combate a la venta ilegal de flora y fauna silvestre en dichas entidades.
La inspección realizada por funcionarios de la PROFEPA y la Policía Estatal de Querétaro aseguró las Beaucarnea recurvata que pretendían ser vendidas de manera ilegal en viveros ambulantes en el municipio de Querétaro de Arteaga, Querétaro.
Además destacó que el aseguramiento obedeció a que en el momento del operativo, en viveros ambulantes, los inspeccionados no pudieron acreditar la procedencia legal de los ejemplares de pata de elefante, especie listada en la NOM-059-SEMARNAT-2010 en la categoría de amenazada.
También destacó que la categoría “A” (amenazada), son aquellas especies de flora y fauna que podrían llegar a encontrarse en peligro de desaparecer a corto o mediano plazo.
Otra especie en peligro de extinción

El sotol, cuyo nombre proviene del náhuatl “tzotollin”, que significa “el dulce de la cabeza”, ha sido parte integral de las tradiciones de comunidades como los anasazis, tarahumaras, tobosos y apaches desde el año 205 d.C.
Según detalló la Profepa, esta planta, perteneciente al género Dasylirion de la familia Asparagaceae, ha sido utilizada históricamente para la elaboración de licor, medicinas y fibras textiles pero se ve amenazada por la pérdida de su hábitat. Su importancia trasciende lo económico, ya que también ha jugado un papel central en los rituales y prácticas culturales de estas comunidades.
El género Dasylirion incluye plantas perennes que se caracterizan por sus hojas largas y fibrosas, que forman rosetas extendidas. Estas hojas, descritas como rugosas y desordenadas, son una de las razones por las que la planta recibe su nombre, derivado de las palabras griegas “dasys” (rugosa) y “leirion” (lirio).
Estas características, junto con su capacidad de adaptarse a las zonas desérticas de México, han permitido que el sotol sea un recurso valioso para las comunidades que habitan estas regiones.